Economía
Del dominio público al control absoluto: cómo el copyright se volvió un monstruo
David Bellos, coautor junto a Alexandre Montagu de Copyright, la industria que mueve el mundo (Deusto), alerta sobre el impacto del actual sistema de derechos de autor y advierte: "Si no lo frenamos, en 20 años todo estará en manos de Google, Microsoft y unas pocas más"
¿Cuál fue el hallazgo más sorprendente en su investigación sobre el copyright?
Lo más sorprendente fue descubrir cómo el copyright pasó de ser un concepto pequeño, sencillo y limitado a convertirse en algo completamente distinto. Hoy en día es prácticamente lo opuesto a lo que era en el siglo XIX. El libro explora precisamente esa transformación.
¿Cómo ha cambiado la concepción del copyright desde sus inicios hasta la era digital?
El cambio ha sido radical, pero su origen es bastante sencillo. En el siglo XVIII, el copyright se introdujo para reducir el poder de los editores, quienes controlaban el mercado de la impresión de libros. Se estableció un monopolio de corta duración para los autores, inicialmente de 14 años, ampliable a un máximo de 28.
En sus inicios, la mayoría de las obras no estaban protegidas por copyright y permanecían en el dominio público. De hecho, la legislación entre 1710 y 1790 tenía como objetivo ampliar el dominio público a expensas de los editores y propietarios de imprentas.
Hoy en día, hemos llegado al extremo opuesto: absolutamente todo —desde diseños de ropa y cajas de cereales hasta libros, películas y software— está cubierto por las leyes de propiedad intelectual. En muchos sentidos, hemos vuelto al sistema previo a 1710, donde los dueños de los canales de comunicación también son los propietarios del contenido.
¿Qué le parece esta evolución?
No todo ha sido negativo. La digitalización ha permitido que una mayor cantidad de creaciones estén fácilmente disponibles para más personas. Sin embargo, la privatización de las actividades creativas ha ido mucho más lejos de lo que cualquier legislación inicial contemplaba. Por eso, es necesario replantearnos hasta qué punto estamos dispuestos a seguir en esta dirección.
¿Cuál es el impacto real del copyright en el acceso a la cultura y el conocimiento? ¿Se ha convertido en un obstáculo para la difusión del arte y la educación?
Definitivamente, el copyright es un obstáculo en muchos ámbitos. Desde la imposibilidad de citar libremente a otros autores en libros, hasta las restricciones para filmar la realidad sin solicitar permisos.
Muchas personas no son conscientes de que lo que leen o ven no siempre es el resultado de decisiones artísticas o intelectuales, sino de la necesidad de evitar problemas legales con el copyright.
Con la proliferación de plataformas digitales y el streaming, ¿cómo han cambiado las dinámicas del copyright?
Las enormes inversiones en plataformas de streaming, tanto de música como de vídeo, han reforzado el control del copyright. Estas plataformas funcionan mediante algoritmos que restringen el contenido disponible para garantizar la rentabilidad de esas inversiones multimillonarias.
El resultado es que el streaming intensifica el efecto acumulativo del copyright: en lugar de ampliar el acceso, termina limitándolo aún más.
¿Está la legislación actual preparada para los desafíos que plantea la inteligencia artificial en la creación de contenido?
Claramente no. Hay dos cuestiones principales:
Uso de material protegido en el entrenamiento de IA: Existe un debate sobre si el uso de contenido disponible en la web para entrenar modelos de IA constituye una violación del copyright. Se han realizado acuerdos de licencia, algunos han sido revocados y la ley aún no ha establecido un criterio claro.
Propiedad de las obras generadas por IA: La Oficina de Copyright de EE.UU. ha declarado que solo los trabajos creados por humanos pueden estar protegidos por derechos de autor. Pero, ¿cómo se aplicará esto en la práctica? ¿Cómo distinguir un contenido generado por humanos de uno creado por IA?
Lo que realmente me preocupa es que las grandes empresas tecnológicas que desarrollan IA intenten reclamar la propiedad de los contenidos generados, registrándolos a nombre de sus corporaciones. Esto podría llevarnos a un escenario en el que unos pocos gigantes tecnológicos sean dueños de casi todo el contenido digital.
¿Hacia dónde cree que se dirige el copyright en los próximos 10 o 15 años?
Desde un punto de vista optimista, podrían desarrollarse más iniciativas que ignoren el copyright, como Wikipedia o el software de código abierto.
Desde una perspectiva pesimista, en los próximos 20 años podríamos ver un mundo donde toda la propiedad intelectual esté en manos de unas pocas grandes corporaciones como Microsoft, Google y otras. En ese caso, volveríamos a ser "esclavos" del sistema, como antes del siglo XVII.
Personalmente, me gustaría ver una reducción en la duración del copyright. Actualmente, se extiende hasta 70 años después de la muerte del autor, lo que significa que algunas obras están protegidas durante más de 100 años. Esto no tiene sentido y solo beneficia a las grandes corporaciones que compran derechos y perpetúan su control sobre la cultura.
¿Debería haber un límite en la duración del copyright?
Históricamente, los límites han sido mucho más cortos. En 1793, la primera ley francesa estableció un límite de 10 años; en Rusia, se fijó en 25 años; y en otros países europeos, era de 30 años.
En Estados Unidos, hasta 1976, el copyright duraba un máximo de 56 años desde la creación de la obra. Sin embargo, entre 1976 y 1998, se aprobaron una serie de leyes que transformaron el copyright en el monstruo que conocemos hoy.
¿Cuándo el copyright se convirtió en un objeto de especulación?
Hasta 1976, la norma general era que se podía usar cualquier cosa salvo que estuviera prohibido. Pero, a partir de entonces, la situación se invirtió: ahora no se puede usar nada salvo que esté permitido. Este cambio ha alterado completamente las relaciones de poder en la cultura y el conocimiento.
¿Se podía haber evitado esta situación?
Sí, totalmente. Lo que ocurrió fue una combinación de campañas de presión de grupos con gran poder e influencia. Por ejemplo, a principios del siglo XX, los editores de música lucharon contra los fabricantes de pianolas, argumentando que las cintas de papel perforado usadas en esos dispositivos eran reproducciones ilegales de partituras.
Este precedente absurdo llevó, décadas después, a que las empresas tecnológicas pudieran reclamar derechos de autor sobre programas de ordenador, ya que inicialmente se almacenaban en cintas perforadas similares a las de las pianolas.
¿Cuánto han ganado las corporaciones con estas leyes de copyright?
No hace falta hacer cálculos detallados para entenderlo. Basta con mirar a Apple, Microsoft o Google. Son imperios construidos sobre el copyright, ya que su mayor activo es el software registrado por sus ingenieros.
¿Existen movimientos ciudadanos que intenten recuperar el control sobre la cultura?
Sí. Destacan dos grandes iniciativas:
- El software libre, donde ingenieros de todo el mundo colaboran para crear herramientas sin restricciones de copyright.
- Las licencias Creative Commons, que permiten a los autores compartir sus obras bajo términos más flexibles. El mejor ejemplo es Wikipedia, financiada por donaciones y trabajo voluntario, sin ningún tipo de propiedad corporativa.
El desafío es que ningún gobierno parece estar dispuesto a fomentar este tipo de alternativas.
¿Cómo debería funcionar el copyright idealmente?
Lo más preocupante es que la mayoría de la gente no reflexiona sobre estos temas. Antes de pensar en cómo reformar el copyright, necesitamos comprender cómo llegamos hasta aquí. Solo entonces podremos plantear soluciones.