Juan de Castilla: «No me preocupa que me encasillen con las ‘duras’, solo quiero torear»
El joven torero paisa sorprendió en San Isidro por su capacidad ante los toros de Miura
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El torero colombiano Juan de Castilla, aún sin cortar trofeos, se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de esta Feria de San Isidro, tanto por lo que fue capaz de realizar en la arena frente a los temidos toros de Miura, como por lo que vivió antes, cuando en la mañana lidió entre el barrizal dos toros de Prieto de la Cal y Pagés-Mailhan, al que le cortó una oreja con petición de otra, en el Concurso de Ganaderías matinal de Vic-Fezensac, desde donde tuvo que salir volando, literalmente, para llegar a tiempo al paseíllo venteño.
Juan, ¿cómo vivió una jornada tan intensa?
Fueron muchas sensaciones. Por supuesto, pesaba un poco el sentido de la responsabilidad, pero no tanto por lidiar el concurso de ganaderías en Vic-Fezensac por la mañana o la de Miura en Madrid en la tarde, eso es algo que como torero tengo asumido, de hecho, es lo que busco, poder torear, sino por poder llegar. Si había algo que me preocupaba de verdad era poder llegar a tiempo para hacer el paseíllo en Madrid, porque para mí el sentido de la palabra, cumplir con lo pactado, es mucho más importante que cualquier resultado que pudiera tener. Por eso, una vez estaba vestido de luces de nuevo en Las Ventas, me sentí tranquilo de verdad.
Sin embargo, no fue fácil.
No, el clima me puso obstáculos, pero afortunadamente mi equipo tenía plan A, B, C y D, por lo que pudiera pasar. En algún momento, como me conocen, me ocultaron que ya sabían que no podíamos volar en la avioneta reservada, para que me centrara en el toro, pero todo se resolvió bien, con algunas prisas, pero terminamos llegando los primeros a Las Ventas.
Era la primera vez que un colombiano lidiaba una corrida de Miura en Madrid.
Bueno, antes la rejoneadora Amina Assís lidió un novillo en Las Ventas, pero es verdad que a pie, en esta plaza, he sido el primero. Y también fue mi primer toro de este hierro, hace mucho tiempo, recién llegado a España, como tapia, pude pegarle dos tandas a una becerra en “Zahariche”. Desde eso, nada, hasta el domingo.
¿Cómo se sintió?
Muy bien, me sentí muy preparado y quise darle a mis dos toros lo que me pidieron, al primero suavidad y distancia, para ayudarle, y al segundo algo parecido, tratar de llevarlo muy toreado. Lo único que lamento es no haber podido matar bien al primero, pero sentí que tenía que hacerlo muy pronto, porque se estaba encogiendo.
¿Ha valido la pena el esfuerzo?
Eso está por verse, sobre todo porque la recompensa que yo deseo tener es la de torear. Lo demás, la repercusión que ha tenido todo lo que sucedió el domingo me enorgullece. He leído muchas cosas y siempre soñé con que se hable así de bien de un colombiano en España, uno que no es deportista o artista. Igual que lo hicieron en su momento de César Rincón. Que se me empiece a ver de esa manera, como un referente de compromiso, de responsabilidad, me hace mucha ilusión y me da mucha gasolina para seguir.
¿Qué pensó cuando se dio, por fin, una ducha en el hotel?
Muchas cosas, lo primero que sentí fue dolor, por no haber metido la espada al primero, por lo que pudo ser, pero después estaba la satisfacción del deber cumplido, de no haberme dejado nada en ningún momento. En esa ducha repasé mi actitud y la lidia de cada toro, que siempre apreté lo que más pude, entre el barro de Vic, poniéndome de rodillas en el primer muletazo, que me fui a los medios con el segundo cuando aún no le veía tan claro, como en Madrid con el toro de Sobral en septiembre, intentando todo el tiempo hacer las cosas bien para favorecer también a los toros de Miura y que embistieran lo mejor que pudieran… eso, como profesional, me dejó satisfecho. Sólo tenía el dolor de la espada, y también cierta sensación de incertidumbre, porque no sé que va a pasar de ahora en adelante. Ya empiezo a estar cansado de que en mi teléfono sólo suene la alarma a las 3:30 am para irme a trabajar, y no con una oferta para torear.
Se habla de Pamplona.
Por el momento solo es eso, un rumor. Lo único cierto que tengo es Ceret y Bayona en julio. Nada más.
¿Le preocupa que se le encasille con las corridas denominadas “duras”?
¿Me preocupa? ¡Ojalá! Eso querría decir que estaría toreando y eso es lo único que yo quiero. Si supieran lo que es para mí el toreo, lo que representa en mi vida… Por eso fui tan feliz el domingo, por mucho que el de Prieto de la Cal casi me echa mano [risas]. Torear es lo que me da vida, esto es lo que me mueve. No seré yo el que le haga ascos a ninguna ganadería. Me encantaría ser, por ejemplo, como el maestro Espartaco, que en su casa tiene cabezas de toros de todo tipo de ganaderías… ¡y sin las orejas!