Finanzas
El euro cumple años con máximo apoyo y dando la bienvenida a Croacia
El próximo 1 de enero hace 24 años que comenzó a cotizar y 21 de su llegada física a manos de los europeos
Apenas faltan unos días para que se inicie el nuevo ejercicio. Como todos los primero de año, el euro celebra su aniversario. El próximo día 1 se cumplirán 24 años de su introducción en los mercados financieros y 21 desde que llegó físicamente a las manos de los ciudadanos, y lo hace, además, dando la bienvenida a un nuevo miembro, Croacia, tal y como se acordó el pasado mes de julio en la reunión del Ecofin. La moneda común europea supera ya las dos décadas y lo hace con un grado de aceptación óptimo. Y es que el apoyo de los ciudadanos europeos a su moneda se encuentra en su máximo histórico, tras los momentos de depresión sufridos en 2008 y 2012, coincidiendo con los peores momentos de la crisis económica, primero financiera y, después, de deuda, que a punto estuvo de hacer saltar por los aires la eurozona, y que llevó al entonces presidente del BCE, Mario Draghi, a pronunciar las famosas tres palabras, que ya forman parte de la historia europea, “Whatever it takes” (“lo que sea necesario”) para salvar al euro.
La moneda única llega a 2023 con un porcentaje de ciudadanos que opinan que euro es positivo para la UE que asciende 77%, proporción que, en el caso de España, llega al 79%, según los datos del último Eurobarómetro publicado a principios de este mes de diciembre. La difusión de estos datos coincide con un momento en el que el euro ha recuperado algo de aliento con respecto al dólar. Y es que tras perder este año incluso paridad en relación al billete verde (algo insólito en algo más de 20 años), y llegar a depreciarse hasta un 14%, la moneda común parece consolidarse por encima de los 1,06 dólares. Las políticas monetarias a uno y otro lado del Atlántico (más contundentes en Estados Unidos), están, sin duda, marcando el paso del mercado de divisas.
De esta forma, el Eurobarómetro corrobora que los ciudadanos siguen dando su beneplácito al proyecto de moneda común (uno de los grandes logros de la unidad europea), que comenzó a gestarse a finales de la década de los 80, con la elaboración del conocido como “Informe Delors”, donde se sentaban las bases de la futura Unión Económica y Monetaria (UEM) y se abría la puerta a la creación del Banco Central Europeo (BCE). La guinda al pastel de la UEM se puso el 1 de enero de 2002, cuando las nuevas monedas llegaron físicamente a las manos de los ciudadanos de 12 países (Alemania , Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal) que, a partir de ese momento, compartirían una misma divisa. Ese momento, se vivió con especial intensidad en los bancos centrales de la docena de países implicados en el proyecto, que fueron los encargados de llevar a cabo una operación logística sin precedentes. Un día antes, el 31 de diciembre, ya estaban preparados 1.600 millones de billetes y 7.000 millones de piezas, de los que el 80% ya se había distribuido con antelación.
“Pese a los temores iniciales, la introducción del euro fue un verdadero éxito. Tres días después de que se pusiera en circulación, el 96% de los cajeros españoles ya disponían de euros y, tras solo una semana, el 50% de las transacciones ya se realizaban con la nueva moneda. En tan solo dos meses de completó el proceso de transición en que el que euro convivió con la peseta”, recuerda Juan Luis Vega, asesor de la Dirección General de Economía y Estadística, quien trabajó activamente desde 1996 en el instituto Monetario Europeo, institución que se encargó de realizar todos los trabajos preparatorios para diseñar la política monetaria, así como la nueva divisa. Unos trabajos que, junto a los logístico realizados por los bancos centrales, entre ellos el Banco de España, fueron fundamentales para que la “operación euro” tuviera éxito.
Y es que las instituciones europeas desde una década antes estaban trabajando en cómo optimizar lo mejor que se tenía de las distintas monedas nacionales para ponerlo en común con una formulación y un diseño específico para la divisa común europea. “Pese a la diversidad de países, había un espíritu colegial y de colaboración muy intenso. Aunque se podría pensar que habría problemas derivados de las distintas concepciones monetarias de cada país, lo cierto es que esta diversidad creó un ambiente muy enriquecedor, que fue muy positivo para el proyecto”, relata Vega.
De esta manera, por fin, llegaba a manos de los ciudadanos algo tangible, que podrían tocar, y que representaba la Unión Europea, poniendo punto y final a casi 134 años de historia de la peseta. Hoy, el euro es la moneda de 19 países (20 próximamente con Croacia) y que es compartida por 340 millones de personas, siendo la segunda divisa más importante del mundo.
Desde 2007, se han producido nuevas incorporaciones, pasando a también a ser moneda legal de Eslovenia, Chipre, Malta, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania. Después de la incorporación de Croacia, el siguiente país en reunir condiciones para ingresar en la eurozona es Bulgaria, cuya aspiración es integrarse en 2024. Sin embargo, por ahora, solo cumple tres de los cinco criterios de convergencia, recogido en el Tratado de Maastricht, por lo que quizá su anhelo tendrá que esperar un poco más.