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Economía
La UE y Mercosur culminan las negociaciones sobre el acuerdo comercial tras más de 25 años y pese al rechazo de Francia
Creará un mercado de 700 millones de personas, "la asociación de comercio e inversiones más grande que el mundo haya visto". Los agricultores, en contra del pacto que permitirá la entrada en Europa de reservas de litio
Fumata blanca. La Unión Europea y Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) han cerrado este viernes su proceso de negociación sobre un acuerdo de libre comercio, tras casi 25 años de discusiones. Si todo sale según lo previsto, se creará la mayor zona de libre comercio del mundo, lo que supone un aviso a navegantes para Washington y Pekín.
Todo un triunfo para la Comisión Europea presidida por Ursula von der Leyen, que este jueves viajó de urgencia a Montevideo (Uruguay) para dar el espaldarazo final al pacto, con la firme oposición de Francia. De hecho, parece que la debilidad interna de Macron tras la moción de censura de esta semana ha sido el espaldarazo definitivo para la luz verde. Ahora, este acuerdo, que supondrá un nuevo mercado de 700 millones de consumidores, debe ser refrendado por las capitales europeas y todo indica que París va a seguir batallando para conseguir aliados que le permitan una minoría de bloqueo, entre los que se encuentra Polonia. El veredicto final de Italia puede inclinar la balanza. En el club comunitario, Alemania y España son dos de los socios que más han luchado para rubricar este acuerdo.
Según Von der Leyen, este pacto traerá «muchas más oportunidades de empleo y crecimiento» en los Veintisiete, ya que supondrá «rebajas arancelarias, trámites más sencillos y acceso a contratos públicos». Bruselas calcula que el acuerdo ahorrará 4.000 millones de euros a las empresas exportadoras europeas, que ahora soportan aranceles del 35% en el caso de los coches, un 20% en la maquinaria, un 18% en los productos químicos y un 14% en farmacéuticos.
Pero nunca llueve a gusto de todos. Este pacto permitirá aumentar las cuotas de entrada a la UE de ciertos productos como carne vacuna, avícola y porcina así como miel y azúcar. Las asociaciones agrícolas europeas acusan a estos acuerdos comerciales con terceros países de abrir la puerta a competencia desleal, ya que estos productos agrícolas no hacen frente a los mismos requisitos ambientales y sociales que los cultivos y carnes europeas. De hecho, la oposición de los agricultores franceses es la principal razón de París para negarse al pacto. Las asociaciones medioambientales europeas y los partidos de izquierdas también han mostrado su oposición a este acuerdo.
Menos aranceles
Bruselas argumenta que, a cambio de la entrada de estos productos procedentes de Mercosur, también se eliminarán las tarifas arancelarias de productos europeos como el aceite de oliva, vino, frutas, hortalizas y porcino. De hecho, la patronal europea de empresas vitivinícolas había pedido cerrar el acuerdo comercial para atraer a nuevos mercados.
España pretendía que la firma de este pacto se produjera durante la presidencia española del Consejo de la UE, que tuvo lugar entre el 1 de julio y el 31 de diciembre de 2023, pero no fue posible. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, asegura que es una «magnífica noticia», constituye el logro más importante de la política comercial exterior de España y de la UE en los últimos años.
Para el Ejecutivo comunitario, la firma de este acuerdo comercial supone una señal en momentos especialmente turbulentos ante el temor de que la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca desate una contienda comercial y limite la entrada de productos europeos a EE UU. Pero no sólo se trata de Washington. En 2023, la Comisión Europea presentó una nueva estrategia que busca contrarrestar la creciente influencia de China en la región. En los últimos años, el gigante asiático ha multiplicado sus inversiones en sectores estratégicos de Latinoamérica, hasta el punto de poner en marcha una nueva «ruta de la seda».
En este nuevo interés por Suramérica cobran especial importancia los acuerdos comerciales. Bolivia, Argentina, Chile, México y Perú controlan más del 67% de los recursos mundiales de litio, metal imprescindible para la fabricación de baterías eléctricas que sustituyan a los motores de combustión. La UE ha hecho de la lucha contra el cambio climático una prioridad, pero depende de terceros países para conseguir materias primas, sobre todo de China.
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