Balón de Oro

Rodri, un Balón de Oro que reivindica la normalidad

Es el primer español que gana el trofeo en 64 años. Luis Suárez había sido el último y el mejor jugador del mundo recordó a todos los españoles que lo merecieron y no lo ganaron

Rodri subió al escenario del teatro Chatelet de París apoyado en dos muletas y junto al seleccionador español, Luis de la Fuente. Eso fue la primera vez, cuando todos los nominados que estaban presentes fueron llamados a escena. La segunda vez apareció solo para recibir el Balón de Oro que lo reconoce como el mejor jugador de la temporada pasada.

Una sorpresa para todo el mundo incluido él. Rodri sólo pensaba en recuperarse de la lesión de ligamentos que le tendrá parado hasta el próximo curso y en estar en el podio del Balón de Oro cuando se encontró con la sorpresa de que «France Football» y la UEFA lo habían elegido a él por delante de Vinicius, que era el gran favorito para Balón de Oro.

Tradicionalmente «France Football» entrevistaba antes de la entrega al ganador y publicaba la revista al día siguiente de la ceremonia. Este año prefirió retrasar la publicación hasta los primeros días de noviembre para que el ganador fuera el primer sorprendido al recibir el premio. Pero se filtró antes y Rodri ya sabía que era el ganador antes de que se lo entregara George Weah, el primer jugador no europeo que ganó el Balón de Oro.

Rodri dejó las muletas a Didier Drogba, el presentador de la gala, para recoger el premio. «Hoy tengo muchas cosas que agradecer a mucha gente, en primer lugar a ‘‘France Football y a la UEFA. Es un día muy especial para mi familia y para mi país», dijo antes de dar las gracias a su novia, Laura. «La persona más importante que tengo hoy en día. Justo hoy hacemos ocho años, es nuestro aniversario y este camino no hubiera sido el mismo sin ella», confesó.

Han pasado 64 años desde que Luis Suárez ganó el Balón de Oro cuando todavía era jugador del Barcelona. El único futbolista nacido en España que lo ha conseguido, aunque Di Stéfano, que recibió el de plata en la primera edición, ya lo había ganado como español en 1957 y en 1959. Lo que en la categoría femenina Alexia Putellas y Aitana Bonmatí han convertido en una costumbre, es una rareza en la categoría masculina.

No pudieron conseguirlo Butragueño, superado por Belanov en 1986; Raúl en 2001, superado por Owen vaya usted a saber por qué, ni Xavi e Iniesta en 2010 porque en aquel momento los votantes sólo imaginaban que podían ganarlo Messi o Cristiano. Incluso Luis Suárez debió ganarlo otra vez, ya con la camiseta del Inter de Milán, En 1964 ganó la Copa de Europa con el equipo italiano y la Eurocopa con España, siendo además la estrella de los dos equipos, pero el jurado prefirió premiar al escocés Dennis Law.

De ellos se acordó Rodri al recibir el premio. «Hay tantos jugadores que no lo han ganado y lo han merecido, como Xavi, como Iniesta, como Iker [Casillas], como Busi», dijo. Pero un recuerdo especial fue para Carvajal, que fue cuarto en las votaciones y que está lesionado como él. «Merecía estar aquí», dijo. Y también para Lamine Yamal, «uno que lo ganará no dentro de mucho».

Rodri recoge su premio como un premio para todo el fútbol español. El jugador del City representa a todos los compañeros con los que ha ganado la Eurocopa este verano, de los que también se acordó, igual, que de Luis de la Fuente. «Por confiar en mí desde hace tanto tiempo», dijo.

Le dio la confianza que incluso a él le faltó. De niño fue rechazado por el Atlético de Madrid y que tuvo que marcharse a Villarreal para llegar a la élite. «Recuerdo llamar a mi padre llorando con la sensación de que todo había acabado, de que había invertido toda mi vida para un sueño que se desvanecía y me dijo ‘‘si hemos llegado hasta aquí no vamos a tirar la toalla. Y desde ese día cambié la mentalidad hasta hoy’’», recuerda emocionado.

Ha tenido que ser un futbolista que no parece futbolista fuera del campo el que devolviera el Balón de Oro a España. Alejado de vestimentas estridentes y de cualquier adorno que llame la atención. Un futbolista de los de antes, que sigue jugando con la camiseta por dentro del pantalón como los clásicos y que vivía en una residencia de estudiantes cuando ya era un jugador asentado en Primera División. «Un chico normal que estudia, que no se fija en los estereotipos del fútbol puede llegar a ser nombrado el mejor jugador del mundo», advierte. «El triunfo del fútbol», le dicen sus amigos.