Manuel Carrasco: “Me dejo la vida en lo que amo”
El onubense presenta “Corazón y flecha”, su noveno trabajo de estudio, un álbum que habla del pasado, el presente y el futuro
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Asegura que cada vez es más difícil hacer un disco. “Porque en cada uno que haces vas exponiendo algo de ti, y se vuelve más complicado seguir haciéndolo. Pero he intentado rescatar lo que he sentido en estos dos años en los que hice y deshice varias veces las canciones”, explica Manuel Carrasco sobre los cortes de su nuevo trabajo, “Corazón y flecha” (Universal), un disco que ha nacido bajo en síndrome de los creadores con más tiempo del que acostumbran para hacer su trabajo. Y, por tanto, se dedican a cuestionarse todo lo que acaban de terminar. Carrasco ríe. “Eso mismo me ha pasado a mí. Dicen de las canciones como de los poemas, que no se terminan, se abandonan”, concede.
Las canciones del álbum son “flechas que van de mi corazón al de quien las escuche”, explica Carrasco sobre la materia prima del trabajo, que son “muchos sentimientos que se esconden en el corazón y que todos compartimos. Por eso con las canciones ocurre la magia de identificarse. Cualquiera que viva tan intensamente como yo, se reconocerá”, explica. “En cada disco hay una catarsis. Hay una introspección hacia uno mismo donde uno intenta descubrir, preguntarse, ver qué tiene detrás de lo que le sucede. Y se puede decir que he vuelto a mi origen y por eso hablo de mi infancia y del paso del tiempo. De esas preguntas sin respuesta que están ahí”. Comencemos por el pasado. ¿Mira mucho hacia atrás Manuel Carrasco? “Las canciones son el reflejo de uno, y este disco he tenido muy presente el pasado. Para seguir, tienes que mirar atrás y ver de dónde vienes, equilibrar ciertas cosas. Es mejor partir de ese origen para entenderlo todo. Y corres el riesgo de que haya cosas que tienes ocultas y que te mueven por dentro, pero la vida es así. A veces cuando no sabes por dónde tirar, hay que apoyarse en lo que tienes detrás y volver con más fuerza”.
Pasemos al presente, porque el sevillano reivindica en un corte del disco que “Hay que vivir el momento”. Sin embargo, con el teléfono siempre en la mano, el momento se escapa por detrás de la pantalla o escurriéndose entre tantas distracciones del mundo moderno. “Yo soy uno de tantos. Me digo esa canción a mí mismo para corregirme, para no olvidarme de que eso es lo que quiero. Pero, ¿sabes qué? Cuando la canto, me detengo en esos tres minutos, vivo el momento durante ese tiempo, así que en sí misma la canción es como un amuleto que me ayuda a practicar lo que canto”, explica. “Todas las canciones las escribo para mí. Si quiero contar algo como una felicidad en el pecho grande que tengo, lo hago. Si tengo miedo sobre algo o la soledad, lo canto, pero no es para que nadie sepa nada de mí, es para sacarlo y que me ayude”.
Y, por último, el futuro: “Coquito” es una canción que Carrasco dedica a su hijo de dos años. “Es todo un gran tópico, pero yo no he vuelto a ser el mismo desde que tuve a mis hijos. Canto diferente, camino diferente. Es una bendición y una preocupación. Me siento muy feliz y orgulloso y al mismo tiempo hay que afrontar los pormenores que ya no son los de una persona, sino los de una familia”. El artista tiene claro que no valen las lecciones y las monsergas, sino los ejemplos: “Yo le quiero enseñar a mis hijos cómo me dejo la vida en algo que amo. Si en algo puedo dar ejemplo es en eso. No en el resultado, sino en la intención. En cómo quiero vivir. Creo que es algo bonito que puedo transmitir”. Carrasco vive la paternidad con normalidad, a pesar de su profesión artística: “Es un ritmo diferente, pero no es tan diferente a otras profesiones como los camioneros o los médicos, que también tienen su turnos y sus horarios. A veces estás fuera y a cambio luego pasas bastantes días seguidos en casa. Y los niños se adaptan muy bien. Llevo 20 años en esto y no puedo dejarlo, porque, si yo no soy feliz, no sería buen padre”.