Una sonrisa que bien vale un indulto
Aunque "Jalaperras", de El Parralejo se quiso robar la atención de la tarde con su gran comportamiento, su indulto fue un homenaje a la vida, a esa por la que María y todo los niños que ella representa pelean cada día
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El día se tiñó de un aura especial, una ocasión donde el verdadero triunfo no se medía en los resultados de la corrida, sino en el éxito de recaudación en taquilla y, sobre todo, en el noble propósito detrás de todo ello: hacer brillar aún más la "Sonrisa de María". Una sonrisa que, aunque amplia y luminosa, encierra la dureza de lucha constante contra una enfermedad tan injusta como despiadada que afecta a tantos niños. Y fueron ellos, representados por la propia María, vestida con la chaquetilla rosa y oro de Gonzalo Caballero, quienes se fueron a hombos como los verdaderos protagonistas de esa tarde en Las Rozas, acompañados por el diestro madrileño y Léa Vicens, quienes, una vez más, demostraron que la solidaridad y la generosidad son valores irrenunciables en el mundo del toreo.
Y, en la arena, lo importante llegó el tercero, de El Parralejo, un toro que mostró pronta humillación en el capote de Caballero y que, después de un breve pero intenso paso por el caballo y del brindis de Gonzalo a la infanta Elena, compañia de lujo de María en una barrera, acudió con codicia encendida y repetición en la muleta. Firme y asentado, Caballero supo aprovechar la calidad del toro, cuajando series profundas y templadas por ambas manos, más hondas y suaves al natural, por donde el toro embestía casi al paso, con el morro hundido en la rena; y más intensas por derechazos, por donde las embestidas tuvieon más ritmo y transmisión. Un pase de pecho casi circular, previo a un precioso cierre por bajo, prendió una tímida petición de indulto, la misma que se intensificó tras una ceñidas bernadinas, mientras cañian los avisos y se intinsificaba la petición, finalmente concedida por el presidente. Premio excesivo, aunque la calidad del toro fue, sin duda, superlativa.
Antes, con el segundo, Gonzalo Caballero se enfrentó a un toro de El Pilar que, a pesar de su falta de fuerza, encontró en el torero una mano suave y templada que le permitió sacar toda su nobleza. De la delicadeza del trato del madrileño surgieron varios naturales tersos y ligados, pero los pinchazos dejaron todo en silencio. El cuarto no tuvo ni uno, de inmóvil que fue, mientras que la invalidez latente del sexto no fue obstáculo para que Gonzalo lo hiciera absolutamente todo para extraer cualquier resquicio de embestida completa. Poco a poco, el madrileño consiguió robar dos series suaves y templadas que, tras el soberbio estoconazo que recetó, le valió el doble trofeo.
El festejo había comenzado con el pie derecho, pues Léa Vicens descerrajó la puerta grande con el primero tras una faena sobria y templada que aseguró su paso por la puerta grande. La amazona pronto identificó las preferencias del toro hacia los tableros y supo capitalizarlas con "Aladín". Inicialmente, lo atrajo hacia la grupa de su caballo en un galope tmeplado pero breve, y luego buscó los embroques en los adentros para dejar los palos tras una batida a pitón contrario. Con el toro más aplomado, la elasticidad de "Diluvio" lució más a la hora de atacar en los terrenos cercanos, antes de alegrar las ya escasas arrancadas del final con el caracoleo y las rosas sobre "Greco", antes de culminar con un certero rejón a lomos de "Espontáneo". Y menos mal, porque la inmovilidad manifiesta del cuarto impidió cualquier lucimiento.
Sábado 23 de marzo de 2024. Plaza de toros de Las Rozas, Madrid. Corrida de "La Sonrisa de María", a beneficio de la investigación del cáncer infantil. Casi lleno.
Toros de Fermín Bohórquez (1º, 4º y 6º), El Pilar (2º), El Parralejo (3º) y La Palmosilla (6º), variados en su correcta presencia, nobles y escansos de fuerza en términos generales, excepto el extraoridinario 3º, "Jalaperras", nº 76, castaño, bavo, codicioso y humillador, indultado.
La rejoneadora Léa Vicens, de chaqueta champaña, rejón contrario (dos orejas); y tres pinchazos, rejón y seis descabellos (ovación).
Gonzalo Caballero, de rosa y oro, pinchazo, media estocada y aviso (silencio); dos avisos (dos orejas y rabo simbólicos); tres pinchazos y dos descabellos (silencio); y estocada (dos orejas).