Fútbol
Naufragio europeo del Sevilla
La derrota en Lens, 2-1, lo elimina de todo torneo continental al haber quedado último de su grupo con sólo dos puntos
Hay años en los que uno no está para nada y eso debe pasarle al Sevilla que, parafraseando al villancico de los peces en el río ahora que estamos casi en fecha, pierde y pierde y vuelve a perder. Tenía que ganar en Lens el equipo de Diego Alonso, que sólo ha vencido dos de sus trece partidos y ambos ante rivales de Regional en la Copa, para caer a la tercera plaza y, por ende, a esa Europa League que lo ha coronado siete veces. Pero esta botella, descorchada a la desesperada, volvió a sacar zurrapa y los sevillistas padecieron un nuevo episodio de auto-sabotaje a los que están últimamente acostumbrados.
Dominaba el Sevilla a un rival empequeñecido y asustado hasta que Boubakary Soumaré regaló el balón con toque directo al rival cuarentón de Preferente y atropelló a un adversario, en su trote cochinero de vuelta, dentro del área. Penalti, digamos que riguroso, transformado por Frankowski y golpetazo moral a un equipo demasiado débil como para sobreponerse de estos auto-sabotajes. Fuera de Europa y enterrado en las catacumbas de la Liga, la campaña 23/24 sólo puede traer ya cosas malas.
Salió un Sevilla prometedor a la caldera del Félix Bollaert. Nada para volverse locos, pero una delicia en comparación con lo que viene viendo, considerando además la tremenda plaga de bajas con la que lidia Diego Alonso. Jugó una primera parte agradable, sin que Dmitrovic ni su novedosa línea de tres centrales pasase apuro alguno y con Samba erigido en el héroe de la tarde por su vuelo para manotear el tirazo de Rakitic al filo de la media hora. Fue la única ocasión clara en todo el primer acto de un Sevilla que dominó sin agudeza.
El Lens demostró al comienzo de la segunda mitad por qué los equipos de la Ligue 1, incluido el opulento PSG, rarísima vez brillan en Europa: son torpes y febriles, quizá inexpertos porque el talento local emigra en masa. Un robo alto de Gudelj terminó con remate con el exterior de Pedrosa en la cruceta. Pero justo cuando el partido entraba en su fase decisiva, llegó el doble error de Soumaré para boicotear las esperanzas de los sevillistas que, sin embargo, encontraron arrestos para morir con las armas en la mano. Es digno de agradecer.
A falta de un cuarto de hora, más un larguísimo descuento que ya se perfilaba, En-Nesyri fue derribado en el área y Sergio Ramos transformó el consiguiente penalti al segundo intento, tras moverse Samba en el primero que detuvo. Lo metió al estilo Panenka el camero, maquillando con su cuajo una velada amarga, y aún tuvo un tiro franco desde dentro del área para poner el 1-2 en el primer minuto de descuento, pero mandó el zurdazo a las nubes. La estrella que era habría colado ese disparo y el club que fue el Sevilla hasta anteayer se ha hartado de celebrar goles más inverosímiles. Pero todo pasa, como se encargó de demostrar Fulgini cerrando el partido con una contra que dejaba los tres puntos en Lens.
Esta derrota oscurece sobremanera el horizonte de Diego Alonso a quien su valedor, Víctor Orta, empezaba a soltar la mano en las horas previas al partido: «Todos los entrenadores dependen de los resultados». Blanco y en botella. Quique Sánchez Flores busca piso en Sevilla, la ciudad en la que vivió parte de su juventud mientras su padre, Isidro, militaba en el Betis. Nunca escondió su querencia sevillista y parece que ha llegado su hora.
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