Santo Domingo
MBappé no corre en Pamplona
El jugador del PSG se examina hoy ante Uruguay. Mbappé se ha convertido en una de las estrellas del Mundial y todos las miradas van a estar pendientes de sus carreras como estaremos a partir de mañana de los encierros de San Fermín. Allí son otro tipo de carreras, pero casi tan importantes como la de Kylian.
Cuando suene el chupinazo, a las doce de la mañana, y los Sanfermines 2018 conviertan, de facto, a Pamplona en la capital del mundo –exagerar también vale–, Kylian Mbappé estará llegando al estadio de Nizhny Nóvgorod, pensando en superar a Martín Cáceres, Godín, Giménez y todas las trampas que el «jardinero» Tabárez le ponga en el camino para frenar su velocidad con la que destroza defensas irrespetuosamente. Para Kylian, diecinueve años, nacido en uno de los barrios duros de París, Pamplona no existe, los encierros no están en su disco duro y su única preocupación será que Francia le gane a Uruguay, ese pequeño país en el que das una patada y salen tipos duros, buenos, bravos y goleadores como Cavani y Luis Suárez, nacidos en la misma ciudad, Salto, el mismo año, a pocas cuadras, y de profesión, sus goles. Edinson, el de los pelos largos, que es compañero suyo en el PSG, se pierde la fiesta por culpa de una lesión. Un alivio para Mbappé, Deschamps y los franceses, que aspiran a una semifinal con Brasil.
Para mis amigos de Guadalix de la Sierra, Colmenar o San Sebastián de los Reyes a los que les gusta el fútbol a rabiar, y muchos de ellos corren el encierro con la camiseta del club de sus amores, Mbappé es motivo de discordia. Sirve para discrepar entre botellín y botellín, de agua, que ellos se cuidan mucho. ¿Con su velocidad en el encierro se saldría? No. No es lo mismo correr delante de los toros de Escolar, Jandilla o Victoriano del Río en la Cuesta de Santo Domingo, Estafeta o en el tramo de Telefónica que en una alfombra verde, con un balón controlado o sin balón esperando el pase al espacio libre de un compañero. Mbappé podrá recibir alguna patada, algún agarrón o cualquier otro tipo de argucia –los uruguayos son muy cancheros– para frenarle e intimidarle, pero no es igual que pelearse con los seis astados que atronan el asfalto pamplonés y los miles de corredores que te empujan, te dan codazos y no te permiten meterte entre las astas del toro para que la adrenalina se te dispare en poco más de un minuto. Riesgo, emoción y esfuerzo porque conozco corredores que preparan los sanfermines con tanta pulcritud como con la que Mbappé se entrena a diario ya sea con el PSG o con la selección «bleu».
Para el combinado galo llega el momento de la verdad. Es el momento de que Francia dé un paso adelante tras el fiasco de su Eurocopa, que le arrebató Portugal sin Cristiano. Y ante Uruguay deberán poner en práctica todo su «savoir faire» para salir victorioso. Nosotros tendremos tiempo de ver el chupinazo y luego las correrías de Mbappé ante un equipo disciplinado, entregado y solidario que va a morir por la celeste. Allí se van a juntar Godín, su íntimo Griezmann, Giménez, Lucas Hernández, Lemar (todos del Atlético) en busca de la gloria. La misma que mis entrañables corredores buscarán a lo largo de ocho días en la capital navarra. Queda dicho que echarse unas carreras como las que se da Mbappé no será posible. Son velocidades y situaciones distintas. Si Uruguay es derrotada se oirá con fuerza en París y en todo el país : «vive la France». «Viva San Fermín» atronará hoy en Pamplona. Están de «Fiesta». Ya lo contó Hemingway.
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