Otro planeta de Niño de Elche: un western gitano, «queer» y... flamenco
El cantaor se inspira en el mito de Manuel Torre en «Cante a lo gitano»,
Creada:
Última actualización:
En cada disco, un concepto, un mundo imaginario, un paisaje sonoro. En cada aventura, una disidencia, una provocación sin (o con) intención de provocar, una manera diferente a mirar a la realidad. No es que el cantaor Niño de Elche viva en el conflicto, pero desde luego sí en la disonancia. Como él mismo admite, ha recibido «mucho amor» en ámbitos como el rock, la clásica, el «indie», la música contemporánea y hasta el flamenco (sí, el flamenco), pero también... «He recibido unas cuantas puñaladas», reconoce sonriendo el incomparable Paco Contreras (Elche, 1985), un verso libre, una rima asonante de la escena española. La prueba es que cada uno de sus discos propone algo radicalmente diferente y detrás de todos hay una idea que los sustenta, no esa viscosa «colección de canciones» tras las que se esconden los perezosos o los incapaces. Lo hizo con «Voces del extremo», con su «Antología del cante flamenco heterodoxo», con «Colombiana» (y su lectura de los cantes de ida y vuelta) y en «Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte» proclamó la defunción de este arte. Lo hizo en Fuerza Nueva, junto a Los Planetas (trastocando himnos) y con Toundra, en Exquirla (con la conciencia de Enrique Falcón). Así, es imposible gustarle a todo el mundo.
Y ahora, para seguir haciendo amigos, Contreras se autodenomina gitano en el nuevo trabajo que acaba de publicar. «Es un término que puede dar a controversias, no solo por la cuestión racial o histórica, pero es sinónimo de flamenco y yo, como ex flamenco, siento que me pertenece». Lo que anuncia es una forma de cantar menos canónica, más liberada de corsés y desde luego menos melismática o espectacular, al contrario de lo que es tendencia ahora. «Cuando uno hace este trabajo, no busca provocar pero sabe que puede ser provocativo para cierta gente. Yo ya estaba trabajando en el repertorio de Manuel Torre cuando entendí que se podía dar la conjunción de cantes gitanos, esenciales, con el universo de cuarto cerrado y ahumado, de fiesta en casa», explica.
De Manuel Torre, como explica Contreras, se habla mucho pero no se reivindica su forma, «igual que los marxistas hablan de Marx pero no lo han leído o quienes defienden la Constitución pero no la conocen», ríe el cantaor. «Manuel es un icono, un artista mítico porque la idea lorquiana de duende está relacionada con él y Lorca dijo que era el cantaor que más cultura en la sangre tiene. Tiene misterio, es muy sugerente. Es de Jerez, que es una ciudad muy particular, fronteriza... Tiene muchas historias alrededor: que era anárquico, un majareta, sus líos personales, que se acompañaba de un galgo, que le gustaban los gallos de pelea, llevaba un borrico siempre... Su imaginario me parecía muy sugerente, por eso, en el disco juego con la idea de western». Contreras profundizó en esas grabaciones para «escuchar la rugosidad de la cuerda, la dicción lenta, e ir más allá: al ambiente, los jaleos, el dónde y el cómo de las grabaciones».
Niño de Elche se ha divertido con las visiones conservaduristas y románticas del flamenco. Como la que dice que la farruca viene de Galicia. «Todo porque hay una letra que lo dice. Pues tirando de esa simpleza, en la anécdota y la historieta, que no es más que un delirio, hemos hecho la ‘‘Farruca asturgalaica’’ con una gaita. Decidí revolcarme en el mito y ha quedado tan bien que igual éstos tienen razón», ríe Contreras. Hay, en el mismo sentido, un experimento con la jota en las «Cantiñas de los Reinos». En el fondo, late una intención y una estética «queer». «Sí, pero no entendida como una visión de género, que eso es un reduccionismo, una simpleza, sino como lo extraño». ¿No podría gustarle un disco así de esencial a sus detractores? «Lo dices tú porque eres una persona empática y llena de esperanza, pero eso es completamente imposible», ríe el ex flamenco. Esa extrañeza marca su relación con la palabra cantaor. «Si te consideras un cantaor te estableces en la normatividad que nunca me ha interesado. Enrique Morente tenía la misión de reformular la palabra y que en ella cupiera todo. Yo no soy tan reformista, creo que no es posible. Ser ex flamenco te da una distancia para resolver esas cuestiones». Sí está cansado de ser el blanco de las iras. «Ya pasaron los años de ser conejillo de indias. Antes, los festivales de ‘‘indie’’ me llevaban como experimento, igual que algunos de flamenco para dar la pátina de modernidad, para quitar caspa. Era un acuerdo y me parecía bien, pero se generaban unas controversias que ya no me apetecen». Porque Niño de Elche prefiere la disonancia al conflicto.