Europa League
Un buen Barcelona tampoco es suficiente: 1-1 ante el Nápoles
Zielinski marcó primero y empató Ferran Torres de penalti. Los azulgrana merecieron más en un gran segundo tiempo. Se juegan la clasificación a domicilio
El Barcelona a veces no puede y cuando puede, le falta rematar. Jugó un buen partido contra el Nápoles, pero los goles son la vida en el fútbol, y marcó sólo uno, y de penalti, lo que le condena a tener que jugarse la clasificación para octavos de la Europa League a domicilio. Lo que no le faltó es actitud para afrontar una competición menor para un club como el azulgrana.
La ley de la pegada empezó a castigar al Barcelona en la primera parte contra el Nápoles porque Ferran Torres mandó fuera una oportunidad clarísima que resolvió horrible. Con el cuerpo totalmente descompensado hacia un lado, remató alto el mano a mano con el portero y a la vuelta Zielinski sí acertó tras la gran jugada de Fabián. El español pisó la pelota cuando todos esperaban un pase para ceder con comodidad el balón al polaco. El primer disparo se lo paró Ter Stegen, pero el rechace fue para adentro. En un momento se pasó del posible 1-0 al 0-1 y Ferran seguía buscando su sitio en el Camp Nou. No termina de brillar ni como extremo ni como falso nueve, pero no le falta valentía para seguir intentándolo. E incluso asumió la responsabilidad de lanzar el penalti que supuso el empate. Lo hizo con una calidad sublime.
Tampoco es que Aubameyang estuviera brillando en su primer partido como titular. Adama, en cambio, parece que lleve ahí toda la vida. Es cierto que pasó por la cantera y eso puede ayudar. Su adaptación es de esas que se suele llamar de “rendimiento inmediato”. Tiene muy claro lo que debe hacer: encarar a su rival en cuanto tenga ventaja (y cuando no, casi que también), llegar a línea de fondo y centrar, por arriba o por abajo. Nadie remató sus centros. Sí chutó Nico con peligro, para encontrarse con las manos de Meret.
Fue creciendo el Barcelona después de un comienzo en el que el Nápoles le estaba superando, rondando la portería de Ter Stegen y el último pase a Osimhen, que buscaba un desmarque tras otro al borde del fuera de juego. Había cambios en el once habitual de Xavi. De Jong no extrañó la posición de mediocentro (sin excesos) y Nico volvió a la titularidad para mostrar su habitual despliegue. El tanto fue un mazazo, porque era justo cuando mejor se estaba sintiendo el conjunto barcelonista. Intentó apretar después del 0-1, pero el equipo sigue teniendo un problema de contundencia y claridad. Le cuesta generar ocasiones claras y su porcentaje de acierto cuando lo consigue tampoco suele ser elevado. Lo que hizo de maravilla fue la recuperación después de pérdida, a ratos antes del descanso y especialmente en el arranque de la segunda parte.
Se adueñaba Pedri de la situación con un catálogo de detalles infinitos: el amago, el taconcito, la pared... Pero se defendía el Nápoles de forma extraordinaria, con Koulibaly en plan frontón. El Barça ya estaba donde quería tras el descanso, robaba en campo ajeno y se lanzaba al ataque. Se desbocó por fin. Sometía a su rival y encontró la recompensa en una de esas jugadas del fútbol actual: una mano de Juan Jesús después de un pase de Adama que “señaló” el VAR. Ferran hizo un saltito previo al remate y puso de rodillas al portero.
Xavi quería la victoria y por eso apostó por sacar de la rotación a Busquets y Gavi y poner a jugar también a Dembélé. La respuesta del Camp Nou estaba cantada: una pitada para el francés después de su desafío con el club. Se fue pasando con el paso de los minutos. El Nápoles ya lo fiaba todo a un balón largo a Osimhen, que estaba siendo un dolor de cabeza para Eric y Piqué cuando podía correr.
La ofensiva final barcelonista fue fantástica. Tuvo de todo: velocidad en los pases, claridad con Pedri, desborde con Dembélé... Pero no remate: Ferran Torres perdonó otras dos clarísima, otra pelota se paseó por el área y el recurso último de apostar por Luuk de Jong esta vez no fue salvador. El neerlandés, de todas formas, volvió a hacerlo todo bien en los pocos minutos que tuvo. Llama a la titularidad. Por estado de forma y eficacia es el mejor delantero que tiene el equipo.
No logró plasmar el Barcelona en goles su superioridad y eso en fútbol es un pecado.
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