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El Juli, el adiós de una leyenda

El mundo del toro se ha conmocionado con la noticia de la retirada de el torero madrileño al final de la temporada
El torero Julián López "El Juli", contempla la plaza antes de salir
El torero Julián López "El Juli", contempla la plaza antes de salirlarazon
La Razón

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Dicen que todos los seres humanos nacemos con un talento, pero la suerte de descubrirlo y tener la capacidad para desarrollarlo temprana edad con la facilidad que sólo puede dar la trabajada experiencia debe ser cosa de superdotados. Seguramente sea eso lo que diferencia a los llamados “niños prodigio” del resto de los mortales. Y, ente ellos, sin duda aparece el nombre de El Juli, un niño que nació torero, un hombre que es leyenda.
Pocos toreros como él han conseguido instalarse tan pronto en el gusto de los aficionados y de los propios profesionales, pues con apenas 10 años ya sorprendía a todos sus maestros en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, donde sus padres le llevaron después de que a los 8 años se pusiera delante de una becerra con motivo de su primera comunión y descubriera la razón de su vida: el toreo. Su rápida evolución le llevó a México, donde pudo saltarse la prohibición europea para poder debutar con picadores sin haber cumplido los 16 años. Para entonces, con él ya sucedía lo que con muy pocos, su nombre saltaba la barrera de lo taurino y comenzaba a ganar terreno entre las celebridades de la sociedad.
Con América como terreno conquistado, regresó a Europa para realizar un paso triunfal como novillero, que sirvió de carta de presentación para lo que vendría después convertirse en el matador de toros más joven de la historia, coronarse como máxima figura del toreo.
Nombrar cada uno de sus grandes hitos en las plazas de toros sería tan extenso como difícil sería encontrar un borrón en su cuidada vida privada, pues Julián López ha hecho gala de discreción a la hora de entrar en terrenos personales. Su tranquila vida familiar entre Madrid y Olivenza, donde tiene fijada su residencia con su mujer, Rosario Domecq, y sus hijos Rosario, Fernando e Isabel, sólo ha llamado la atención cuando, en enero de 2013, un accidente de tráfico puso en peligro a toda la familia. Menos indulgentes han sido los toros, que le han herido hasta en 18 oportunidades, siendo la que sufrió en Sevilla, también en aquel aciago 2013, la que mayor peligro supuso, pues un toro le partió la femoral.
Sin embargo, El Juli siempre se ha levantado, dueño de un poder y una capacidad envidiable para lidiar con cualquier tipo de dificultad en el ruedo, ha sabido mantenerse vigente con el paso de los años, compartiendo cartel y rivalidad con los más grandes de su época, desde Antoñete hasta el actual Roca Rey, pasando por Curro Romero, Espartaco, Manzanares, César Rincón, Enrique Ponce, Joselito y todos los que hayan podido surgir desde entonces.
Por eso, cuando ayer El Juli anunció que este año, el mismo de su XXV aniversario de alternativa, sería el último de su carrera, la revolución se instaló en el mundo del toro. Atrás van a quedar sus casi 4000 toros lidiados, las cerca de mil puertas grandes y los trofeos de prácticamente todas las ferias en las que participó. Sus números serán estadísticas, algunos quizá se conviertan en récord, pero su trayectoria y su legado ya son leyenda, casi desde el momento en que El Juli decidió ser torero.