El polémico documental que cambiará por completo la imagen de Prince: fentanilo, abusos, un novio controlador, dolores...
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Pensar en Prince es irse inevitablemente a su música; es trasladar la mente a "Purple Rain", "Raspberry Beret" o "Kiss". Dibujar a "un prodigio musical enigmático, excéntrico, inmaculadamente vestido y tremendamente prolífico que fusionó el funk, el rock y el soul para convertirse en una de las mayores estrellas de la música de todos los tiempos", como lo define James Hall en The Telegraph. Dice esta misma cabecera que no se le ocurriría "pensar en la miseria", sino en "buenos tiempos". Sin embargo, el nuevo (y polémico) documental sobre el Príncipe de la música se acerca más a la cara B de todo lo dicho que a un idilio sin mácula.
Su muerte, en abril de 2016, fue triste. Atrás quedaron 57 años de aparente éxito. Su cuerpo, tirado en el suelo de un pequeño dormitorio, fue la antesala de la conmoción que supondría la noticia. Detrás de esta nueva cinta, que todavía está en duda si verá la luz por su controversia, hay mesas llenas de medicamentos, comida putrefacta y pastillas tiradas por la cama. Detalles que fijan la atención del espectador durante las nueve horas que dura el proyecto documental sobre Prince. "Olvídense de Prince y la Revolución. Este es Prince y las revelaciones", sostiene The Telegraph.
Son pocos los "afortunados" que han visto las imágenes, pero los hay; entre ellos, The New York Times, donde se ha publicado un reportaje titulado "El príncipe [Prince] que nunca conocimos" ("The Prince we never know"): "Podría redefinir nuestra comprensión del ícono del pop, pero probablemente nunca lo veamos", advierte de una película que revela cómo el artista, durante décadas, sufrió dolores constantes a consecuencia de las extenuantes actuaciones físicas. Incluso, apuntan, se había vuelto dependiente de los analgésicos. Un documental que deja al descubierto su infelicidad y su desorden vital que precedieron una muerte por sobredosis de fentanilo.
Señalan como "inquietante" que la imagen final en un pequeño dormitorio sirva como espejo de otra de las revelaciones clave de la película: que el joven Prince estuvo encerrado en su dormitorio durante seis semanas por un padrastro abusador. Esta imagen de la cama “tenía ecos inquietantes de los abusos que sufrió cuando era joven”, escribe la periodista del New York Times Sasha Weiss, una de las pocas personas que vieron la película de Prince.
Para Telegraph, esta nueva información "cambia por completo nuestra percepción de Prince". Seguirá siendo ese hombre que vendió más de 100 millones de discos, sostiene el artículo, y continuará siendo el hombre que puede ponernos los pelos de punta cuando escuchamos "Purple Rain"; también el hombre que todos sabíamos que era "un poco extraño" por esa obsesión de vestir de morado (al parecer olía a campos de lavanda); o su decisión de cambiar su nombre por un garabato en 1993; "pero nunca supimos hasta qué punto llegó esto, lo dañado y triste que aparentemente estaba. Y no sabíamos cuánto afectó a sus relaciones con otras personas".
En el éxito arrollador de Prince, como suele ser norma, no fue todo de color rosa (aquí, sería más bien morado), detrás de él se escondía un severo trauma infantil que arrastró desde su nacimiento en Minneapolis, en 1958. Hijo de los músicos Mattie Shaw y John Nelson, tuvo una educación dura. La relación entre sus padres fue violenta y se separaron cuando él apenas tenía seis años. Shaw, junto al que más tarde se convertiría en su marido, Hayward Baker, son dos de las personas que supuestamente aparecen en un documental que se basa en más de 70 entrevistas y que tuvo acceso al archivo personal de Prince. Los testimonios señalan a Baker como el hombre que encerró al Prince niño en un cuarto y le pasaba comida por debajo de la puerta. Cuentan que fue ese abuso lo que lo volvió "introvertido". Aunque seguro que tampoco ayudó que con doce años su madre lo echara de casa. Fue entonces cuando Prince se fue a vivir con su padre, un músico de jazz.
Prince se sintió "inspirado por los recuerdos de su padre tocando el piano", escribe su biógrafo Matt Thorne. No obstante, la suerte no estaba del lado del niño en sus primeros años: su padre también le echaría de casa después de "encontrarlo repetidamente con una chica en su habitación". La expulsión lo llevó a pasar años en un colchón en el sótano de su mejor amigo. "Le rompió el corazón", defiende la hermana de Prince, Tyka.
Según Weiss, las relaciones personales de Prince con las mujeres podían implicar una mezcla de impulsos aparentemente opuestos de apoyo y dominación. Algunas novias estaban "fascinadas" por el tiempo que pasaban con él, escribe. Pero su examante Susannah Melvoin y hermana gemela del guitarrista de su banda Revolution, cuenta una historia diferente. En el documental, Melvoin muestra a un Prince controlador; revisaba sus llamadas telefónicas y la disuadía de salir de la casa. "De niño, fue muy marginado", apunta. Siempre trató de encontrar su sitio "¿A dónde pertenezco? ¿Quién me va a aceptar? ¿Quién me va a aceptar como soy?".