Javier Fernández (Madrid, 29 años) tiene una nueva afición: la escalada. Pero el patinaje, deporte en el que lo ganó todo (dos oros y dos bronces en Mundiales, un bronce olímpico, siete títulos de campeón de Europa), sigue siendo su vida. En la Plaza de Colón, en Madrid, tiene por segundo año una pista de hielo que lleva su nombre para «tomando todas las medidas, no dejar de hacer un deporte tan bonito en un año tan complicado». «Además, es una pista sostenible para el medio ambiente, gracias a la alianza que hemos hecho con Iberdrola, y ojalá que en un tiempo todas las pistas de España se alíen con el medio ambiente», añade. Desde allí habla de su vida después de la competición y de la carrera de entrenador que ya está en camino.
–Hace casi dos años de su retirada, ha podido volver a España... ¿Le gusta tu nueva vida?
–Llevaba tantos años viviendo fuera de España... Tenía muchísimas ganas de volver a Madrid, de volver a España, crear algo más de lo que había creado, que era sólo la carrera deportiva. Teníamos muchas cosas en mente, muchos proyectos, algunos que habíamos empezado ya, otros que queríamos continuar y alguno que queríamos empezar desde cero... Entonces necesitaba ese tiempo de estar aquí para que esos proyectos pudieran hacerse. Pero aún hay muchas cosas que tenemos en mente, que queremos mejorar. Esto sigue siendo al fin y al cabo un trabajo, ahora es mi trabajo después de toda la trayectoria deportiva.
–¿Qué puede hacer ahora en lo personal que antes no?
–Depende, porque hay muchos días que estoy tan liado o más de lo que estaba antes cuando entrenaba y competía. Una de las cosas es poder estar aquí en casa y no tener que estar en otras partes del mundo ni viajando tanto. Ahora los viajes los tengo más concentrados en el año y puedo optar por estar más tiempo donde quiero estar, para evolucionar los proyectos que he dicho.
–¿Se acostumbra uno a estar fuera o hay morriña?
–Bueno, se echa de menos cuando no estás, muchísimo de menos. Cuando no tienes la opción de estar con tu gente, con tu familia... Creo que todas las personas que viven fuera de España te pueden decir lo mismo, que les gustaría estar aquí.
–¿Ha hecho alguna locura tras retirarse?
–Bueno, he empezado a escalar. Creo que esa es una de las cosas que jamás me hubiese planteado cuando competía. Es cierto que no soy un grandísimo escalador, ni de empiece, pero me gusta, es estar en la montaña... Creo que es algo especial. Es una de las cosas que ahora hago y que antes era inviable.
–¿Echa de menos la competición?
–La competición no la echo de menos, pero sí muchas cosas que conlleva la competición. Echo de menos ver a todos los patinadores y patinadoras de todo el mundo, con los que he compartido muchísimas competiciones, que han sido parte de mi vida y que ahora no lo son tanto porque no les veo. Echo de menos los entrenamientos, el ambiente de entrenamiento, mis entrenadores, todo ese día a día, ese horario que teníamos, es algo que me gustaba. Pero los nervios de la competición es algo que yo creo que nunca voy a echar de menos.
–¿Pueden ser sus rivales en la pista también sus amigos?
–Teníamos amistad, compañerismo... Además nos apoyábamos un montón, ya no sólo en los entrenamientos, también en la competición. Porque competiciones y momentos malos los tenemos todos. Aunque sea un deporte individual en el que compites contra otros, son los jueces al final los que deciden y eso lo tenemos muy presente. Entonces se crea un ambiente de amistad en un ambiente de competición y eso es muy especial y creo que no pasa en todos los deportes.
–¿Cómo ha evolución su relación con el patinaje?
–Desde pequeño siempre quise ser patinador, por supuesto. Y aunque es cierto que entre medias quería hacer más cosas, después quería ser entrenador. No porque lo supiese desde pequeño, pero sí porque me hablaban de ello, yo lo veía en otros países, y pensaba: «Esto tendría que ser igual en España. Aunque no tengamos la misma tradición, aunque no sea tan famoso el deporte, pero ¿por qué no? ¿Por qué no tenerlo también en nuestro país y hacer que las personas de España disfruten de lo bonito que es?». Gracias a ese pensamiento hemos podido hacer muchas de las cosas que estamos haciendo. Por supuesto, con trabajo y esfuerzo, pero también con esa dedicación y el decir: «¿Por qué no? ¿Por qué no lo vamos a hacer? ¿Por qué vamos a ser diferentes?».
–¿Qué tipo de entrenador es?
–Soy un entrenador que en algunos puntos me gusta exigir, pero también me gusta tener una relación con las personas con las que trabajo para saber hasta qué punto puedo exigir. Porque también hay una parte de sinceridad, de saber si puedes o no puedes, y si no puedes creo que es una tontería seguir empujando. Creo que no es lo más viable. A veces, a esos niños y niñas hay que ponerles una presión de entrenamiento para que mejoren, y otras veces es mejor que descansen, se recuperen, y otro día se puede hacer un entrenamiento más específico y más intenso.
–¿Llegó a odiar los patines alguna vez?
-Muchísimas veces. Los patines los he odiado muchísimas veces por la sencilla razón de que les echamos la culpa, cuando ni los patines ni el hielo tienen la culpa. Pero muchas veces, cuando estás bajo presión o una competición a nivel tan alto, le echas la culpa a todo: que si esto ha pasado así, que si esto ha sido el problema... Y a lo mejor no es el problema, pero nos gusta engancharnos para quitarnos un poco la presión.
–¿Cómo es la academia que ha formado?
–Hemos lanzado el nombre y la queremos evolucionar. Queremos tener una pista de hielo que sea la academia en sí, actualmente no la tenemos. Estamos trabajando para que pase dentro de poco, pero actualmente estamos haciendo seminarios en casi todas las pistas de hielo de España, también vamos a ir a Andorra, para a esos patinadores y patinadoras que llevan tiempo patinando poderles dar en un año tan complicado como este un pequeño regalo para que continúen, para que mejoren, y para que se olviden de todas las cosas que han tenido que dejar de hacer este año por la situación que estamos viviendo. Las pistas han estado cerradas, las competiciones prácticamente todas se han cancelado... Y eso para un deportista es lo más difícil. Así que creíamos que era el año para empezar a darnos a conocer como academia, pero también para dar ese regalo.
–De usted se decía que era un «extraterrestre», un campeón del mundo español de patinaje... ¿Pueden salir más Javier Fernández?
–¿Por qué no? Ojalá. Es para lo que vamos a trabajar todos los días. Yo por lo menos como entrenador, cuando lo sea y tenga una pista de hielo, no voy a querer que salgan Javieres Fernández, quiero que salgan mejor, muchísimo mejor, ayudar a esos niños y esas niñas en ese trayecto que es tan difícil, como es el deporte de competición, e intentar que cumplan sus retos, sus metas y sus sueños, ya sean bajos o altos. ¿Se conseguirá? No lo sé. Lo intentaremos seguro.
–¿Qué está siendo lo más duro de la pandemia?
–Lo que más me ha costado ha sido ver las noticias, ver lo mal que lo están pasando muchísimas personas, el sufrimiento que han tenido que pasan sobre todo las personas que han perdido a seres queridos... Yo gracias a dios no he perdido a nadie, pero sí es cierto que vives con ese miedo de decir: «Tengo que cuidar a las personas que viven a mi alrededor, no sólo a mi familia». El ver el resultado de lo que hemos perdido en este 2020 ha sido lo que a mí más me ha afectado.
–Se dijo al comienzo que saldríamos mejores de ésta, pero ahora eso se pone en duda...
–Creo que vamos a salir reforzados de toda esta situación. Vamos a aprender muchísimo, no sólo de nosotros mismos, sino también del cuidado que debemos tener hacia las personas, de saber que a lo mejor un resfriado no lo puedes propagar con una mascarilla. Creo que vamos a aprender de todo esto, esperemos que para bien, pero yo tengo la confianza de que esto por los menos nos va a reforzar como personas, como humanidad, y que nos olvidaremos de muchos otros problemas que teníamos que a lo mejor no eran tan importantes.