Entrevista
José Manuel Campa: «El ajuste de la banca va a continuar, el covid solo lo ha acelerado»
El presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) lamenta que no se haya avanzado en la unión bancaria y advierte de que los futuros test a la banca incluirán factores verdes como la sostenibilidad y el riesgo cibernético
José Manuel Campa, presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés), atiende de manera telemática a LA RAZÓN desde su oficina de París, sede del organismo europeo. El 30 de julio, la EBA publicará sus test de estrés, un examen que quedó pospuesto en 2020 por el coronavirus y que analizará la solvencia de 38 bancos que suponen alrededor del 70% de los activos de la zona euro, entre los que se encuentran cuatro españoles (BBVA, Sabadell, Santander y Bankinter).
Estamos en plena quinta ola del coronavirus, con la variante Delta creciendo y mucha incertidumbre sobre la recuperación económica. ¿Cómo afecta todo esto a la solvencia de los bancos?
Nosotros desde que empezó la crisis hemos advertido de que iba a tener un impacto negativo en los balances de los bancos y había que ser prudente, de ahí las medidas que se tomaron el año pasado. Hasta ahora estas advertencias no se han transformado en realidad. Durante el año 2021 los ratios de capital y los ratios de liquidez de la banca han mejorado, los de mora han caído también. Es un poco paradójico, pero nosotros seguimos esperando que hasta que la crisis se resuelva, incluso después de que la economía se recupere y se eliminen todas las medidas restrictivas, haya un empeoramiento de la calidad crediticia porque hay sectores que se han visto muy afectados, y que esto incremente la mora en la banca. Estamos recomendando a los bancos que sigan con mucha atención la evolución de la calidad crediticia de sus contrapartidas. Tenemos las primeras indicaciones de que la mora va a subir. Pero nuestro análisis asegura que el sistema tiene suficiente calidad y liquidez, y estamos en condiciones para absorber los impactos del coronavirus gracias también a las medidas que se pusieron en marcha por parte de los gobiernos para apoyar a los sectores más afectados.
Hemos visto estos últimos meses bailes de fusiones y ERES masivos. ¿Vamos a continuar con esta tendencia o el ajuste ya ha llegado a su fin?
Desde antes de la crisis del coronavirus venimos advirtiendo de que uno de los retos que tenía el sector era la mejora de la rentabilidad. En el entorno de tipos bajos y no excesivo crecimiento del crédito en el conjunto de la UE era necesario que los bancos tuvieran que ajustar sus costes y mejorar sus estrategias de gasto para tener capacidad de buscar una rentabilidad más estable a largo plazo y además adaptarse a los cambios tecnológicos y al nuevo modelo de negocio que surge con la digitalización. Yo creo que este ajuste de costes es generalizado y que el covid no lo ha eliminado, sino que lo ha acelerado, con lo cual la banca seguirá por este camino. La rentabilidad el año pasado ha sido muy baja, de media en negativo para el sector. Es una tendencia desde el 2014, llevamos años en esta tendencia y tiene que revertirse.
¿La EBA cree convenientes las fusiones transfronterizas?
Nosotros trabajamos para que se establezca el mercado único europeo, que el mercado único europeo funcione bien y que tanto los consumidores como los operadores, los bancos, vean atractivo poner esos servicios a través de los 27 países distintos de la Unión. Para nosotros, éste es el objetivo. El mensaje que nos llega es que las operaciones transfronterizas no las ven rentables los gestores y tenemos que seguir trabajando, no necesariamente para que haya fusiones, sino para que exista la posibilidad de ofrecer servicios de una manera efectiva, eficaz y competitiva en varios países de la Unión, para así mejorar la competencia y la calidad de los servicios a los ciudadanos.
Con menos bancos, la impresión es que la libertad del cliente para elegir productos se ve perjudicada...
Exactamente, pero aquí no depende de cuál es el tamaño del mercado. Si yo miro al tamaño eficaz del mercado, si hay consolidación en España o Francia, eso no es tan relevante como si yo considero al final la cuota de mercado de los bancos españoles en el conjunto de UE, que es muy pequeña. Si yo consigo que los bancos de la UE compitan efectivamente por el mercado único europeo, lo que tengo que pensar es en la concentración a nivel europeo y no a nivel nacional, y esa concentración sigue siendo baja. De hecho, hay muchos bancos en Europa, hay mucha competencia y no importa tanto la concentración sino la competencia que resulta de esa concentración. Si la concentración se traduce en más competencia o menos competencia. Si se consiguen mejores operadores, la competencia será mejor y eso será mejor también para los consumidores.
Con bancos más grandes existe también el peligro de que vuelva a cumplirse el principio «too big to fail» (demasiado grande para caer) que en el pasado condujo a que las entidades financieras fueran rescatadas con dinero público...
Sí, eso es verdad, el tamaño es una preocupación, pero para eso también ha avanzado mucho la regulación. Tenemos toda la nueva normativa de resolución, de regulación de bancos, que requiere de recursos financieros para asegurar que los bancos son resolubles, y estos planes de resolución nos permiten que, en caso de que un banco entre en problemas, se pueda resolver sin que tenga implicaciones sistémicas. Esta regulación que se ha puesto en marcha en los últimos siete años facilitaría que hubiese menos sistematicidad y que el problema «too big to fail» sea menos relevante.
En 2022 está previsto que el MEDE (el fondo que rescató a países durante la crisis de deuda) actúe como prestamista de último recurso. ¿No se volverá a emplear entonces dinero público o, al menos, será en menor cantidad?
Desde luego la segunda parte es cierta. Se han puesto muchos recursos a disponibilidad de la resolución de los bancos que son recursos privados, como el fondo de resolución (sufragado por las propias entidades) y también existe la capacidad del MEDE de actuar como backstop (red de seguridad). Además de los recursos que han puesto los bancos a través de más capital y la financiación de absorción de pérdidas. Todo eso favorece que, en caso de que haya una dificultad en un banco, la necesidad de recurrir a recursos públicos sea menor. El MEDE al final es un recurso público. Ya está previsto que se pueda recurrir al MEDE, pero la cantidad sería claramente inferior a la que se ha utilizado en el pasado.
Antes me hablaba de que las entidades financieras no ven rentables las fusiones transfronterizas. ¿Le preocupa también la falta de avances en la unión bancaria?
Es un tema importante en el que debemos seguir trabajando. Desde el 2012, cuando se tomó la decisión de la unión bancaria, se ha hecho mucho para conseguir un mercado único de resolución, una autoridad de supervisión única. Sin embargo, el grado de integración efectiva de bancos que proveen servicios a través de las fronteras no ha crecido y tenemos que reflexionar sobre eso. Uno de los componentes es no haber terminado la unión bancaria, en particular la unificación del sistema de garantía de depósitos y la creación de un sistema paneuropeo o un único seguro. En última instancia, los bancos son reacios a mover dinero de un país a otro porque, si desaparece el banco, la responsabilidad sobre los depósitos de los clientes recae en un fondo de garantía de depósitos nacional.
¿Ve alguna solución? El tema parece bloqueado...
Es difícil de saber, había un compromiso de que hubiese un plan para el mes de junio. El objetivo que tiene ahora el presidente del Eurogrupo es intentarlo para diciembre. Esperemos que se pueda progresar.
¿Cuál es su valoración sobre el cambio en el objetivo de inflación del BCE al 2%?
En general, nosotros no opinamos de política monetaria. No es nuestro área, pero la parte más concreta del impacto en los bancos es relativamente menor. La esencia es que nos encontramos con un entorno futuro de tipos bajos. De hecho, vamos a publicar el resultado de nuestros test de estrés el día 30 y el escenario más adverso prevé tipos más bajos durante más tiempo, con lo cual ése es el escenario que los bancos tienen que internalizar y ver cómo operan. Pero, obviamente, ese escenario de tipos bajos no es bueno para el margen financiero de los bancos, que se reduce.
Aunque la decisión de revisar el objetivo del 2% fue tomada por unanimidad en el Consejo de Gobierno del BCE, en los últimos días han surgido divisiones sobre cómo se va a aplicar. ¿Estas posibles discrepancias en el BCE pueden generar incertidumbre en el sector?
El escenario es que los tipos van a estar bajos. Nosotros cuando hablamos con los bancos les decimos que deben tomar la política monetaria como un dato, como algo que no pueden controlar. Lo que sí pueden controlar es la gestión de costes y su forma de ofrecer productos a sus clientes.
Precisamente en un entorno de tipos bajos muchos ahorradores tradicionales se convierten en inversores. En España aún tenemos muy presente el caso de las preferentes. ¿Le preocupa que vuelva a vivirse una situación semejante?
En general sí que nos preocupa que los depositantes puedan tener la percepción de ser inversores y que los prestamistas, como los tipos están bajos, estén generando ingresos por otro lado: por comisiones, por la provisión de otros servicios. Siempre nos preocupa y este mensaje es que el que hemos trasladado durante la época covid: los bancos deben preservar el mejor interés del cliente cuando ofrecen ofertas de servicios financieros y esos servicios deben ser coherentes con el perfil de riesgo del cliente, con el conocimiento de ese producto por parte del cliente, valorando lo que es un buen producto para el cliente y no un buen producto para el banco. Nosotros estamos poniendo énfasis en la percepción del consumidor, con la conducta de los bancos también en la prevención del crimen financiero.
La CE ha propuesto una nueva autoridad europea para luchar contra el blanqueo de capitales. ¿Cuál va a ser el papel de la EBA?
Nosotros somos la autoridad en la que recae la responsabilidad a nivel europeo de la regulación del blanqueo en el sector financiero desde enero del año pasado. La directiva actual es muy de mínimos, de principios, y da mucha libertad a los Estados miembros. Después todo lo que tiene que ver con la supervisión es responsabilidad nacional. Nuestra labor es de coordinación, pero la propuesta de la Comisión y, nosotros pensamos que va en la dirección correcta, es por un lado más regulación directa para que haya más homogeneidad en el tratamiento del blanqueo de capitales en la UE y la supervisión directa de esta nueva institución sobre las entidades más arriesgadas, lo que no siempre va ligado con el tamaño. La lista aún se tiene que decidir. Por nuestra parte va a haber colaboración plena. Esa autoridad no tendrá solo responsabilidad sobre los servicios financieros, sino sobre entidades de blanqueo que pueden estar en otros sectores. Nosotros seguiremos manteniendo la responsabilidad de que el riesgo de blanqueo esté incorporado en todos los controles de los bancos. De hecho, en la propuesta de la Comisión Europea nosotros estamos presentes en el Consejo de Supervisión de esta entidad.
¿Cómo se sabe cuáles son las entidades más peligrosas?
Éste es un aspecto en el que nosotros hemos empujado. Una de las grandes quejas es que la legislación actual resulta muy formalista. Las entidades se espera que rellenen unos informes de transacciones que pueden ser sospechosas y que las transmitan a las autoridades. Hay mucha transmisión de datos pero muy poca transmisión de información. Nosotros lo que decimos es que lo más importante no es el número de transacciones, sino hacer un filtro previo de criterios de entidades y clientes más arriesgados y después hacer un seguimiento estrecho de dónde crees que el riesgo está más concentrado. Esto lo propone también la Comisión y hay varios criterios: cuál es el grado de transacciones que se hacen entre partes de forma muy rápida, volumen, jurisdicciones…
Usted tuvo que lidiar con lo más duro de la crisis anterior como secretario de Estado de Economía, ¿qué diferencias ve entre una crisis y otra?
Desde el punto de vista bancario hay claras diferencias. Una de ellas es el origen de la crisis. Ésta ha sido un shock sanitario, externo a la economía, aunque para resolverla se hayan tenido que tomar medidas económicas de restricciones con implicaciones para la renta de las personas y la solvencia y liquidez de los bancos. En la crisis anterior, el origen fue el sector financiero y en países como España había desequilibrios económicos muy importantes como una gran concentración de actividad en el sector inmobiliario. Eso no ocurre hoy, no hay desequilibrios subyacentes tan grandes. Como economista diría que ésta es un crisis más cíclica, es probable que la gente vuelva a su vida de antes, mientras que la anterior era más estructural. Desde el punto de vista bancario, las entidades estaban en una mejor posición al principio de esta crisis. Además, la actuación de política económica ha sido mucho más rápida, firme y asertiva, casi agresiva- que en los años 2008-2012, ya que la crisis fue muy larga.
Pero la economía española sigue siendo muy dependiente del turismo y la hostelería. ¿El fondo Next Generation no va a servir para transformar este modelo económico?
Bueno, yo creo que va a servir para transformar el modelo económico europeo. Yo creo que esta crisis lo que ha hecho no es identificar nuevas vulnerabilidades pero sí acelerar procesos que teníamos anteriormente: rentabilidad de los bancos, sostenibilidad… y eso ha hecho que se puedan poner en marcha medidas muy ambiciosas como el Next Generation EU, que no se ha ideado para resolver el problema del covid sino para resolver problemas estructurales de transformación, con un poco de suerte, para las próximas décadas.
¿Cree que España será capaz de absorber los fondos?
Sí, confío en la capacidad de España. Nuestro país ya lo demostró hace 20 años con los fondos FEDER de desarrollo regional. El mensaje que se nos transmite es que el plan de España es sólido, es bueno y está bien planteado. El diablo siempre está en los detalles y en la ejecución, pero no tengo razón para pensar que no.
¿Cómo van a contribuir los bancos a la lucha contra el cambio climático?
Los bancos tienen que tener una estrategia de sostenibilidad propia sobre cómo quieren aproximarse a este reto. En primer lugar, criterios de gobernanza, comité de sostenibilidad, cómo van a evaluar esos riesgos dentro de su organización... En segundo lugar, deben tener información adecuada y vamos a pedir a los bancos datos sobre la exposición a ciertos sectores verdes o no verdes y cuál es su ambición de dónde quieren estar a medio plazo. En tercer lugar, hay que mejorar esos modelos de cómo evaluar esos riesgos. Eso es muy complejo porque en muchos sectores no sabemos cómo va a evolucionar ese riesgo subyacente porque la regulación puede cambiar o esa percepción del riesgo es distinta. Hace tres meses publicamos un primer ejercicio de sensibilidad de los bancos al riesgo climático. Si se cumplen estas tres condiciones, los bancos tendrán la capacidad de canalizar los fondos a los proyectos que sean atractivos.
Habrá ejercicios de estrés climáticos cada cierto tiempo, entonces...
Sí, serán distintos a los de ahora. Quizás no estén tan centrados en la solvencia sino en aspectos más cualitativos que cuantitativos, porque probablemente no tendremos capacidad para ser precisos. Pero según vamos avanzando, en nuestro mapa de riesgos aparte de los tradicionales de crédito de mercado, está el riesgo cibernético y el de sostenibilidad. Son los que más han aumentado y que más importancia le estamos dando.
¿No pueden perder competitividad las entidades europeas respecto a las de otros países por esta revolución verde?
Mi preocupación reside en que, por no tomar medidas, nos veamos en situaciones más drásticas de impacto del cambio climático y de sostenibilidad. En ese sentido yo soy bastante optimista. La sensibilidad global ante estos problemas se está incrementando. El problema hay que gestionarlo y todos los análisis científicos nos indican que los riesgos no han desaparecido sino al contrario.