Aniversario
El día que nació Perico
Hoy se cumplen 30 años de la primera Vuelta que ganó Pedro Delgado, como lider del equipo Orbea, que tantas bicicletas le hizo vender.
“Muchas bicicletas tienen que vender éstos para pagar a mi hijo”, escuchaba Pedro Delgado decir a su padre cuando abandonó el Reynolds, su equipo de toda la vida, para fichar por el Orbea. Lo que no se imaginaba don Julio eran las bicicletas que iban a vender en España Orbea y las demás marcas gracias a su hijo. Gracias, especialmente, a hazañas como aquella que le llevó a ganar su primera Vuelta a España hace hoy 30 años.
El 12 de mayo de 1985, cuando ser la sintonía de la Vuelta era una garantía de éxito para cualquier canción –“Baila”, de Iván, fue la elegida ese año- y Galerías Preciados patrocinaba el premio de la Montaña, Pedro llegaba vestido de amarillo a Salamanca, al final de la carrera, algo impensable apenas unas 24 horas antes. La penúltima etapa acababa en Segovia y Pedro, que se había vestido de líder después de ganar en los Lagos de Covadonga en la sexta etapa. Era el líder del Orbea, un equipo joven que había trasplantado su estructura desde el campo amateur al profesional un año antes, y empezaba a justificar su fichaje. Pero le duró poco. Al día siguiente, camino de Alto Campoo, su compañero Peio Ruiz Cabestany hereda el jersey de líder. “Iba cuadrado”, confiesa Pedro. Pero eso no era suficiente para que Txomin Perurena, su director, perdiera la confianza en él. Después de la etapa, Txomin le dijo que estuviera atento, que confiaban en él. También en Peio, pero era muy joven y no sabían cómo iba a reaccionar.
Con el paso de las etapas, Delgado fue perdiendo más tiempo y Peio, el maillot amarillo. A la penúltima etapa, llegaba el escocés Robert Millar como líder. Muy cerca de él, Pacho Rodríguez, el colombiano del Zor, y Peio Ruiz Cabestany. Delgado, a 6:13, sólo pensaba en ganar la etapa que llegaba a su tierra, a las Destilerías Dyc en Palazuelos de Eresma, a escasos kilómetros de Segovia. Lo intentó varias veces, pero no le dejaban marcharse, no se fiaban de él. Hasta que Pepe Recio, ciclista del Kelme, sin posibilidades en la general, consiguió abrir hueco con los favoritos. Hasta que, bajando Navacerrada, Perico consigue despegarse. “La culpa fue de la niebla”, dice Txomin Perurena. Pedro reconoce que la meteorología le ayudó. “No se veía nada”, dice. Aprovechó su conocimiento de la zona, por la que entrenaba habitualmente, para arriesgar. Atrapó a Recio, que en principio no se atrevía a colaborar. Hasta que las distancias fueron aumentando. Delgado le prometió la victoria de etapa. Para él quedaba un salto en la general difícil de imaginar todavía.
“En principio yo pensaba sólo en ganar la etapa, pero cuando vi que las diferencias crecían, hablé con Pepe [Recio] y le dije que a mí me bastaba ser segundo”, confiesa Delgado. Por detrás, Perurena no se explicaba nada de lo que sucedía. “En principio se trataba solo de que Pedro hiciera algo grande porque la carrera llegaba a su tierra. Radio Vuelta daba las diferencias, pero el equipo de Millar, el Peugeot, no se movía. Era raro. Los demás dejaban todo en manos del equipo del líder, para que trabajara él”, asegura. Los demás, eran el Zor de Javier Mínguez y él mismo, que llevaba a Cabestany como tercer clasificado. “Txomin consiguió una gran alianza entre españoles”, explica José Luis Pascua, preparador de Perico durante toda su carrera y que iba con él en el coche por delante. “La alianza la consiguió José María García”, replica Perurena. Y cuenta cómo el periodista iba diciendo a Mínguez que no podía tirar, que era un español el que iba por delante. La Vuelta disfrutaba de su tercer año con televisión en directo. En aquella época de sólo dos canales de Televisión, “las mujeres dejaban de ver la telenovela de la 2 para ver la Vuelta”, recuerda Pedro. En 1983 había ganado Bernard Hinault, un año después, Eric Caritoux. La Vuelta necesitaba un triunfo español y Perico estaba a punto de lograrlo.
Millar, mientras tanto, viajaba por detrás ajeno al desastre que se le venía encima y daba palmadas en la espalda a Pacho Rodríguez y Peio Ruiz Cabestany para reconocerles lo buenos rivales que habían sido.
En las destilerías Dyc, Recio entró primero con Perico esprintando por detrás para arañar todos los segundos posibles. Entonces, la angustia comenzaba a crecer. En cada grupo de ciclistas que llegaba a la meta, Pedro creía ver a Millar, que nunca llegaba. Al superar esos 6:13 que tenía de desventaja al comenzar la etapa, Delgado no pudo contenerse. Rafa Carrasco, director del Kelme, lo abrazaba mientras él celebraba su triunfo. Al terminar, Millar dijo que no volvería a España, aunque regresó al año siguiente con el equipo Panasonic para volver a ser segundo detrás de Álvaro Pino. El equipo Peugeot despidió a su director, Roland Berland, al regresar a Francia.
Era la primera gran vuelta de Perico, que un año antes se había quedado a las puertas. “En la penúltima etapa, una contrarreloj en Torrejón de Ardoz, iba marcando el mejor tiempo, incluso mejores que los de Julián Gorospe, que ganó la etapa”, recuerda. Pero en los últimos kilómetros una caída arruinó sus esperanzas. “El tiempo de Gorospe me hubiera servido para ganar aquella Vuelta”, dice. Pero el ganador fue Caritoux, con sólo seis segundos de ventaja sobre Alberto Fernández, que fallecía pocos meses después en un accidente de tráfico.
Perico consiguió tomarse la revancha un año después. Llegaba el momento de los reconocimientos y José María García le dice que el alcalde de Segovia le quiere dar un homenaje el domingo, después de que acabe la Vuelta, y que él le lleva en el helicóptero de Antena 3. Pedro, que se había comprometido ya con Televisión Española para en el Telediario, le dice que no. “Si quieres hablar tú con los de Televisión, pero yo he dado mi palabra y voy a Televisión Española”, le dice. “Era un gallito yo”, recuerda Pedro. No era fácil en aquel momento decirle que no a García. En Televisión Española no fueron tan firmes y al día siguiente, al acabar la Vuelta en Salamanca, el helicóptero de Antena 3 llevó a Delgado a Segovia para el homenaje de su ciudad y después, a Televisión Española para que fuera entrevistado por Matías Prats en “Estudio Estadio”. Para hacerse una idea del poder de García en aquel momento basta ver las imágenes de la llegada a Segovia –disponibles en la página web de Perico, pedrodelgado.com – y el cariñoso golpe en la cara que da al alcalde de Segovia.
Ayer, Pedro volvió a vivir aquel triunfo en una reunión organizada por Orbea y por Etxeondo, el proveedor de ropa deportiva del equipo hace 30 años. La excursión se cita en lo alto de Navacerrada y termina en Destilerías Dyc, como entonces. Etxeondo ha preparado unos maillots conmemorativos de la hazaña, unas réplicas de los que lucía el equipo Gin MG-Orbea en aquel momento, pero a Perico no le hace falta. Su cuerpo sigue cabiendo en aquel maillot de hace 30 años, y como entonces, llega el primero a Dyc. “Robert, 30 años después te la he vuelto a liar”, dice simulando una llamada de teléfono a su rival de entonces.
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