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Bélgica

30 Aniversario del drama de Heysel

El mismo lugar que hace treinta años fue escenario de la tragedia de Heysel, donde 39 personas perdieron la vida durante la final de la Copa de Europa entre el Liverpool y la Juventus, ha acogido hoy un sobrio homenaje, con la presencia de autoridades, supervivientes y aficionados del equipo italiano.

“Fue una de las peores tragedias de la historia de Bélgica”, ha dicho el concejal de Deportes de Bruselas, Alain Courtois, durante la ceremonia, celebrada en la entrada principal del estadio, rebautizado como “Rey Balduino” tras los sucesos.

En el acto, al que han asistido el alcalde de Bruselas, Yvan Mayeur, el embajador italiano en Bélgica, Alfredo Bastianelli, y la embajadora británica, Alison Rose, se han depositado coronas de flores a los pies del monumento que recuerda a las víctimas, se han soltado globos blancos y se ha leído los nombres de los fallecidos.

Todo ello en un ambiente silencioso, recogido y tranquilo, con la presencia de varias decenas de personas, muchas de origen italiano.

Aquel 29 de mayo de 1985, el acoso de los hinchas ingleses a la afición italiana causó avalanchas en una tribuna, lo que provocó la muerte por asfixia o aplastamiento de 39 personas, entre escenas de pánico que horrorizaron a los millones de telespectadores que presenciaban el encuentro.

De los fallecidos, 34 eran italianos, dos de nacionalidad belga, dos franceses y uno británico.

“Es importante estar aquí para rendir homenaje a los fallecidos y a las víctimas, y para recordar que estas cosas no deben volver a pasar y que el deporte debe ser un motivo de alegría”, ha dicho el embajador italiano.

“Siempre es emotivo estar en lugares donde ha ocurrido una tragedia. Es como si el aire de la tragedia permaneciera en el lugar”, ha añadido Bastianelli.

Sergio Brio, antiguo jugador de la Juventus, ha dicho por su parte que nunca en su vida olvidará la fecha del 29 de mayo de 1985, y que siente la necesidad de “honrarla para siempre”.

Además, ha denunciado los pocos cambios que ha habido en el fútbol desde lo ocurrido en Heysel.

Los hechos, que llevaron a la UEFA a introducir numerosos cambios en las medidas de seguridad de los estadios, se produjeron antes de iniciarse el encuentro entre el Juventus y el Liverpool, al que asistían unos 60.000 espectadores en el estadio de Heysel.

Pese a esto, el partido se disputó por decisión de la UEFA y las autoridades belgas, quienes temían que la violencia entre las dos hinchadas fuera aún más grave si se suspendía el encuentro, que terminó con una amarga victoria de la Juventus ante el Liverpool por 1-0.

La tragedia fue el resultado de un cúmulo de fallos, en el que todos los actores, desde los hinchas británicos, pasando por la policía belga y la UEFA, fueron apuntados con el dedo como responsables de lo ocurrido.

Al término de la ceremonia celebrada hoy, algunos de los seguidores italianos han accedido al recinto y se han acercado hasta el lugar donde hace tres décadas estaba el bloque Z, en el que los seguidores del Liverpool cargaron contra los italianos.

Entre ellos estaba Romolo Putzu, que vivió en persona la tragedia, cuando tenía 11 años, y que cuenta emocionado que presenció todo el partido y que sólo horas más tarde, cuando celebraba la victoria de su equipo, se enteró de lo que había ocurrido.

“Tenía muchos amigos en el estadio pero ninguno murió afortunadamente. Fue un momento trágico (...) y es una locura que podamos llegar a eso. Pero estamos aquí para contar la historia”, dijo.

“Para mí los responsables fueron la UEFA y el Estado belga (...) Pero es la vida, todos cometemos errores. Ellos lo han cometido y han pagado por ello”, añadió.

Por su parte, el exalcalde de Bruselas Freddy Thielemans explicó a Efe que hizo falta esperar 20 años para alcanzar un acuerdo entre las autoridades belgas que permitió erigir un monumento y colocar una placa conmemorativa tras la tragedia.

Añadió que en la ceremonia de su inauguración, a la que asistieron 5.000 italianos, uno de ellos se le acercó y le dijo que gracias a ese gesto su duelo había terminado.

“Eso es muy fuerte emocionalmente. Y es la prueba de que marcar simbólicamente las cosas tiene una gran importancia”, añadió Thielemans.