Fútbol
Liverpool-Real Madrid (2-5): El Madrid deja su huella en Anfield
El Real Madrid se llevó dos goles antes del cuarto de hora, pero agarrado a Vinicius, primero y al colectivo después, dejó una exhibición frente al Liverpool
Hay lugares míticos en el fútbol que día a día se trabajan ese mito. Anfield es uno de esos santuarios, por la canción que canta la grada antes de que empiece el partido y porque cuida el fútbol y los detalles, como ese homenaje a Amancio, que puso un nudo en la garganta a los madridistas. Hay lugares míticos, porque cada día se encargan de crear ese ambiente y hay equipos, un equipo más bien, que está más allá del mito. En Anfield, el Madrid, el campeón de Europa, el equipo que más títulos ha ganado, escribió un partidazo, de esos que se guardan en la memoria de los aficionados, que van creando adhesiones. Y lleva varios de esos en la Champions en los últimos tiempos. La temporada pasada fue por corazón, porque encontró la fe donde los demás veían la derrota. En Anfield fue más, porque a eso, a escapar cuando está contra las cuerdas, con dos goles en contra y la certidumbre más fuerte (Courtois) en duda, le sumo el fútbol. Salió de lo peor y pasó por encima de un Liverpool que no supo muy bien qué le pasó por encima cuando sólo le faltaba rematar al rival.
En el minuto 13 era ese momento de película mala en la que el héroe está en el suelo, dolido, desarmado mientras el rival le apunta, le cuenta sus hazañas y se regodea. Es entonces cuando las películas se vuelven inverosímiles y cuentan la recuperación del herido y su renacer sin mucha lógica. Más o menos, lo que suele hacer el Real Madrid en la Champions.
El héroe, en este caso, es Vinicius. A él, como está sucediendo toda esta temporada, sea agarró el Madrid cuando creía que un vendaval le iba a destrozar en Anfield. Con Salah castigando una y otra vez a Alaba, titular en la izquierdda, el Liverpool llegaba y llegaba, al estilo Klopp. Darwin Núñez marcó de un taconazo y poco después Courtois hizo lo más impensable de la noche (lo primero más impensable). Un pase peligroso de Carvajal atrás lo convirtió el portero belga en una escena cómica, que era dramática.
El Madrid veía el precipicio. El primer partido de la serie terrible y sin haber llegado al cuarto de hora, era barrido por el Liverpool de siempre. Entonces hizo lo mejor que se podía hacer: encomendarse a Vinicius, ese goleador (qué cosas eh), que se inventa un remate rápido, seco y cruzado. Vinicius, ese futbolista que aprende rápido y vio cómo Benzema presionaba a los porteros rivales durante la Champions pasada y ahí fue a por Alisson, para que este aliviara la culpa de Courtois con otro error que volvía a empatar el partido.
Pero no se empezaba de cero. Comenzaba ahora con el Madrid mucho más hecho, con Nacho por Alaba, lesionado, en la banda izquierda y con el Madrid mucho más instalado en el campo rival, moviendo con velocidad la pelota. Ancelotti resolvió sus dudas y jugó con Rodrygo arriba sacrificando a Ceballos en el centro. Es decir, más profundidad que controlo. Fue un acierto, aunque durante los primeros diez minutos parecía un grave error, por lo que sufrió el Real Madrid al principio.
No lo volvió a hacer más. Anfield se convirtió en su escenario, ese lugar dejas la firma de lo que eres y, es más, de lo que puedes llegar a ser. La segunda parte fue una exhibición, control total del choque y un acierto descomunal ante la portería contraria. Modric tomó el mando del encuentro bien acompañado de Camavinga, mientras Vinicius seguía a lo suyo. Provocó la falta con la que llegó el tercer tanto, un ramate frontal de Militao que dibujó cómo es la defensa del Liverpool.
El tanto dejó en shock al equipo de Klopp que se fue arriba con miedo ante lo que dejaba atrás. El equipo inglés es Arnold Alexander: un lujo para irse arriba y un agujero atrás. Fue el momento de Benzema. No estaba siendo el más protagonista, hasta que lo fue. Un Madrid tremendo.