Castella, Talavante y Rufo triunfan en la plaza que no se desplomó
Los diestros suman dos trofeos y salen a hombros en la última de la Feria de Begoña de Gijón
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Domingo Nieto, que es locutor de radio y además hace de speaker justo antes de que empiece la corrida en Gijón lo bordó. En los minutos previos a que comenzara el festejo recordó quienes eran los integrantes de la corrida, pero lo bueno vino cuando congratuló, ya en el último día, que la plaza no se hubiera desplomado. Uno de los motivos que alegó la ex alcaldesa Ana González, una vez que el tema de los nombres de los dos toros lidiados «Feminista» y «Nigeriano» resultaba demasiado burdo para mantenerlo en pie. Sobre todo si tenemos en cuenta que en este caso la tauromaquia en Gijón no sólo no percibe dinero público sino que es a la inversa: el empresario de la plaza entrega a las arcas públicas un canon para poder explotar el coso. Que nadie se olvide. Pues la plaza, bonita que es, se mantuvo sin problema alguno y Castella pudo abrirse de capa con ese primer toro regordío de José Vázquez, al que se le notaban los cinco años en la manera de tomar el engaño. La madurez. Después tuvo buen son, colocaba abajo la cara y quería tomar con franqueza el engaño, a pesar de tener ese punto de tardanza. Sebastián le hizo las cosas bien, ajustado siempre y buscando la pureza en la manera de afrontar la faena. Se le ve disfrutón delante del toro.
El cuarto tuvo las fuerzas justas, eso era lo malo, pero una cantidad de matices tremendos. Interesantísimo el toro, por bravo. Y exigente de haber podido arrear más. Castella anduvo perfecto con el animal. Está en paz en la plaza y lo trasmite con el toro, al que le cogió la medida milimétrica. De hecho, supo limarle las asperezas que tenía en el último tramo de arrancada, que protestaba por la falta de fuerza. Tuvo emoción el trasteo y expectación por ver qué pasaba en la siguiente tanda. No era una embestida plana ni tampoco su toreo.
Noble pero descastadete fue el segundo para Talavante. De ahí que la faena fuera todo dentro de la suavidad, sin estridencias ni grandes fuegos artificiales. Los buscó Alejandro en las bernadinas del final y el desplante previo para acabar de conectar con el gentío. La espada a la primera le permitió pasear el trofeo.
De rodillas se echó en el quinto en la primera tanda Alejandro. Después el toro, que había apretado a la cuadrilla, se afligió en la muleta del extremeño y hubo que sacárselos con sacacochos y a regañadientes. Talavante sacó toda la artillería y ya en el último tramo se echó de nuevo de rodillas bravucón.
Se arrebujó Tomás Rufo a la verónica con el tercero. Lástima que luego el animal no se tuviera (literalidad) en pie. Rufo quiso y con buen concepto, pero así…
Saludaron Fernando Sánchez y Andrés Revuelta tras parear al sexto. Despacio lo había toreado Rufo y lo hizo después de rodillas, que lo borda. El toro necesitó mandó después, porque tenía sus complicaciones. Tomás no volvió la cara y le buscó las vueltas, en una faena con sus intermitencias. Cerca de las nueve de la noche, Castella, Talavante y Tomás salían a hombros en la plaza, que como ya anunciaba Domingo, «no se derrumbó». Qué cosas.