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Buen arranque

El Atlético gana al Oporto en un tiempo añadido de locura (2-1)

El partido cambió de rumbo tres veces en diez minutos y acabó decidiéndose por un gol de Griezmann

Hay partidos que duran sólo diez minutos, prolongaciones que valen más que la hora y media de antes y que provocan que un partido que iba hacia ningún sitio cambie tres veces de dirección.

Mario Hermoso cambió dos veces el destino encuentro. Pocas veces un jugador es capaz de influir tanto en las dos direcciones y en tan poco tiempo. Había entrado en la segunda mitad para recomponer una defensa que sufría desde que Simeone decidió reducirla a cuatro hombres en la mitad del partido.

Pero Mario se hizo notar antes en ataque, cuando recibió un pase de Correa en el borde del área, se quitó un defensa de encima con el control como si fuera un delantero y marcó después de que su remate pegara en otro defensa.

Su aparición como delantero estrella se diluyó cuando la pelota estaba en su propia área. Se le escapó un control y alargó la mano para que la pelota no se fuera más lejos. Marcó Matheus desde los once metros y el partido volvía a comenzar con sólo cinco minutos por delante.

Tiempo suficiente para que apareciera Griezmann. El francés se ha especializado a la fuerza en hacerse notar en periodos cortos de tiempo. El Atlético no le deja jugar más de media hora para no tener que pagar 40 millones al Barcelona por su traspaso y Antoine ofrece lo mejor de él en los minutos que le dejan.

Y lo mejor contra el Oporto fue marcar de cabeza el gol de la victoria rojiblanca. Sólo tuvo que empujarla después de que Witsel la hubiera tocado antes.

Griezman devolvía la sonrisa a un equipo que no acaba de encontrar el camino del juego. La Champions no es diferente a la Liga para el equipo de Simeone, que padece de manera preocupante cada partido. Fue sometido por el Oporto durante muchos minutos y, como es habitual, agradece a Oblak una parte del resultado, una victoria que podía haber resultado cualquier cosa en el estreno del equipo en la Liga de Campeones.

Iba encaminado hacia lo mismo que había sucedido la temporada pasada, cuando los rojiblancos se enfrentaron al equipo portugués en el estreno europeo y después del 0-0 fueron incapaces de enderezar el rumbo en el continente.

Para el Oporto fueron el balón y las ocasiones antes de que llegaran los goles. Partiendo del manejo de Matheus y de Eustaquio y pasando por el desborde de Galeno, los portugueses obligaron al Atlético a preocuparse de no encajar goles más que de conseguirlos. Oblak tuvo que esforzarse para despejar un lanzamiento lejano de Eustaquio en la segunda mitad. Y en ese disparo los rojiblancos comprendieron que bastante tenían con sobrevivir.

Era Joao Félix, como es habitual, el que tenía las ideas más claras, pero cuando Simeone lo sustituyó por Correa el estadio asumió que el partido era una cuestión de supervivencia.

El Atlético vive en la contradicción permanente entre las características de sus jugadores y las ideas de su entrenador. Apenas pone defensas Simeone en el campo y, aunque los cambios son ofensivos, el juego del equipo no mejora,

Es una desconexión constante el juego del equipo del Cholo, que encontró algo de alivio cuando Taremi, el delantero iraní del Oporto, vio la segunda amarilla por simular un penalti.

Después llegaron los goles y ahora todo parece diferente.

Once del Atlético: Oblak, Molina, Giménez, Witsel, Reinildo, Carrasco; Koke, Llorente, Saúl; Joao Félix y Morata.

Once del Oporto: Diogo Costa; Pepé, David Carmo, Pepe, Zaidu; Uribe, Otavio, Eustaquio, Galeno; Evanilson y Taremi.