Editorial

No hay más PSOE que el que hunde Sánchez

No hay corrientes internas que puedan reconducir la deriva del PSOE, mientras Pedro Sánchez va colocando poco a poco a sus afines en las secretarías regionales.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez durante su encuentro con el ministro de Exteriores chino, Wang Yi celebrado este lunes en La Moncloa,© Alberto R. Roldán / Diario La Razón.19 02 2024
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez durante su encuentro con el ministro de Exteriores chino, Wang Yi ceAlberto R. RoldánFotógrafos

La Ejecutiva socialista, reunida ayer en Ferraz, ha llegado a la conclusión de que la debacle electoral sufrida en Galicia no es una cuestión de desgaste del partido, sino de la falta material de tiempo de su candidato, José Ramón Gómez Besteiro, para consolidar su proyecto. Parte de la responsabilidad, por lo tanto, recaería sobre el PP, que de manera artera decidió adelantar cinco meses las elecciones.

No hay, pues, autocrítica en la dirección federal del PSOE ni reflexión oficial sobre el peor resultado histórico en Galicia de unas siglas centenarias que siempre han estado por encima de los candidatos. Tampoco hay nada que añadir al hecho irrefutable de que, con la excepción de Cataluña, el partido no ha dejado de perder apoyos desde que lo lidera Pedro Sánchez, llegando a ser irrelevante en casi toda España. Pero si alguien esperaba otra respuesta de una Ejecutiva Federal en la que ha quedado ahogada cualquier opinión que no coincida con los intereses de su secretario general era evidente que se equivocaba. Se nos dirá que se han alzado voces en el seno del PSOE que ponen el dedo en la llaga de unas políticas de cesiones a los nacionalismos que están alejando de las urnas a buena parte de las bases socialistas, pero, con ser cierto, se trata de las contadas voces críticas de la «vieja guardia», a la que ni siquiera se reconoce ya el principio de autoridad, y las de algunos barones del partido, como Emiliano García-Page o Javier Lambán, incapaces de llevar el desacuerdo hasta las últimas consecuencias.

La realidad, como se ha demostrado palmariamente ayer, es que no hay más Partido Socialista que el que está hundiendo su secretario general. No hay corrientes internas que puedan reconducir la deriva, mientras Pedro Sánchez va colocando poco a poco a sus afines en las secretarías regionales, con Diana Morant como ejemplo canónico de lo que afirmamos.

Ahora, el PSOE se agarra a la excusa del ámbito territorial de las elecciones, por supuesto, obviando que el eje de la campaña fue el ataque directo al presidente de los populares, Alberto Núñez Feijóo, para vincularle a una posible pérdida de la mayoría absoluta, que ha estado muy lejos de producirse. También niega la dirección socialista la evidencia de que la desafección de sus votantes en Galicia, muchos pasados a la abstención, se debe a la polémica ley de amnistía. Por último, tampoco reconocen que la decisión de favorecer a los separatistas del BNG, reconociéndose de antemano en el mero papel de auxiliar, no sólo ha llevado a la debacle a los socialistas, sino que ha arrastrado a sus socios de Sumar. Una estrategia política, la de impedir que gobierne la derecha sea como sea, ha llevado al nacionalismo neomarxista gallego a convertirse en el «voto útil» de la izquierda. García-Page habla de «ciclo hostil». Tiene razón, pero el responsable goza de todo el poder en su partido.