Editorial

Illa y la Cataluña más institucional

La inmensa mayoría de la sociedad catalana busca un retorno a la normalidad política, tras más de una década de estériles convulsiones, que no han hecho otra cosa que empobrecer a la región más pujante de España.

FOTODELDÍA MADRID, 18/09/2024.- El rey Felipe VI recibe en audiencia al presidente de la Generalitat, Salvador Illa (d), este miércoles en el Palacio de la Zarzuela. EFE/ Javier Lizon
El rey Felipe VI recibe en audiencia al presidente de la Generalitat, Salvador IllaJavier LizonAgencia EFE

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, asistirá hoy en Madrid al acto central de las conmemoraciones de la Fiesta Nacional, el desfile militar que presiden Sus Majestades los Reyes. Pone, así, fin a una anomalía política e institucional que se había prolongado durante los últimos 14 años de gobiernos nacionalistas, pero que la opinión pública española había acabado por normalizar, como si la desafección separatista fuera común a todos los catalanes. Por supuesto, nada más lejos de la realidad.

Ahí están los resultados de las últimas elecciones autonómicas en el Principado, en las que los partidos de ámbito nacional obtuvieron más de la mitad de los votos, como demostración palmaria de lo que decimos. Pero, también, han estado presentes las muestras de simpatía de la sociedad catalana en las frecuentes visitas oficiales de Don Felipe VI y, por supuesto, la cotidianeidad de las relaciones de todo tipo con el resto de los españoles. Al presidente de la Generalitat le cabe, pues, el mérito de haber devuelto al espacio institucional lo que en las calles era normal –por remedar una feliz expresión de Adolfo Suárez en los primeros pasos de la Transición–, pero, sobre todo, de reflejar en hechos simbólicos el cambio político experimentado en Cataluña desde las tristes jornadas de octubre de 2017, pese a que su gobierno depende del apoyo parlamentario de una fuerza de vocación independentista como es ERC.

Ciertamente, no estamos de acuerdo con muchas de las posiciones de los socialistas catalanes, por cuanto representan un seguidismo acrítico de las políticas de La Moncloa, como sucede con el acuerdo de financiación singular, el presunto «cupo catalán», pero no nos duelen prendas a la hora de reconocer el acierto del líder del PSC cuando se produce. Y, sin duda, apostar por la distensión en las relaciones entre Cataluña y las instituciones del Estado lo es.

Es de suponer que la presencia de presidente de la Generalitat en la tribuna de autoridades, como máximo representante del Estado en Cataluña, levantará acerbas críticas entre los independentistas y, también, desconfianzas entre una oposición constitucionalista que atribuye un pecado de equidistancia al líder de PSC. Pero, en lo que se refiere a los nacionalistas, no creemos que vayan más allá de lo declarativo, por cuanto la inmensa mayoría de la sociedad catalana busca un retorno a la normalidad política, tras más de una década de estériles convulsiones, que no han hecho otra cosa que empobrecer a la región más pujante de España.

Estamos seguros de que si Salvador Illa es capaz de acompañar sus buenos gestos con una gestión política, económica y social que ponga por delante los intereses de todos los catalanes, con independencia de sus concepciones ideológicas, Cataluña, y con ella toda España, volverá a la senda del crecimiento.