Hacienda se las prometía felices con su "Ozempic", su fórmula para adelgazar la deuda autonómica. Un tratamiento negociado en solitario por el Gobierno y Oriol Junqueras para aliviar el peso de la deuda de Cataluña, garantizar la permanencia de Sánchez en La Moncloa, dividir el frente autonómico del PP y debilitar la Génova de Feijóo.

En la receta no aparece ninguna reforma del modelo que ofrezca una mejor figura presupuestaria de las Comunidades. Pero con los fármacos hay que tener siempre cuidado, y la vicepresidenta primera lo sabe, que para eso es médica.

Cualquier medicamento puede provocar reacciones no previstas como, por ejemplo, el plantón que le organizaron las comunidades del PP. El actual sistema de financiación autonómico ha sido un monumento a la desigualdad desde el día que lo construyó el Ejecutivo central de Rodríguez Zapatero y el tripartito catalán de José Montilla, donde participaba ERC.

Desde entonces, Valencia y Murcia sintieron la "desnutrición" financiera. La Andalucía de Manuel Chaves sintió tan magra la propuesta del nuevo modelo "zapateril" que protestó para modificarlo e introducir compensaciones y más recursos.

Aun así, Andalucía sigue, desde aquellos tiempos, con "gusa" financiera. La propia Montero, cuando era consejera andaluza de Hacienda, lo denunciaba. La crisis financiera mucho tuvo que ver en la paralización de la reforma del sistema y, también, la falta de voluntad política de Rajoy y de Pedro Sánchez, que lleva siete años en el cargo y no ha movido un papel para diseñar una remodelación estructural de la financiación.

Con la actual quita de michelines, Cataluña es la gran beneficiada, Madrid la gran castigada y Andalucía premiada. En este caso, para evitar una hecatombe electoral de la candidata socialista, vicepresidenta y ministra de Hacienda.