Mercado inmobiliario

El alquiler de temporada supone ya el 11% del mercado tras dispararse su oferta un 56% para esquivar la Ley de Vivienda

En Barcelona y San Sebastián ya representan el 30% de la oferta

Carteles de se alquila se vende en un edificio de Madrid. © Jesús G. Feria.
Anuncios de viviendas en un edificio de MadridJesús G. FeriaFotógrafos

El alquiler de temporada sigue ganando posiciones en el mercado inmobiliario en detrimento del permanente. En el primer trimestre de 2024, el peso de este tipo de arrendamientos alcanzó el 11% del mercado después de que la oferta se haya disparado un 56% respecto al mismo periodo del año pasado, según los datos recopilados por la web inmobiliaria idealista. En sentido inverso, la oferta de alquileres permanentes se redujo un 15% en el mismo periodo.

El mercado del alquiler temporal prolonga así la tendencia del último trimestre de 2023, cuando su oferta también se disparó otro 58%. Aunque este tipo de arrendamientos, regulados por la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) no se puede destinar a vivienda habitual y permanente, pues deben ser para un tiempo y fines limitados, la realidad es que muchos caseros están recurriendo a él para eludir las restricciones que se han introducido al alquiler permanente con la Ley de Vivienda. "Las medidas adoptadas en materia de alquiler han trasladado la oferta del alquiler permanente al alquiler de temporada, una formula perfectamente legal pero que viene a dificultar aún más el acceso a la vivienda de las personas y las familias más desfavorecidas", explica Francisco Iñareta, portavoz de idealista. "Resulta obvio ya que el origen de los problemas de alquiler no está en los precios, sino en el enorme déficit de oferta, lo que genera tensiones en los precios y ansiedad en las familias que comprueban la dureza de la competencia con decenas de familias. La situación exige un reequilibrio en las relaciones de propietarios e inquilinos que aflore mucho producto al mercado y permita que la situación se normalice", añade Iñareta.

Regulación

El Gobierno es perfectamente consciente de que el alquiler de temporada se está convirtiendo en una escapatoria frente a su regulación del mercado permanente y está buscando fórmulas para ponerle coto. Para ello, el Ministerio de Vivienda ha puesto en marcha una comisión para regular esta modalidad de alquiler y está recopilando ideas del sector para regularlo, como también quiere hacer con otra de las vías por las que se fugan viviendas para alquiler permanente, las habitaciones.

Barcelona es junto a San Sebastián (30%) la ciudad en la que más oferta de alquiler temporal tiene constatada idealista. Cataluña es, de hecho, la única comunidad autónoma que ha aplicado el Sistema Estatal de Referencias de Precios del Alquiler para limitar las subidas de las rentas en 140 municipios -aunque ahora lo ha ampliado hasta 271- que han sido considerados áreas tensionadas. Esta circunstancia, como puso de manifiesto Alquiler Seguro en otro análisis, ha disparado el interés por esta modalidad de arrendamiento en Cataluña. En el último año, la oferta de este tipo de contratos se ha disparado un 53% sólo en Barcelona.

La Ciudad Condal no es, sin embargo, la gran ciudad donde más lo ha hecho. Palma y Málaga, por ejemplo, tienen ahora un 79% más de alojamientos de este tipo que hace un año, mientras que su número también ha subido con mucha fuerza en San Sebastián (77%), Sevilla (74%), Valencia (62%), Madrid (56%).

Los mayores y más espectaculares incrementos de oferta de este tipo de alquileres se han dado, no obstante, en pequeños mercados donde este fenómeno era hasta ahora prácticamente inexistente y en los que la aparición de un puñado de anuncios ha provocado subidas muy pronunciadas. Son los casos de Badajoz (2.560%), Cáceres (800%), Huelva o Lleida (650% en ambos casos). Por el contrario, en cuatro capitales los alquileres temporales se han reducido durante este año: Lugo (donde han desaparecido), Teruel (-67%), Palencia (-33%) y Ávila (-33%).

Además de Soria, en Lugo, Ceuta, Ourense y Guadalajara también se prácticamente inexistente.