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Sonsoles Ónega: «No sé bien qué es el éxito profesional, sinceramente te lo digo»

La periodista y escritora nos lanza una advertencia: «Es más fácil defenderse de los adversarios que nos increpan que de los enemigos que nos adulan»
Sonsoles Onega.
Sonsoles Onega. David JarLa Razón
La Razón
  • Javier Menéndez Flores

    Javier Menéndez Flores

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Sonsoles posee lo que cualquier periodista y cualquier escritor ansían: la atención de miles de personas. Ella no cree que eso sea el éxito, ahí tienen el titular, palabras salidas de su boca que yo me he limitado a colocar ahí arriba. Pero los hechos no pueden ignorarse, y el magacín que presenta en Antena 3, «Y ahora Sonsoles», y la obtención del Premio Planeta por su novela «Las hijas de la criada» refutan cualquier argumento en contra. La buena senda venía de atrás, de otros programas y otras novelas, lo que significa que nos hallamos ante una triunfadora. Al menos, eso nos dice el rostro profesional y visible. Nadie, ojo, se lo ha regalado, porque Sonsoles es una mujer despierta que vuelca sus capacidades en el trabajo y trata de dar, cada día de su vida, lo mejor de sí. Ya habrá tiempo para descansar dentro de cien años, cuando todos, ay, seamos calvos.
¿Si se encontrara la lámpara de Aladino para qué la querría? Seré más explícito: ¿hay algo que no tenga, que desee?
Ah, qué buena. ¿Sabes lo que pasa? Que si te digo que no, no me vas a creer. Y si te digo que sí, no sabría decirte qué es lo que deseo. No te digo que la desecharía, porque no quiero desaprovechar la oportunidad de tenerla. Pero déjame seis meses para frotarla.
¿El éxito profesional es como lo imaginó o soñó cuando no lo tenía?
Mmmmm… Pues no. Pero es que no sé bien qué es el éxito profesional, sinceramente te lo digo. Si es hacer lo que me gusta, siempre he tenido éxito. Porque siempre he hecho lo que me ha gustado y en todos los sitios donde he estado me he encontrado muy, muy cómoda. Yo no me propuse presentar un programa de televisión ni ganar el Premio Planeta, ni siquiera publicar mis novelas. Sí quería ser periodista, y cuando me han dado oportunidades he mordido el hueso como si fuera la última comida de mi vida, las he aprovechado. Pero nunca ha habido un diseño, ni siquiera íntimo, de lo que quería que fueran mis carreras literaria y periodística. Todo es un accidente. El éxito verdadero es crear una app que te dé pasta desde la cama. Y que luego venga un inversor y te la compre para que puedas tirarte a bartolear el resto de tu vida.
Vivir acostado, como Juan Carlos Onetti.
Vivir acostado. Me encanta, ja, ja, ja. Sí.
El éxito también acarrea enemigos gratuitos, gente que lleva fatal los logros ajenos, eso tan español. ¿Le llegan esas flechas?
Me llegan, pero no sólo ahora. Desde el 15 de junio de 2018, que empecé a presentar un programa en Telecinco que se llamaba «Ya es mediodía», pasé de ser blanca a tener un montón de manchas. Eso se ha recrudecido un poco, pero no extraordinariamente. Me intimidan más las balas amigas. Déjame que te lea una cosa que he leído recientemente, de una escritora, Concepción Gimeno de Flaquer, de finales del XIX, y quiero que lo pongas, Javier: «Es más fácil defenderse de los adversarios que nos increpan que de los enemigos que nos adulan». De los segundos, en esta última parte del camino he encontrado muchos.
En su trabajo periodístico da la cara. El buen escritor, en cambio, vive de mostrar el alma. Más allá de las trampas que conlleva la ficción, ¿quienes le leen la conocen?
En los libros de ficción pura y dura creo que sí encuentran mucho de mí, porque no me puedo abstraer de lo que soy ni de cómo siento. Y me cuesta mucho, además, inventar maneras de sentir distintas a la mía.
En sus libros están el amor y la pérdida. El dinero, el éxito, el prestigio… todo eso está muy bien. Pero ¿sólo el amor nos salva?
Sin un buen entorno emocional, el éxito y el dinero no sirven para nada. Yo no quiero llegar a casa y estar sola. Y no tener a quién llorarle cuando acabo el programa.
«Besas besos de mar, a dentelladas. / […] Besas besos de Dios. A bocanadas / bebes mi vida» (Blas de Otero). ¿Le suena, lo ha vivido?
Qué bonito, por Dios… Yo soy una desgraciada en el amor, y está mal que lo diga porque ahora tengo un novio estupendo que me cuida, me mima, me entiende y, sobre todo, relativiza esto mío en lo que vivo las 24 horas. Creo que el amor nos hace, y a partir de ahí todo lo demás. He buceado mucho en biografías de tías a las que he admirado, Maria Callas o María Teresa Campos. Y esas biografías tan brillantes van acompañadas de muchísimo dolor, desamor, soledad, y a mí no me gustaría. Creo que voy a priorizar el ser feliz fuera del plató.
Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». Señora Ónega: ¿tiene fuego?
Me sobran siempre mecheros.