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El Langui: “La sociedad está espástica”

En su nuevo disco, «Espasticidad», se pregunta si la dolencia que sufre de nacimiento también la tiene el resto de la sociedad sin saberlo
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Juan Manuel Montilla «El Langui» se ha encargado de hacer saltar por los aires la categoría en la que la vida le había colocado. Porque para cualquier persona que le vea por primera vez o incluso para la propia Administración, El Langui es una persona con discapacidad. Pero ¿quién puede decir semejante cosa de alguien que es músico, actor, director de cine, presentador de un programa de televisión y de uno de radio, que dirige su propia fundación y hasta un restaurante? ¿Quién se atreve a decir de él que es un discapacitado? En todo caso, será un supercapacitado, porque todas esas metas las ha logrado sobreponiéndose a una dolencia, la espasticidad, que padece de nacimiento y que le limita los movimientos. Pero que no logrará detenerle o derrotarle. Así, «Espasticidad», se llama su nuevo disco.
Habla de su enfermedad en una canción muy dura junto a Kase.O.
No pretendía otra cosa. Tenía que incomodar, dar un bofetón en la cara. Tanto a la sociedad como a mí, porque hay personas con realidades más duras que la mía, así que me digo a mí mismo que hay que intentar sacar la mejor de dentro y cambiar la actitud. La espasticidad es un trastorno motor, una sintomatología presente en personas con parálisis cerebral, espina bífida, esclerosis múltiple, con ictus... El cerebro envía mala información a los músculos y éstos están rígidos, tensos, deformados, y de ahí vienen los dolores. Pero trabajando en esto me he dado cuenta de que la sociedad está espástica. La gente está rígida, tensa. Tenemos que liberar y soltar sentimientos. Preguntarnos qué nos pasa. Tenemos la cabeza contraída y también los músculos del cuello, rígidos mirando el teléfono. No somos capaces de ver las situaciones y las personas que pasan por delante.
No nos miramos a la cara.
Algo tan sencillo como observar a la gente en el autobús te hace preguntarte cosas.
Claro: así es como comienza la empatía. Pero en redes es aún peor...
La gente en las redes quiere «contenido», pero eso no es la realidad.
Su dolencia es muy dura y canta que le dan ganas de rendirse.
De tirar la toalla, de decir «hasta aquí». Me he visto en situaciones de todo tipo cuando era un niño de 7 o de 10 años. Te caes en un callejón con la mochila y no pasa nadie para levantarte y te arrastras por el suelo manchado de aceite de coche y pis de perro y no tienes la maña para levantarte. Y te arrastras como una rata por el suelo y sigues tirando. Con 20 y con 30... Te das contra el muro, pero lo intentas y, lo consigas o no, puedes llegar a ser feliz. Ese es el mensaje de la canción.
Pero es muy duro.
Sí, pero no puedes creer que tus problemas son el centro del mundo. Hay gente en tu mismo barrio que lo pasa peor, o en otra parte del mundo mucho peor. Por compromiso de vida, hay que intentar ser felices.
¿Cómo es Hugo Montilla?
Es un muchacho que tiene 16 años y que siente inquietud por las cosas. Por la cultura, tiene curiosidad. Lee. Un muchacho que empieza a ser responsable, que es educado y que da guerra de puertas para adentro pero que se comporta fuera. La preadolescencia es jodida pero ver que a tu hijo nada le inquiete y solo quiere videojuegos y colegas en el parque, eso es lo que me preocupa. Hemos hecho juntos un cortometraje y se ha llevado algún premio de interpretación. La cultura le está haciendo mejor persona. Está madurando. Porque cuando te acercas a la cultura, te lleva a muchos mundos.
¿Cómo llega El Langui a la cultura?
Entré en un bucle de falta de interés, pero con el rap descubrí que con un boli y un papel se hacen rimas y te sientes útil, realizado, que vales para algo. Eso lo necesitamos todos pero si tienes una discapacidad, pues más. Me agarré a eso, me lo creí y luché por ello. Con La Excepción lo conseguimos.
En «Achukei» lanza un mensaje contra la impostura en el rap.
Bueno, la actitud rapera mola. Yo he mamado a Public Enemy, a Run DMC, Ice Cube, NWA, Wu Tang Clan y a tantos... Esa actitud me gusta. Me considero “raper”, y esa actitud está ahí para siempre. Pero hay mucho “mascarriles”, mucho que imposta. No me lo creo a veces. En la música urbana va implícito cómo te has criado y quién eres. No tienes por qué mandar un mensaje político o reivindicativo. La gente se equivoca: el rap no nació para lanzar mensajes políticos sino para liberar tu mierda y bailar “break dance”. Las primeras rimas son fiesta. Luego evolucionó a reivindicar, y está bien. Pero muestra una verdad. Hay mucho “mascarriles” en el mundo de la música urbana. Hay alguno que se inventa un personaje que es mentira y los medios lo compran. Artistas que ni viven en le barrio que dicen ni han sufrido lo que dicen y es mentira,. Y dan un mensaje consumista individualista, de ostentación que es peligroso. Yo no soy quién para decir eso, porque ¿cuántas veces habré obrado como no debía? Pero hay muchos «mascarriles» que van de que son peligrosos y callejeros y es todo mentira. Y odio la mentira.