Economía
Ascenso y caída de Bankman-Fried, el gurú de las criptomonedas
El escritor Michael Lewis realiza un retrato psicológico del fundador de FTX ahora encarcelado
Cuando el periodista y escritor Michael Lewis lo conoció, Sam Bankman-Fried era el multimillonario más joven del mundo. Se había convertido en el líder de Silicon Valley al frente de FTX, la mayor plataforma de intercambio de criptodivisas, que entonces experimentaba un crecimiento exponencial. En 2023, Bankman-Fried fue declarado culpable de fraude y lavado de dinero.
«Hacia el infinito» (Deusto), de Michael Lewis, reconstruye la historia del meteórico ascenso y caída del «rey de las criptomonedas». Pasó de codearse con celebridades y líderes de países que competían por su tiempo y dinero a ser arrestado después de que su compañía se declarara en bancarrota. También fue acusado de engañar a inversores y prestamistas, y de robar miles de millones de dólares de FTX para costear sus lujos.
¿Pero quién era este personaje desgreñado, de pantalones cortos y calcetines blancos, que en las reuniones de Zoom jugaba a videojuegos? Desde fuera, FTX parecía estar creando una marca en torno a un líder particularmente carismático y quizá un tanto ensimismado, recoge Lewis en su libro. La verdad era aún más extraña. «FTX se estaba gastando una fortuna en aprender a comercializar un producto sobre la marcha, sin ninguna aportación de nadie que lo hubiese hecho antes. En cierto modo, es evidente que el enfoque funcionó: en la cabeza del consumidor estadounidense, FTX era cada vez más conocida, y Sam Bankman-Fried cada vez más famoso. En otro, tenía poco sentido: en realidad, FTX no tenía mucha utilidad para el consumidor estadounidense. Habían abierto una pequeña bolsa en Estados Unidos en la que los inversores estadounidenses podían hacer muy poca cosa. Era ilegal venderles los productos más importantes de la bolsa, los criptofuturos. Estaban gastando un montón de dinero en un negocio que podía salirles o no», cuenta Lewis.
"Era ilegal venderles los productos más importantes de la bolsa, los criptofuturos. Estaban gastando un montón de dinero en un negocio que podía salirles o no"
FTX se convirtió en la criptobolsa que más rápido crecía del mundo, y el casino preferido de los grandes operadores profesionales. En menos de tres años, había pasado de 0 al 10% de todo el «trading» con criptomonedas. En 2021, generaría mil millones de dólares en ingresos. «La carrera de FTX había sido espectacular, a su manera. Había 15.000 millones de dólares en depósitos de clientes en la bolsa (...). De esa cantidad, 5.000 millones ya habían sido abonados a éstos, por lo que en FTX aún debía haber unos 10.000 millones de dólares. No los había. Los únicos activos restantes era lo que quedase en la guarida del dragón en Alameda: un montón de FTT, otros de tokens de Solana, un surtido de tokens de criptomonedas que serían aún más difíciles de vender, 300 millones de dólares en propiedades inmobiliarias en las Bahamas e infinidad de inversiones de capital riesgo de Sam, incluida la participación en Twitter (...)», según la biografía de Michael Lewis.
Las Bahamas había decidido ordenar la liquidación de FTX la víspera de que Sam firmara los documentos de declaración de quiebra en EE UU. «Mientras Sam donaba dinero a todo el mundo, la gente lo quiso y nadie hizo demasiadas preguntas; en cuanto empezó a perder dinero, le dieron la espalda, y no quisieron oír sus respuestas a las preguntas que ellos mismos le hacían», narra Lewis.
El espectacular ascenso y caída del fundador de FTX como gurú de las criptomonedas tocó fondo en noviembre de 2023 cuando fue declarado culpable de estafar al menos 10.000 millones de dólares a clientes e inversores. Caroline Ellison, su exnovia y testigo estrella de la acusación, declaró que Alameda Research, la agencia de «trading» privada de Sam, tomó varios miles de millones de dólares de dinero de los clientes de FTX y los utilizó para sus propias inversiones y para pagar las deudas que tenía. También para sufragar los excesos de una vida de lujos. Sam Bankman-Fried fue declarado culpable de siete cargos de fraude y conspiración por los que puede ser condenado a una pena máxima de 110 años de cárcel.
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