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Retorno a la medieval Barcelona

Ildefonso Falcones presenta una nueva entrega del retrato de su ciudad en «Los herederos de la tierra», publicada diez años después de romper todo tipo de marcas con «La catedral del mar», un fenómeno editorial que vendió seis millones de ejemplares.
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  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Ildefonso Falcones presenta una nueva entrega del retrato de su ciudad en «Los herederos de la tierra», publicada diez años después de romper todo tipo de marcas con «La catedral del mar», un fenómeno editorial que vendió seis millones de ejemplares.
La Barcelona medieval vuelve a ser el escenario novelístico de Ildefonso Falcones, pero «Los herederos de la tierra» –publicado por Grijalbo– no es, como dijo ayer su autor, «una segunda parte sino una continuación de “La catedral del mar”».
Hace ya diez años que este abogado barcelonés sorprendió con su debut literario, una obra que tenía como marco la construcción de la iglesia de Santa María del Mar, en el marinero barrio de La Ribera. Los seis millones de ejemplares vendidos, la publicación en 43 países y los varios premios recogidos por «La catedral del mar» podrían invitar a pensar en el vértigo en el momento de ponerse a escribir «Los herederos de la tierra». Falcones era ayer el retrato de la tranquilidad al resumirlo todo en «sentarse y trabajar. Empiezas a las nueve de la mañana y luego de cuatro a nueve de la noche sigues escribiendo, cosa que es lo que más disfruto».
En este nuevo libro, que ha llegado con una tirada inicial de 400.000 ejemplares, no tenemos como protagonista a Arnau Estanyol, el héroe de la novela publicada hace una década. Sí lo encontramos, pero el peso del relato recae en su hijo adoptivo, es decir, en Hugo Llor. «He optado por el camino más difícil porque no quería una comparación constante con “La catedral del mar”. Por eso también he querido hablar de una Barcelona de la que no se hablaba en el anterior libro», apuntó el escritor, añadiendo que el decorado buscado «es mi ciudad y sigue proponiéndome atractivos».
¿A qué Barcelona se refiere Falcones? Es la del Raval, en 1387, «un barrio muy humilde» y donde se instaló, por ejemplo, el primer gran hospital que hubo en Europa, el de la Santa Cruz. Fue allí donde estuvieron las Reales Atarazanas, uno de los espacios de «Los herederos de la tierra», íntimamente ligado al mar, lugar en el que trabaja Hugo Llor gracias a su padre adoptivo Arnau Estanyol. «Barcelona vivía del comercio marítimo gracias al mar y a las profesiones exisitentes alrededor de los barcos», añadió Falcones quien también mencionó que esa Barcelona medieval «continuaba en guerra contra Génova y los moros. Es una ciudad que vive por y para el mar, aunque no tenía puerto».

Los secretos del vino

Otro de los grandes temas de la novela es el vino, porque cuando Hugo se ve obligado a abandonar el barrio de La Ribera, buscará trabajo junto al judío Mahir, quien lo formará en todo lo relacionado con los secretos de la elaboración de estos caldos. «El mundo del vino me parece apasionante y en aquella época es lo que se bebía y no agua, que estaba infectada», expuso Falcones. Ese hecho también ha ayudado al novelista para hacer de su protagonista a un mercader de vinos, hecho que le ha permitido hacer de él un viajero por algunos de los momentos más destacados de ese tiempo, andando por tierras como las de Valencia y Zaragoza.
Es también el momento, como dice Falcones, de cambios políticos, en los que un infante castellano se hizo con la soberanía de Cataluña y de los demás reinos de la corona de Aragón. Es el Compromiso de Caspe, a este respecto, uno de los episodios clave.
Lo mismo se puede decir de la expulsión de los judíos en aquella Barcelona medieval, el asalto a la judería, cuya huella todavía se siente en las calles del Barrio Gótico y donde vivía el diez por ciento de la población de la capital catalana de aquel entonces. «Siempre se habla de la expulsión de los judíos de 1492, pero visto con perspectiva puede ser considerado como una solución, porque lo realmente duro fueron los 200 años que pasaron desde los asaltos de 1391, en los que Barcelona se anticipó bastante a esa expulsión», aclaró Falcones al analizar este momento de la historia de su ciudad.
Todo esto se expuso ayer durante un paseo organizado por la editorial con motivo del lanzamiento del libro, un paseo por algunos de los escenarios del libro, desde lo que hoy es el Museo Marítimo de Barcelona y que fue Reales Atarazanas, lugar de trabajo de Hugo Llor. El largo y caluroso camino, acompañado de numerosos periodistas y libreros, se completó por la Biblioteca de Cataluña, en el pasado Hospital de la Santa Cruz, hasta llegar al Saló del Tinell, uno de los edificios emblemáticos de la Barcelona medieval. Pasar ahora por esos rincones son también el final de un proceso, de una andadura que ha provocado que Ildefonso Falcones tuviera que documentarse al detalle, buscando entre las más diversas fuentes. «Yo no acudo a los documentos sino a los libros e intento buscar esa nimiedad, esa cosa atractiva que ha quedado escondida. Pero para eso hay que leer mucho», reconoció el escritor.
El lanzamiento de «Los herederos de la tierra» también coincide con el inicio del rodaje de la adaptación para la pequeña pantalla de «La catedral del mar», una producción de Atresmedia. Falcones admitió ayer que siente una gran curiosidad por ver a sus personajes de tinta en la piel de un reparto de lujo, con Daniel Grau, Silvia Abascal, Josep Maria Pou y Andrea Duro. «Siento expectativa y curiosidad. Hay detrás una industria muy potente y no me cabe duda que será una serie buenísima. Los recursos de la literatura son diferentes a los de la televisión, así que lo que debe ser esa serie está en manos de los guionistas. Mientras se ciñan al espíritu de la novela, los espectadores disfrutarán de la serie», dijo, sin confirmar si hará un cameo.