Los Premios Max viven “Una noche sin luna”, pero con una bestia
La pieza de Botto y Peris-Mencheta inspirada en el universo de Lorca triunfa en una gala en la que Jesús Carmona devoró a sus rivales de dos bocados y en la que el equipo de “Canto jo i la muntanya balla” fue el otro ganador con tres manzanas
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No era una noche sin luna lo que estaba en la previsión del cielo de Mahón, pero el teatro tiene estas cosas, que todo es posible hasta cuando se mira hacia arriba y se la ve en cuarto creciente. Y es que Juan Diego Botto (actual Premio Nacional de Teatro) y Sergio Peris-Mencheta estaban empeñados en demostrar que la de hoy, al este de Menorca, era Una noche sin luna, Mejor Pieza Teatral de la pasada temporada, además de certificar que el primero estuvo inconmensurable en su interpretación (Mejor Actor). Tampoco había bestias en el horizonte... hasta que apareció Jesús Carmona para decir que ahí estaba él para coronarse como Mejor Bailaor y para decir que también era suyo el Mejor Espectáculo de Danza, Baile de bestias. Un par de manzanas para cada uno y un par de minutos para reivindicar sus tormentos. Carmona abría la veda: “Gracias a los noes que me han dicho en mi profesión porque son los que me han hecho ser el que soy hoy (...) Si algún niño os dice alguna vez que quiere bailar, apóyenlo”.
Botto no pudo asistir, pero sí mandó emisarios en su nombre. Primero, su hermana, Nur Levi, que leía las palabras en agradecimiento a su colega Peris (que no pudo rascar la Dirección de Escena), “sin cuya mirada nunca hubiera podido encarar este personaje y hacerlo crecer”; y para su madre, Cristina Rota, de la que aprendió “el amor al oficio y la importancia de mirar al mundo para contarlo”. También hizo un guiño a su personaje, Lorca: “Va para todos los hombres que siguen esperando en las cunetas de este país a que se haga justicia y a que sus restos puedan tener una sepultura digna junto a sus seres queridos”.
Rota sí subió al escenario en el segundo de los reconocimientos, aunque solo como acompañante de un Peris-Mencheta que tomó el micro para gritar un “¡viva Lorca, viva Botto y viva la madre que os parió!” y para volver a leer un mensaje de su compañero, que no dista una pizca del suyo propio: “Hay en la vida de Lorca ecos que resuenan en nuestros días con la extrema derecha, una ideología empeñada en negar derechos a los demás y en expulsar del amparo a la ciudadanía que piensa distinto. Una ideología empeñada en apropiarse de la españolidad para expulsarnos a los demás”, cerraba el director.
Importante también la recolecta de Canto jo i la muntanya balla, de Guillem Albà y Joan Arqué, Mejores Directores de la noche, además de “payasos”, “que, aunque nos den el Max por un espectáculo serio, lo seguiremos siendo”, advertían en su segunda intervención. La primera fue para cubrir la ausencia de Alfred Casas y Laura Clos (Espacio Escénico); y el tercer mordisco de los catalanes fue cosa de Judit Neddermann, por su Composición Musical.
La gala había comenzado en el Teatro Principal de Mahón con Antígona (Clara Ingold), en el suelo, de charla con el oráculo de Menorca (Josep Orfila), a los mandos de un carricoche con las manzanas de los ganadores. De un tirón se fulminaban los premios en favor de Nicolás Fischtel, por CreAción (Iluminación); Ana Garay, por Rebelión (Vestuario); Alfred Casas y Laura Clos; y Unahoramenos, por Moria (Producción).
Todo esto, seguido desde la sala de prensa del teatro como buenamente se podía, por la web de rtve.es, desde el móvil, asomándose a la balconada..., pues hasta entonces el wifi, la señal de televisión y el audio brillaban por su ausencia. Sí se recuperó la señal de todo pasados los 20 minutos de ceremonia. A tiempo para, también de una tacada, vivir el reconocimiento a los actores y bailarines principales: Jesús Carmona y Lucía Lacarra (In the still of the night), en danza; y el citado Botto y Mónica López (De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda), en la actuación. Momento de gloria que la actriz aprovechó para agradecer a La Calórica “por acogerme y enseñarme a trabajar de otra manera... y también por las risas”.
Tras el recuerdo a los fallecidos en los últimos meses (Teresa Berganza y Verónica Forqué entre otros muchos), Alter, de Compañía Kamchàtka, recogía el Mejor Espectáculo de Calle, y el Teatro Soho, de Antonio Banderas, se hacía con dos manzanas del tirón: Obra Infantil/Familiar, para Cris, pequeña valiente (en coproducción con El Espejo Negro) y Espectáculo Lírico/Musical, para Company. No pudo estar el actor “in situ”, sí su hermano, pero se coló en la gala a través de un audio de WhatsApp: “Reitero mi compromiso con la escena española. Queremos seguir luchando por las artes escénicas porque pensamos que se necesitan en los tiempos en los que vivimos, tiempos en los que parece que solo las cosas grabadas existen. Pero esa relación de personas que se ponen frente a otro grupo de personas, sin nada en medio, nunca cambiará y, probablemente, se revalorizará”.
Los únicos dos premios de la SGAE que se sabían de antemano eran los de Carácter Social, para Caídos del Cielo, de Paloma Pedrero, y el de Honor, para José Luis Alonso de Santos, que rechazó, entre bromas, la manzana para conformarse “con la peana”: “Me gusta serlo para que otros se suban, se apoyen o brillen. Sin esa peana este Max se caería”, reconocía el dramaturgo dentro de “una de esas preguntas profundas que nos hacemos la gente del teatro”. Equiparó el “ser o no ser” a “me pertenece o no”. La conclusión la sacó rápido: “Yo solo estaba allí. Yo he puesto las palabras y ellos, mi familia, actores, colaboradores, escenógrafos, técnicos..., han puesto su sudor y su vida. Lo coherente en mí es que he sabido rodearme de gente maravillosa. Por eso, el premio es de todos”.
Iratxe Ansa e Igor Bacovich (Coreografía) continuaron con el acopio de premios, dando así a CreAción su segunda manzana. Julio Manrique, Marc Artigau y Sergi Pompermayer (Carrer Robadors) se hicieron con la Mejor Adaptación gracias “al viaje de un chaval que iba conociendo el mundo”, en boca de Manrique; Sandra Ferrús (La panadera), Autoría Revelación; y María Velasco González cerraba la noche consagrada como la Mejor Autora del pasado curso por su Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra, “una autoproducción que demuestra que para crear hay que creer”, confesaba sobre el estrado.