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Por San Isidro ni madrileños ni éxitos

Deslucido encierro de la divisa de El Parralejo; Perera firma el toreo más templado (y también extenso) en la quinta de la Feria de San Isidro de Las Ventas
Paco Ureña, con su primeroPlaza 1/Alfredo Arévalo

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Al patrón, a San Isidro, lo festejamos sin ningún madrileño en el cartel de la feria. Así somos. De todos y de nadie. Por eso hicieron el paseíllo Miguel Ángel Perera, que cumple sus 20 y comenzó festejándolo a lo grande con la Puerta del Príncipe de Sevilla, Paco Ureña y la confirmación de Alejandro Fermín. El fresquete apremiaba en este mayo, que se resiste a las temperaturas veraniegas que tuvimos en Sevilla por feria y que cada año nos hacen creer que el verano se acerca y viene San Isidro a estrellarnos en otra realidad. Lo mismito que la feria, vaya, pero los que tenemos en el ADN Madrid claudicamos a una realidad que es nuestra.
Fermín venía a confirmar alternativa. De ahí aquello de hacer el paseíllo desmonterado. El del Parralejo, que salió para su confirmación tuvo la virtud de poner la cara abajo con la transmisión justa y no tardó mucho en racanear las embestidas y quedarse cada vez más corto. De ahí que las opciones de la faena se fueran diluyendo más pronto que tarde. Solvente anduvo Fermín. Y seguro.
Alejandro Fermín confirmó alternativaPlaza 1/Alfredo Arévalo
El segundo tenía cierta nobleza y la cualidad de humillar. Es verdad que transmitía poco. Perera es un torero honesto que planteó toda la faena con eso: honestidad. Para que el toro quisiera viajar tenía que llevar la embestida muy cosida al engaño y entonces así la arrancada era larga de verdad. A Perera el metraje se le fue largo (un aviso antes de perfilarse con la espada) e intermitente, quiso siempre, pero en esa extensión acabó por amontonarse.
El pase cambiado por la espalda de rodillas al cuarto fue un huracán. Un todo o nada. Noble y humillada la arrancada, con ese punto de pararse si no iba cosidísimo a los vuelos. A Perera se le fue la faena en esa búsqueda en una faena templada y extremadamente larga. Sonó el aviso y ni se había planteado entrar a matar. La espada se le fue a los bajos.
Perera, en Las VentasPlaza 1/Alfredo Arévalo
No sabemos qué fue más despropósito en el tercero. Si lo corto que se quedaba el toro o que de pronto se desplomará en el ruedo mostrando una vulnerabilidad que no tenía. Ambas irrumpían en el sueño de una tarde isidril de quien se viste de luces. No había nada que hacer y dado que llevábamos dos horas para dos toros (y nada en el bolsillo) agradecimos el sentido común de Paco Ureña de irse a por la espada (que no uso con mucha destreza) mientras la lluvia también nos amenazaba. Hay días que se nos juntan los frentes abiertos.
Ureña lo intentó con el descastado quinto, que se quedaba por abajo y por dentro con cierta retranca. El murciano que no es de volver la cara no la volvió, pero el esfuerzo no servía de mucho. Y el bajonazo, tampoco.
Movilidad bruta tuvo el sexto, sin entrega, sin humillar, pero sin maldad y a Alejandro Fermín le afloró la falta de rodaje. A la faena le faltó poder y el toro se fue viniendo arriba. Mala combinación para un final de fiesta de este San Isidro sin madrileños ni éxitos.
Las Ventas (Madrid). Quinta de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de El Parralejo. El 1º, va y viene con humillación y corta arrancada; 2º, noble, muy humillador y con poca transmisión; 3º, deslucido, por cierto y flojo; 4º, noblón; 5º, descastado; 6º, movilidad bruta. Lleno.
Perera, de verde botella y oro, estocada muy baja (palmas); metisaca, bajonazo (silencio).
Paco Ureña, de caña y oro, pinchazo, pinchazo hondo (silencio); bajonazo (silencio).
Alejandro Fermín, de malva y oro, pinchazo, estocada baja, aviso, descabello (palmas); dos pinchazos, aviso, bajonazo (silencio).