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...y «El Danubio Azul», por fin, flotará en el espacio

Un proyecto de la Agencia Espacial Europea lanzará al cosmos el vals que Kubrick usó como banda sonora de "2001: Una Odisea en el Espacio" 
...y «El Danubio Azul», por fin, flotará en el espacio
Imagen de la secuencia en la que suena el vals de Strauss en la película de Kubrick
Ulises Fuente

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No es esta una cuestión que vaya a cambiarnos la vida, y, de hecho, es probable que sea indiferente para el devenir de la humanidad. Sin embargo, es un acto de justicia poética tan necesario como pocos. Desde hace medio siglo, Bach, Mozart, Beethoven y hasta Chuck Berry viajan por el espacio entre otras 27 piezas musicales que se grabaron, con mensajes y dibujos, en los discos que transportan las sondas Voyager 1 y Voyager 2, lanzadas al espacio en 1977 como embajada de la Humanidad para eventuales civilizaciones extraterrestres. Sin embargo, entre las melodías seleccionadas no se encontraba «El Danubio Azul», el famosísimo vals de Johan Strauss que se convirtió en himno oficial del espacio para los terrícolas cuando Stanley Kubrick la colocó como banda sonora de «2001: Una Odisea en el Espacio» (1968), una elección que, por cierto, le costó no pocas críticas al director neoyorquino, de algunos que consideraban inapropiada la elección de una pieza clásica para ese momento. Kubrick incluso desechó una banda sonora compuesta por Alex North (autor de música para «Espartaco», «Cleopatra» o «Un tranvía llamado deseo», entre otras muchas) para apostar por piezas clásicas de Richard Strauss («Así hablo Zaratustra») o Ligeti («Lux Aeterna»). El director no le dijo ni una palabra al respecto a North, que se enteró de que su música había sido descartada el día del estreno. De entre todas aquellas piezas, el vals que acunaba las naves espaciales se convirtió en uno de esos momentos para la historia de la cultura occidental, pero, por alguna razón, no formó parte del repertorio espacial. Ese gravísimo error cósmico va a ser subsanado inmediatamente. 
Bajo el nombre de «Vals hacia el espacio», una misión promovida por la Agencia Espacial Europea (ESA), lanzará al infinito los acordes de Strauss el próximo 31 de mayo, cuando se cumple el 50 aniversario del nacimiento de la ESA. Ese día, la Sinfónica de Viena –que celebra también aniversario, en su caso, el 125º– interpretará desde el Museo de Artes Aplicadas de la capital austríaca un repertorio de piezas galácticas en el que se incluye «El Danubio Azul». A las 21:30 horas en España, los acordes de ese vals serán transmitidos en directo a la antena de espacio profundo que la ESA tiene en la localidad de Cebreros, en Ávila. Desde esa estación, las notas se convertirán en ondas electromagnéticas que se lanzarán al espacio a la velocidad de la luz. Tan rápido irán que, 23 horas después, habrán alcanzado a las sondas Voyager, que tras más de 47 años navegando por el infinito, se encuentran ya a casi 25.000 millones de kilómetros de La Tierra. Tras adelantar a esas naves, los acordes del vals seguirán viajando, en teoría, por el Universo hacia un destino incierto. El concierto se retransmitirá también para los interesados en el Planeta Tierra, en directo desde cerca de Times Square, en Nueva York; desde un conocido bar al aire libre en Viena; y finalmente desde la estación DSA 2 en Cebreros.
Esos compases ingrávidos flotarán en el infinito sordo sin ningún propósito conocido, más allá que el de mecer las estrellas con la mano del hombre. Como es sabido, en el espacio no hay partículas ni aire que puedan propagar el sonido, por lo que es imposible escuchar una melodía tal y como lo hacemos en la Tierra. Kubrick, estamos seguros, sonríe en alguna parte.

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