Juan Rulfo ni habla ni baila

"Natalia se metió entre los brazos de su madre y lloró largamente allí con un llanto quedito". Así comienza 'Talpa', el cuento que Juan Rulfo publicó en los años cincuenta del siglo XX y que ahora La Chana Teatro lleva a La Abadía madrileña con 'Natalia'. 

La compañía define el texto como "un cuento doloroso, pero magnífico". "Muy duro", continúan sobre una pieza en la que cada frase es una herida. "Arrastra a una esperanza baldía"

En ella, los títeres no hablan y la bailarina no baila. Los personajes tampoco tienen identidad. Son unas simples figuras que, por el contrario, "nos representan a todos: "No se asusten. Es muy bello".

Jaime Santos, director del montaje, señala a Rulfo como un autor en el que el contraste está "entre la dulzura de la literatura y la crueldad de sus acontecimientos".

"Rulfo siempre ha sido un padre literario en mi vida. Yo me sabía de memoria y hacía cuentos de él y antes de adaptar 'Talpa', ya nos gustaba y nos inspiraba tanto a Ana Luz como a mí", explica Santos de un espectáculo que estará en La Abadía del 11 al 15 de diciembre y que cierra las tres propuestas teatrales en torno a la literatura latinoamericana ('Cortázar en juego' y 'Borges y yo').

La encargada de dar vida a los títeres de esta adaptación de 'Talpa' es la bailarina y matemática Ana Luz de Andrés. De fondo, la voz en "off" de un Santos que reconoce la labora de su compañera: "Yo sería incapaz de interpretar nuestro espectáculo como Ana. Ella posee toda la fuerza escénica y narrativa. Juega con los títeres hasta lograr un equilibrio entre los dioses y lo infantil", explica el director de una pieza que se inició pensando ser un proyecto de danza.

A penas se necesitan 20 minutos para leer el cuento, pero Santos reconoce que ha sido toda "una aventura", tanto en su duración como en la elección de los títeres: "Llegó de una manera orgánica con unas cabezas y cuerpos que tenía guardados y que fui uniendo", explica.

Finalmente, 'Natalia' se extiende hasta la hora de duración "porque lo necesitaba", afirma Jaime Santos. "Generamos una ceremonia con los distintos elementos que han hecho la peregrinación que narra el cuento en algo disfrutable e, incluso, en algo chamánico. Llevar el cuento a escena ha sido muy bonito. Como un retiro. Ha sido todo muy poco a poco, con disfrute y descubrimiento de un nuevo lenguaje personal".