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Opinión

Atlético: sin exigencia, no hay felicidad

El club debería asumir que se puede perder, pero no puede dar igual la manera en la que pierdes

Simeone da instrucciones en la banda del Metropolitano MariscalEFE

Si para el club y para el Cholo Simeone, el partido importante era el del Real Betis, prueba conseguida. Victoria que no pasará a la historia, mucha ocasión fallada, la última media hora jugando al pelotazo sin pasar del medio del campo y tres puntitos a la buchaca en esa carrera por el cuarto puesto, que tanto sirve de defensa para evitar ser exigente con este equipo.

La cruda realidad es que el Atlético ha perdido una gran oportunidad de pelear un título con Real Madrid y Barcelona fuera de la ecuación y lo ha hecho ante un equipo con menos presupuesto, menor gasto en salarios, un entrenador bastante más barato y una plantilla que en agosto nadie hubiera cambiado por la colchonera.

El discurso de Simeone en la conferencia de prensa achacando al club falta de ambición a la hora de reforzar la plantilla se diluye como un azucarillo si no te eliminan equipos más poderosos que tú y, con todo el respeto, el Athletic Club no lo es. Era fácil analizar el resultado gracias a la efectividad del rival en la eliminatoria de la Copa del Rey, incluso alegando que la diferencia reflejada en el marcador no es, ni de lejos, lo visto en el terreno de juego, pero es costumbre del entrenador argentino pasar la bola a los despachos para repartir culpas.

El Cholo tiene razón en una cosa y es que el club tendría que ser infinitamente más exigente con el equipo y con él mismo. No es de recibo dar por buena una temporada por el simple hecho de ser tercero y lograr la clasificación para la Champions. Si se quiere seguir creciendo, se puede perder, pero no puede dar igual la manera en la que pierdes. No es igual pelear el título de Liga hasta el final del campeonato, que dejar de competirlo en el mes de octubre o noviembre. No es lo mismo que te elimine el Manchester City en la Champions, a que lo haga el Qarabag o el Leipzig sin tirar a puerta. No da igual caer en las semifinales de Copa que ser eliminado por un Segunda RFEF. Mejor dicho, no debería dar igual, pero como nadie dice nada entonces, de aquellos barros, estos lodos.