La CNTC: ¿un cortijo en manos de Lluís Homar y Xavier Albertí?
El dramaturgo de la Compañía Nacional se embolsó 162.000 euros en dos años con un contratato de obra y servicio
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El 15 de noviembre de 2020, el que fuera director del Teatre Nacional de Catalunya Xavier Albertí empezó a trabajar como dramaturgo o dramaturgista para la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), dependiente del Inaem, dirigida desde un año atrás por su buen amigo Lluís Homar, quien lo contrata como su mano derecha para salvar sus lagunas en materia de teatro español del Siglo de Oro. De Homar, su controvertida gestión y sus cobros como codirector de obras que no dirigió ya hablamos en la pasada entrega; ahora nos centramos en la figura de Albertí, de cuyas aptitudes para el puesto no cabe dudar.
Sabemos entre otras cosas que, según los datos del portal de transparencia y el BOE, Xavier Albertí firmó entonces con el Inaem un contrato de dos años por obra y servicio cuya retribución fue de 96.000 euros. No sabemos en cambio cuál es la obra como tal y si no debería tener un contrato laboral como cualquier trabajador; especialmente cuando el objeto del contrato es «Dramaturgia teatral de la Compañía Nacional de Teatro Clásico», un concepto genérico que no queda vinculado a ninguna obra o servicio como tal. Tanto es así que, contratado como dramaturgo, cobró aparte, inexplicablemente, las dramaturgias de algunos de los montajes que la CNTC estrenó en ese periodo.
En la información pública consta que, durante este periodo, el dramaturgo de la CNTC trabajó en seis montajes, y en al menos dos de ellos percibió aparte importantes cantidades: en «El príncipe constante» cobró 25.000 euros por la dirección, 5.000 por la versión y otros 5.000 por la música; y en «El burlador de Sevilla» se embolsó 27.500 euros por la dirección, utilizando el Festival Grec como pantalla, y 5.500 euros por la versión. Sumando lo percibido en estos montajes a la cantidad base estipulada en el contrato, sale que Xavier Albertí ganó 162.000 euros en dos años: de 2020 a 2022. Más que un ministro; y sin que la plaza, no se sabe bien por qué, haya salido a concurso público. Y todo esto sin contar los derechos de autor que ha generado al firmar la versión de cinco de los seis montajes en los que ha intervenido en la casa.
Quedando claro lo que se embolsó como mínimo hasta entonces, la duda surge cuando expira dicho contrato como dramaturgo de la CNTC el 15 de noviembre de 2022. Según una información publicada por «Eldiario.es», sería en esta fecha cuando Albertí formalizaría el contrato con la CNTC. Es decir, firmaría una vinculación anual para la «dramaturgia teatral de la CNTC», según el portal de contratación del Estado, por la que percibiría 88.000 euros anuales. Fuentes del Inaem aseguran a dicho periódico que se pregunta si el contrato fue renovado, que este expiró el pasado miércoles 31 de julio de 2024.
Sin embargo, son muchos interrogantes que LA RAZÓN ha intentado despejar contactando con la CNTC, el Inaem… e incluso con el Ministerio de Cultura. Al no recibir ninguna respuesta por parte de estas instituciones, parece inevitable hacerse algunas preguntas sobre ciertos asuntos que están demasiado enfangados en este organismo público: En relación con el contrato de Albertí que contempla los años 2023 y 2024: ¿Dónde está? ¿A cuánto asciende el mismo? ¿Con qué finalidad y categoría fue contratado? Y si es el dramaturgo de la compañía, ¿por qué cobra aparte las dramaturgias? ¿Y por qué trabaja con otras funciones en la Administración pública (músico, actor…) para las que no ha sido contratado? ¿Cómo es posible que los sindicatos, las empresas coordinadoras de prevención de riesgos laborales e incluso la Unión de Actores hayan permitido subirse al escenario de un teatro público a alguien que, presumiblemente, no está contratado como actor?
Más sorprendente resulta comprobar que, en el anterior periodo de dos años (2020-2022) en el que LA RAZÓN sí ha constatado que estuvo contratado como dramaturgo de la CNTC, Albertí no pudo dedicar demasiado tiempo a la institución pública, ya que en ese intervalo fue capaz de estrenar fuera de ella… ¡nada menos que seis montajes como director escénico! ¡Y entre ellos una ópera!
Poco más cabe añadir, porque poco más se dignan en la propia Administración pública a facilitar a este diario. Pero parece evidente, por la opacidad que envuelve el periodo que va de finales de 2022 hasta hoy, que todavía quedan muchos chanchullos y desmanes por salir a la luz. Lo que sí sabemos de momento, a la espera de que el Inaem aclare su situación laboral dentro de la compañía, es que en esta última etapa el dramaturgo ha cobrado aparte, al menos, lo siguiente: 4.840€, repartidos con Albert Arribas, por comisariar la exposición «Calderón y la pintura»; 5.000€ por la dramaturgia del espectáculo «Calderón», en el que además dirige, interpreta e incluso firma el diseño de iluminación; 5.000€ por la composición musical de «El gran teatro del mundo» y otros 5.000€, por último (que sepamos), por la dramaturgia de «Canciones de amor, de desamor y de piratas», el espectáculo recién estrenado en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. Suma y sigue. Nunca mejor dicho.