Obituario
Andreas Brehme, el hombre que hizo llorar a Maradona
Marcó de penalti el gol que dio a Alemania el título mundial en Italia 90. Ha fallecido a los 63 años
«Hijos de puta, hijos de puta», se leía en los labios de Diego Armando Maradona mientras sonaba el himno argentino en el Olímpico de Roma antes de que comenzara la final del Mundial 90. No sabía Diego que dos horas después le esperaba algo peor que escuchar pitidos al himno nacional. Maradona acabó llorando aquel partido después de que la Alemania recientemente unificada derrotara a la albiceleste con un gol de Andreas Brehme de penalti.
Aquel hombre que hizo llorar a Diego ha fallecido ahora, como él, de manera prematura. Tenía solo 63 años y un pasado de leyenda y de leyendas urbanas que lo perseguían. Se hizo un sitio en la élite con el Kaiserslautern, aunque la fama le llegó como jugador del Bayern Múnich. Allí el mundo descubrió que había un rubio que pegaba a la pelota con la misma facilidad con las dos piernas. Aunque cuando quería darle potencia preferiría usar la izquierda y cuando necesitaba precisión utilizaba la derecha. Como en el penalti que dio el título de campeona del mundo a Alemania en Italia 90.
Allí, en Italia, triunfaba ya con el Inter de los alemanes que entrenaba Giovanni Trappatoni. A su lado estaban Klinsmann y Matthäus, aunque Klinsmann llegaría un poco más tarde del gran éxito de aquel equipo, el título de la Serie A. Aquella alineación la completaba el argentino Ramón Díaz en la delantera. Un antiguo compañero de Maradona en la selección argentina que ganó el Mundial juvenil en el 79 y en España 82, siempre con Menotti en el banquillo.
Después regresó a Alemania, pero antes hizo una parada en Zaragoza. Su entonces mujer, Pilar, era aragonesa de Utebo, aunque él insistía en que no tuvo nada que ver en su decisión. Tampoco ella tuvo que ver en su salida del Zaragoza, donde apenas jugó 21 partidos antes de negarse a jugar como lateral izquierdo en Tenerife. «Yo nunca he jugado ahí, míster», le dijo a Víctor Fernández, que le había visto jugar decenas de partidos en el costado izquierdo de la defensa con el Bayern y con la selección alemana. Ahí se acabó su carrera en España y decidió regresar a la Bundesliga, al lugar donde casi había empezado todo, al Kaiserslauterm que un año antes había estado a punto de impedir que el Barcelona ganara su primera Copa de Europa.
Una vez retirado comenzaron los rumores. Esos que decían que estaba arruinado y que un ex futbolista alemán le había ofrecido trabajar en su empresa de limpieza de inodoros. «De campeón del mundo a limpiar inodoros», decían los titulares, aunque él lo negó siempre. No negó sus problemas económicos, de los que responsabilizaba a uno de sus socios, pero presumía de que su empresa de césped artificial había trabajado con el Real Madrid instalando sus materiales en varios campos de la Ciudad Deportiva de Valdebebas.
Su mujer, Susana Schaefer, anunció su fallecimiento a causa de un paro cardiaco. «Pedimos respeto», dijo.
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