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El líder

La Capilla Sixtina de Scariolo

El propio seleccionador se ha visto sorprendido por el extraordinario rendimiento del grupo. “Es la medalla menos esperada y la más satisfactoria”, asegura

Sergio Scariolo, después de ser sancionado con una técnica en la final del Eurobasket FILIP SINGEREFE

Antes del arranque del Eurobasket Sergio Scariolo tenía una preocupación al margen de lo relacionado con el campeonato. Su madre Angelina, de 92 años, había decidido irse sola de vacaciones a la playa. Ni el seleccionador ni su hermana fueron capaces de convencerla para que cambiase de planes. Angelina ya está de vuelta en Brescia y su hijo ya tiene el cuarto título de campeón de Europa y está dispuesto a arrancar una nueva temporada al frente de la legendaria Virtus de Bolonia.

Sergio Scariolo es el mejor técnico en la historia de la selección. Lo dicen los números, los jugadores, la FEB, el aficionado que se acerca puntualmente a la selección, el seguidor que lleva toda la vida siguiendo al equipo nacional y hasta el presidente del Gobierno. Campeón del mundo (2019); cuatro veces campeón de Europa (2009, 2011, 2015 y 2002) y dos medallas olímpicas (plata en Londres 2012 y bronce en Río 2016) le contemplan. Como se decía desde la FEB: “Scariolo al principio era un blanco fácil. Era italiano, era el de la gomina, era distante, tenía una carrera, su mujer era Blanca Ares... despertaba envidias y comentarios malintencionados”. Todo eso ha cambiado. Con contrato hasta 2024, los dos últimos campeonatos -el Mundial de China y este Eurobasket- le han situado en el panteón del baloncesto español a la altura de los hermanos Gasol, Navarro o su capitán Rudy Fernández.

Hace tres años calificó el oro mundialista como “quizás la medalla más inesperada”. Lo sucedido en el Eurobasket le ha hecho cambiar de opinión. “Esta medalla es la menos esperada y la más satisfactoria”, ha asegurado en Berlín. Si en las votaciones para ser el MVP pudieran entrar los seleccionadores, Scariolo se hubiera llevado el premio por unanimidad al igual que hace tres años. Su campeonato ha sido ejemplar, como ya lo fue en la Copa del Mundo. La asignación de roles, la implicación de todos sus jugadores, su pizarra, el trampear los partidos de selecciones, a priori, superiores o con un jugador deslumbrante... Turquía, Lituania, Finlandia, Alemania y Francia terminaron claudicando ante un equipo con el que no contaba nadie para el último fin de semana. Ni siquiera el propio Scariolo veía factible pelear por una medalla durante la preparación o en la primera fase. Lo realista y así lo vendió él mismo al principio era centrarse en la fase de grupos y luego ya se vería. Su percepción empezó a cambiar después del partido ante Lituania. Esa victoria y la manera en que se logró multiplicaron las buenas sensaciones en la expedición española.

El renovado equipo español no tiene nada que ver con el de la etapa más gloriosa. Ninguna relación, salvo Rudy y el propio Scariolo, con el que el italiano considera la selección con más talento de todas las que ha dirigido: la campeona de Europa hace once años. A falta de talento puro, Scariolo ha construido un equipo en el que todos tenían clarísimo qué debían hacer. Todos se han sentido importantes y partícipes de un éxito sin parangón. Ya lo decía Marc: “Scariolo da confianza, libertad, directrices, normas dentro la pista... la estructura necesaria para que el equipo funcione bien. Y sabe encontrar el equilibrio entre la libertad y la rigidez. Eso lo tiene muy bien interiorizado”. Su sensación de control, de tener soluciones para todo y de no dejar nada al azar han alimentado el potencial de unos jugadores que ni siquiera ellos mismos se sentían capaces de poder llegar tan lejos. Y si lo han hecho ha sido porque en realidad uno de sus mandamientos, el ir de menos a más en el campeonato como en la Edad de Oro, también se ha cumplido.

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