Aitana se empodera en su nuevo disco: "Me rodeo de personas que me quieren, no de mentiras"
Publica «alpha», un disco de baile basado en las programaciones discotequeras de los 90 y que presentará en una gira triunfal por España
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Es ya una de las estrellas de la música en España. La última colección de singles de Aitana, concebidos para la discoteca, ha roto los registros de reproducciones y ha favorecido una venta vertiginosa de las entradas de sus conciertos, que ya suman tres WiZinks Center en Madrid y dos Palau Sant Jordi completos para la gira que arranca próximamente. Hoy aparece «alpha» (Universal), su nuevo trabajo, en el que la catalana se muestra «como la vida misma: a veces de subidón y otras de bajón», según explica ella misma en el «alpha Experience by Amazon Music», un espacio inmersivo concebido para los fans de la cantante en Madrid.
El trabajo tiene un hilo conductor: «Que todo el mundo se sienta tranquilo de poder explicar cómo se siente. El mensaje es que nadie tiene por qué llevar una línea de perfección y de bienestar absoluto. No pasa nada por estar triste un día o tumbada en la cama hecha un asco», dice la artista de 24 años con su incorruptible ingenuidad. ¿Tenemos rechazo a la hora de reconocer la tristeza o la fragilidad emocional? «No creo que esté mal visto, pero en redes sociales la gente trata de sacar lo mejor, transmitir esa energía positiva. Yo lo intento también. Pero cuando estás mal te lo guardas, para solucionarlo contigo mismo. Porque si lo publicas en redes encima te sacan un titular...», dice riendo la que ya es superestrella de la música española.
La sobreexposición es el lado más difícil de la fama. «Yo no lo veo difícil. A veces, sí. Pero tampoco lo pienso demasiado, porque yo tengo a mis padres y mi familia y la gente que me quiere y mis amigos de toda la vida. No me rodeo de cosas irreales o de mentiras. Tampoco intento hacer ver quien no soy. Todo lo que me rodea es de verdad», asegura. Otros artistas se fabrican un personaje o una máscara cuando sienten la presión del ambiente. «A mí me costaría muchísimo actuar con un personaje. Yo soy la misma encima de un escenario y abajo. El otro día le pregunté justo esto a mis amigas y me dijeron que es así. Conservo a las amigas de toda la vida», apunta la catalana que pone en orden sus pensamientos y emociones acudiendo a regularmente a terapia psicológica. «Por supuesto. Trato de cuidar mi salud mental igual que voy a hacerme una revisión de mi cuerpo. Creo que es superimportante, teniendo en cuenta la sobreexposición que tengo de cara al público. Sé que es una consecuencia de mi trabajo y me encanta que venga la gente a verme y trabajar de la música, pero tengo que cuidar mucho de mis emociones para que no sean tan disparadas como mi vida. Y estoy muy expuesta. Por eso cuido mi mente», explica con gran madurez.
El otro eje del nuevo disco de Aitana está insinuado en el título. «Se habla mucho de lo del macho alfa, pero yo quería jugar con el concepto también referido a una mujer. Quería transmitir un mensaje de empoderamiento». Un mensaje de confianza que empieza, por qué no, en la pista de baile: «Creo que el empoderamiento es sentirse una mujer valiente, alguien que puede hacer lo que se proponga. Por ejemplo, en ese sentido, yo, que siempre me ha gustado bailar, nunca me he sentido completamente libre por el miedo a sentirme juzgada. Y porque a las mujeres se les categoriza. Tenemos que ser ‘‘sexys’’ y bailar siempre bien... y al hombre no. Y yo siempre he sentido esa presión. Por eso lo que pido es ‘‘siéntete como te dé la gana’’. Haz lo que quieras, en eso consiste el empoderamiento», explica.
Para Aitana, las mujeres tienen una presión adicional: «En la industria de la música pasa constantemente. Se nos exige que hagamos las cosas mucho mejor para valorarnos la mitad. Eso es porque venimos de una historia y de un patriarcado que siempre ha dicho que somos menos que los hombres. Y por eso siempre se nos pide más». Los cambios, según la artista, se notan, pero todavía son frágiles. «Ahora se habla cada vez más de esos temas y ya es algo. Y se han conseguido algunas cosas, porque hace 50 años... las cosas estaban muchísimo peor. Pero hay que seguir luchando. La verdad es que estar en la guerra es un poco cansado, se hace agotador tener que estar siempre defendiendo nuestros derechos, pero hay que luchar», dice Aitana, que se ha enfrentado a miradas condescendientes en el ejercicio de su profesión. «Creo que hay un poco de todo. Hay opiniones con mala intención y otras que no. Siempre voy a estar sometida a que me juzguen, eso no puedo controlarlo. Con el tiempo he aprendido que no le puedo gustar a todo el mundo y eso me ha ayudado. Pero yo estoy tranquila y feliz porque me siento muy querida por parte del público. Saco una gira y salen tres WiZinks y dos Palau Sant Jordi. Eso es una locura. Quiero que a la gente le guste y también que me haga feliz lo que hago. Si no sucede, tendré que cambiar algo y ver qué estoy haciendo mal».
Con su tercer disco, Aitana va encontrando su voz artística. «El problema es que no me puedo encasillar. Pienso que estaré siempre en el pop, pero moviéndome. Así que eso de la voz propia no sé qué puede significar. Puede que el próximo disco que haga sea un disco de baladas. Me encantan las baladas», explica la catalana, dueña de un torrente de voz que ha dejado en un segundo plano en este trabajo, en el que, más que cantar, a veces susurra. «Quiero experimentar con una forma de cantar más tranquila. No me apetece chillar todo el tiempo –ríe–. Mis productores y mi equipo me decían varias veces que en algunas canciones podía subir más la voz. Pero es que no quería ir más arriba, sino quedarme en un registro más tranquilo».
El público de Aitana, intergeneracional, parte de niños y jóvenes e incluye a padres que fueron jóvenes en los 90, de donde ha tomado buena parte de la producción de las canciones más discotequeras, incluido un homenaje a «Saturday night» en «Las Babys». «Me encantan todas esas canciones y ese rollo dararí que tenían muchos éxitos de la época», dice mientras tararea un corte del disco. Ese público familiar le hace ser consciente de su responsabilidad con el mensaje: «Lo soy. Pero a la hora de exponer mis valores, los que me han inculcado, que es el feminismo. La valentía de hacer lo que me apetece hacer y, por supuesto, siempre desde el respeto».