Editorial

Feijóo, retrato de una España reconocible

Feijóo traía los ecos de esa España posible en la que gobernar no es ir contra nadie, hacer oposición no es buscar el «cuanto peor mejor» y en la que los límites institucionales al poder son una cortapisa al personalismo y ejercen como garantía de igualdad y libertad.

MADRID, 15/07/2024.- El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, participa en el encuentro organizado por La Razón bajo el título 'La Razón de... Alberto Núñez Feijóo', este lunes en Madrid. EFE/ Mariscal
Alberto Núñez Feijóo participa en encuentro de La RazónMariscalAgencia EFE

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, comparecía, ayer, en la casa de LA RAZÓN en uno de esos momentos políticos que damos en llamar «de crisis», pero que, en realidad, responden a una anomalía política que el líder popular, en gráfica descripción, explicó como el «atornillamiento de las minorías» frente al interés general de los ciudadanos. A nuestro juicio, es exacto. Creemos como él que la actual legislatura nunca debió comenzar, esencialmente, porque venía viciada de origen por una extorsión, plasmada en la ley de amnistía, pero no solo.

De ese atentado a la igualdad de los españoles ante la ley, de esa corrupción de uno de los principios básicos en cualquier democracia digna de ese nombre, se ha sucedido todo lo demás. La colonización espuria de las instituciones del Estado, la intromisión en el Poder Judicial, el desprecio a las más elementales formas parlamentarias, el abuso de las mayorías aritméticas para esquivar los controles institucionales, el espectáculo de la Fiscalía General del Estado como peón gubernamental, la oficiosidad de la mayoría progresista del Tribunal Constitucional, pero, sobre todo, el emplazamiento a toda la sociedad para que elija imperativamente un bando, bajo la premisa del «conmigo o contra mí». Es decir, la crispación y el enfrentamiento, para crear esas minorías atornilladas a un designio que nada tiene que ver con el mejor futuro de la Nación.

Y, sin embargo, Alberto Núñez Feijóo hizo ante un nutrido auditorio, en buena parte comprometido con la gestión pública, no el esperable memorial de agravios frente al sanchismo o un mero ejercicio de la denuncia y la protesta, sino algo mucho más trascendente: nos devolvió el retrato de una España reconocible, la que se forjó sin la lacra del populismo, la España de una sociedad abierta y reacia a los extremismos en la que los españoles construyeron los mejores años de su vida en comunidad.

Cuando el líder popular explicaba su visión del problema de la inmigración irregular, cuando denunciaba la mercantilización de los menores extranjeros, cuando ponía de ejemplo la gestión política de las autonomías gobernadas por sus compañeros de filas, cuando se negaba a aceptar el mal menor como recurso y, sobre todo, cuando advertía contra una ley en ciernes de control de la Información, que significa un ataque directo contra la libertad de Prensa, Feijóo traía los ecos de esa España posible en la que gobernar no es ir contra nadie, hacer oposición no es buscar el «cuanto peor mejor» y en la que los límites institucionales al poder gubernamental son una cortapisa al personalismo y ejercen como garantía de igualdad y libertad. El cambio político que propone el líder popular no es sólo conveniente, sino que estará respaldado por la mayoría de los españoles, la misma que reclaman una clase política a su altura, la que representa, sin duda, Núñez Feijóo.