Criptomonedas
La debacle de las criptomonedas
La caída en bancarrota por un supuesto fraude de uno de los mayores «exchanges» de monedas vituales del mundo, FTX, ha hecho temblar a todo un sector, y quebrar la confianza de los inversores
«Lo siento, la cagué y debería haberlo hecho mejor». Con estas palabras escritas en su cuenta de Twitter, el fundador de la malograda plataforma de criptomonedas FTX, Sam Bankman-Fried, pedía disculpas nada más conocerse que se declaraba en bancarrota, el pasado 10 de noviembre, después de una avalancha de retiradas de activos por parte de los clientes. Esta misma semana, Bankman-Fried, escondido en algún lugar de las Bahamas, pedía por carta disculpas a sus empleados y les aseguraba que hará todo lo posible para que las cosas vuelvan a ser como antes.
Difícilmente lo volverán a ser. La empresa, una de las mayores firmas de exchange de monedas virtuales del mundo, llevaba tiempo haciendo aguas por la mala praxis de su CEO Sam. Este joven de 30 años, físico de carrera, fundó en 2019 FTX y pronto atrajo a inversores de la talla de Sequoia, considerada unas de las firmas de capital riesgo más importantes de Silicon Valley y Temasek, compañía de inversiones del Gobierno de Singapur. El pasado enero FTX llegó a estar valorada en 32.000 millones de dólares, similar a la capitalización en bolsa del BBVA, y Bankman-Fried usaba su dinero para hacer donaciones a políticos, cambiar regulaciones o comprar a sus competidores.
A medida que pasan las semanas se van conociendo nuevos detalles sobre el estilo de vida que llevaba el creador de FTX. De cara a la galería era un chico de aspecto austero, altruista, donaba a obras de caridad, pero por otro lado vivía con siete amigos –entre ellos su ex novia– en un ático de lujo en las Bahamas valorado en 39 millones de dólares. Los padres del fundador de FTX (dos profesores con sueldos de 180.000 dólares al año) y altos ejecutivos de la quebrada firma compraron al menos 19 propiedades valoradas en casi 121 millones de dólares en las Bahamas. La mayoría eran casas de lujo frente al mar.
La empresa FTX afronta ahora un agujero de 8.000 millones de dólares, que se explica en parte a que prestó a Alameda Research, su vehículo de inversión, unos 10.000 millones de dólares para colocar en inversiones de riesgo y comprar el token que emitía su compañía, exponiendo así el dinero que los clientes habían depositado en la plataforma para su propio beneficio. Se calcula que ha dejado a más de un millón de ciudadanos de todo el mundo sin su dinero. Hasta ahora, la compañía ha admitido que debe más de 3.000 millones de dólares a sus cincuenta principales acreedores.
«Nunca en mi carrera había visto un fallo tan completo de los controles corporativos y una ausencia total de información financiera fiable», arguyó John J. Ray, el consejero delegado de FTX tras la intervención judicial de la fallida plataforma de criptomonedas. El supuesto fraude cometido por Bankmand-Fried no solo ha acabado con su fortuna, cifrada en unos 16.000 millones de dólares, sino que ha extendido la desconfianza a todo lo que lleve el apellido cripto. La moneda virtual más importante, bitcoin, reaccionó nada más conocerse la noticia con fuertes caídas superiores al 6%, y en apenas un año su precio se ha desplomado un 77%, pasando de los 69.000 dólares a apenas superar los 16.500. Como pionera y principal referencia de las criptodivisas, supone el 40% del total del mercado, y su retroceso ha arrastrado al conjunto del sistema. La suma de las criptomonedas ha perdido alrededor de 200.000 millones de dólares de capitalización desde que estalló el escándalo, más del 20% del valor total del sector, según la medición de Coinmarketcap.
Los analistas sin embargo hacen un llamamiento a la calma. Arguyen que hay que separar una crisis reputacional de una empresa concreta como FTX, cuyo máximo dirigente ha cometido una serie de delitos, de lo que es el sector cripto. «Sam Bankman-Fried es un criminal, un delincuente y ha cometido una serie de delitos en el sector cripto, pero como los podía haber cometido estando en el sector arrocero, o del acero, o en Hollywood. Por eso no debemos confundir términos, lo mal que lo ha hecho una empresa centralizada con sus inversores y sus clientes, de un mal endémico en el sector cripto, un sector representado en su máxima esencia por bitcoin, ahora más fuerte que nunca», explica Miguel Caballero, fundador de Tutellus, la principal comunidad critpo. «Estoy de acuerdo que el valor de Bitcoin ha caído mucho, pero igual que lo han hecho el resto de mercados», apunta Caballero.
A lo largo de los años el mundo cripto ha generado amantes y detractores y posiblemente estos últimos se estén frotando las manos ante los últimos acontecimientos. «Pero en FTX ha habido un fraude por falta de regulación en una empresa de exchange y custodio de activos digitales, pero no ha fallado el ecosistema cripto. Es como si ante la caída de Lehman Brothers en 2008 dijéramos que el euro y el dólar no sirven para nada», apunta Javier Gordo, de Protein Capital. De lo que ha pasado con FTX hay que extraer la siguiente lección, continúa este analista, y es que «hay que ser extremadamente cuidadoso con las jurisdicciones con las que se trabaja. Países como Bermudas, Bahamas o Caimán, sin licencias bancarias, no son los lugares más aconsejables para tener tus custodios de exchange. Los únicos fiables son los europeos y americanos, y aquellos exchange de criptomonedas con licencia bancaria como Binance, Coinbase o Kraben, entre otros».
Alberto Fernánez, profesor del IE, rompe una lanza a favor de las criptomonedas. «No creo que lo sucedido en FTX vaya a arrastrar a todo el mercado cripto, aunque puede que tarde en recuperarse la confianza. Ya hemos vivido otras crisis importantes como el caso de Mt. Gox en 2014, supuestos saqueos en exchangers, etc. Pero la tecnología que subyace en las cripto, el blockhain, es segura, ya la están usando incluso los bancos centrales que llevan tiempo viendo cómo implantar el euro digital. El problema aquí es que FTX no era transparente, las auditorías no eran tan exhaustivas como cabría esperar, y la gente metió su dinero por la influencia del lobby político».
Pero el sector de las criptomonedas está acostumbrado al anonimato, a la descentralización, y es ahí «donde reside el riesgo y el encanto», opina Pablo Gil, de XTB. «En un mundo no regulado tienes un desconocimiento absoluto de lo que pueda ocurrir. Aunque, paradójicamente, en 2008, en un mundo ultrarregulado como el sector bancario, quebraron más de 452 entidades financieras en cinco años entre EE UU y Reino Unido. Mucha gente echa ahora la culpa al mundo cripto de lo que ha sucedido en FTX, pero no es cierto. Lo que pasa es que a los mercados financieros se les permite hacer auténticas barbaridades, si no, recordemos casos como el de Enron o AIG. Lo que quiero decir es que si en un mundo ultrarregulado suceden estas cosas, imaginemos en uno que no lo está. Lo que vende el mundo cripto es que estás fuera del sistema y que el gran controlador que es el banco central no existe. Ahora Coinmarketcap, donde se listan todos los exchanges y criptomonedas del mundo, ha creado un nuevo apartado, la prueba de reservas, para que de manera criptográfica puedas monitorear todas las reservas que tiene un exchange», explica Gil.
Para que casos como los de FTX no vuelvan a suceder y los inversores recuperen la confianza, la palabra regulación suena cada vez con más fuerza. La Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) de EE UU anunció que endurecerá los requisitos para que las plataformas de exchange puedan emitir tokens y venderlos libremente a usuarios bajo su jurisdicción. «Las criptomonedas necesitan una mejor experiencia de usuario porque no es un mundo sencillo», dice Javier Castro, de Bitnovo. Aconseja a cada uno custodiar sus propias monedas y tener sus claves porque «dejarlas en manos de un tercero es un riesgo innecesario».
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