Energía

La UE acuerda la reforma del mercado eléctrico

España logra que Francia y Alemania aparquen sus diferencias. Los contratos por diferencia (CfD) se podrán aplicar a la nuclear, como quería París, pero con el visto bueno de Bruselas, al ser tratados como ayudas de Estado

Los países de la Unión Europea (UE) consiguieron hoy desbloquear la reforma del mercado de la electricidad, enquistada por un enfrentamiento entre París y Berlín a propósito del trato que debe concederse a las centrales nucleares. "Me vais a permitir que os agradezca y os aplauda a todos por vuestro espíritu constructivo", ha dicho la vicepresidenta tercera y ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, antes de que los ministros de Energía de los Veintisiete estallaran en aplausos.

La Presidencia Española del Consejo de la UE logró el acuerdo de todos los países salvo Hungría, con una propuesta de última hora que logró despejar las dudas de Alemania sobre las posibles ventajas competitivas que podría obtener Francia a través de sus centrales atómicas.

El texto final tendrá que negociarse con el Parlamento Europeo, con el objetivo de finalizar la reforma antes de que acabe el año. De hecho, la ministra francesa, Agnès Pannier-Runacher, ha advertido que apenas se ha encontrado un "equilibrio que habrá que preservar estrictamente" en la negociación con la Eurocámara.

La reforma estaba encallada por el choque entre Francia y Alemania a cuenta de las subvenciones a la energía nuclear, en un intento de ambos países por salvar sus industrias nacionales buscando proporcionar electricidad al menor coste posible.

Francia se desmarcó del plan español a principios de octubre, con una propuesta propia junto a otros socios europeos de su alianza nuclear global que chocaba con el plan de la Presidencia española. La alternativa francesa a la reforma del mercado eléctrico que promovía la Presidencia española del Consejo el pasado 13 de septiembre dejaba en aguas de borrajas las concesiones previstas a Francia, con un «mix» energético donde la nuclear es la reina, al tiempo que introducía controles para evitar una distorsión del mercado, que preocupa especialmente a Alemania.

El plan galo fue respaldado por la República Checa, Bulgaria, Croacia, Hungría, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia, todos ellos miembros de la «Alianza Nuclear» promovida por Francia y compuesta por un total de 16 países. Esta alianza surgió en febrero durante el Consejo de Energía de Estocolmo (Suecia) para seguir reforzando la cooperación europea en el ámbito de la energía nuclear como componente importante de la ambición energética y climática de Europa».

Por su parte, Alemania (con el apoyo de socios Países Bajos, Dinamarca, Italia, Dinamarca o Luxemburgo) se oponía a que Francia obtuviera ventajas competitivas para su industria con la subvención a su enorme parque nuclear a través de los llamados contratos por diferencia (CfD), mientras que un tercer bloque presionaba por cerrar el expediente cuanto antes.

Los CfD permiten que el Estado acuerde un precio estable por la compraventa de electricidad en un plazo fijo con un generador y después se devuelve al diferencia en función de si el precio final ha sido más alto o más bajo de lo pactado.

París quería que su potente parque nuclear pudiera beneficiarse de los llamados CfD, mientras que Berlín temía que las centrales atómicas amortizadas del país vecino generasen unos ingresos extraordinarios que pudieran revertir en la industria gala, mermando la competitividad germana.

El acuerdo, tras la novena propuesta, permite que esos contratos por diferencia se puedan aplicar a todas las nuevas instalaciones de generación, las que amplíen su capacidad y extiendan su vida útil, independientemente de si se refiere a plantas nucleares u otras tecnologías, pero respetando que en algunos casos los CfD no se apliquen de forma automática sino que -como hasta ahora- deban obtener el visto bueno de la Comisión Europea a la luz del régimen de ayudas de Estado.