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Roca y Ureña entran en el duelo de egos en la gran despedida de Juli

Buena tarde sin espada y con lluvia en la séptima de las Corridas Generales de Bilbao
El Juli en su última tarde en BilbaoJavier ZorrillaEFE

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Los 25 de El Juli, los casi 25 mejor dicho, también hacían parada de despedida en Bilbao. Muchas cosas también han pasado en esta plaza. Con un aurresku, el baile tradicional, le agradecían, su trayectoria antes de comenzar el festejo, que también era de Roca al coincidir con la divisa de Victoriano del Río con la efeméride de hace un año y un día que se convirtió en el hito de la temporada, la tarde histórica en la que el peruano vino a esta plaza a dejarse matar y nos puso el corazón a mil. Tan solo la entrada de Paco Ureña y salida de Manzanares cambiaba el cartel de aquella tarde. Un año después estábamos diciendo adiós al matador madrileño. Su primero, bonito de estampa, llegó a la muleta con muchas dudas. Se quedaba corto en los trastos y esperó en banderillas. Fue agradecido después. El Juli, que conoce bien la casa, empujó al toro y este fue a más con franqueza y profundidad en la arrancada. La faena del madrileño resultó intermitente y sin espada, pero Bilbao lo esperaba.
Manseó el segundo todo lo que quiso en los primeros tercios. De manera que cuando Paco Ureña tomó la muleta teníamos pocas esperanzas. Nos equivocamos. Paco de pronto tomó la zurda y con una armonía tremenda logró un natural antológico, desde una verticalidad maravillosa. Dio con la tecla y quiso seguir por ahí, pero el toro decidió seguir su camino de mansedumbre. En su búsqueda dejó pases buenos aislados y otros tantos sin tino y sin espada.
El tercero nos puso el corazón a bombear desde el primer instante. Fue toro con mucho peligro y las ideas claras. Mantuvo la boca cerrada hasta el final y complicó la vida a Roca Rey, que no es cualquier cosa. Exigía una barbaridad. Sufrimos. Al peruano se le vislumbraron los problemas. Hizo el esfuerzo, que por momentos fue titánico y en otros no sabía muy bien qué hacer. No era para menos. La espada se fue abajo.
Cuando Julián se iba a despedir de verdad cayó bastante lluvia para dar más épica al momento. Como la plaza estaba casi llena no había donde refugiarse. Aguantamos el chaparrón. El momento lo valió. El toro fue buen cómplice de la última faena del madrileño en Bilbao y embistió con clase, bondad y repetición. Julián lo gozó en una faena de altos vuelos coreada de principio a fin. Encontró la inspiración en un toreo ligado, profundo y rotundo sobre todo al natural.
El quinto tuvo su punto de mansedumbre con la que negociar, pero también embestidas sobre las que montar faena. En ellas vio Paco Ureña la luz para hacer faena con un trazo mucho más armónico que otras tardes. Luchó con el punto de genio del toro, pero hubo pasajes interesantes, también las manoletinas del final. Mal con la espada.
Viruta se dejó llegar al sexto una barbaridad y además en terrenos muy cercanos a tablas. Y ahí esperaba el toro mientras Roca quería empezar la faena con un pase cambiado por la espalda al sexto. Fue un sufrimiento. Y así ocurrió que en la proximidad le hizo la zancadilla y se quedó a merced. El siguiente se lo pego de rodillas y pareció que le podían las ansias. Miedo. Toreó bien después y con media muleta hundida en la arena. Macizo. Muy por abajo lo llevó siempre. Eso era un duelo de poder. El toro era exigente. Medía con ese punto de querer irse. Cuando ya eso fue una evidencia Roca buscó las cercanías. Y de pronto, con todo hecho, la espada no fue, como toda la tarde. Habían pasado muchas cosas.
Sábado 26 de agosto. Plaza de toros de Vista Alegre, Bilbao. Séptima de feria. Casi lleno.
Se lidiaron toros de Victorino del Río y uno de Toros de Cortés, bien presentados. El primero con duración, a más y de profunda arrancada; manso el segundo; malo y peligroso el tercero; bueno, noble y repetidor el cuarto; interesante con su punto de mansedumbre el quinto; y bravucón, con ese punto de rajarse pero interesante el sexto.
El Juli, de verde y oro, dos pinchazos, media, cinco descabellos (silencio); y pinchazo, estocada (oreja).
Paco Ureña, de grana y oro, media trasera, aviso, dos descabellos (saludos); y seis pinchazos, aviso, estocada (saludos).
Roca Rey, de grosella y azabache, estocada defectuosa (silencio); y pinchazo, aviso, media honda y caída (saludos).
Incidencias: A El Juli se le homenajeó con un Aurresku antes de hacer su último paseíllo en esta plaza y, tras el paseo, se le obligó a saludar una sonora ovación.