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Lo que Lola Flores se ganó a pulso

Se cumplen hoy 99 años desde que en Jerez de la Frontera naciera un terremoto y revolución, una artista que fue entendida en todo el mundo gracias a su talento, arte y desparpajo
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Lola Flores y su brillo en los ojos. La que no fue marquesa, sino del pueblo. Lola de España, la “salvaora”, feminista de su tiempo y la de la pena, penita, pena. Hoy la eterna Faraona cumpliría 99 años, y aún su mito y legado continúan siendo icono y revolución. La cantante nació un día como hoy de 1923 en Jerez de la Frontera, y nadie podía ser consciente del terremoto que su arte y talento traerían. A Lola Flores se le entendió en todo el mundo no por viajes ni idiomas, sino por su capacidad de transmitir y su inigualable forma de interpretar rumbas, coplas o rancheras. Y, ante todo, por su ausencia de pelos en la lengua a la hora de cantarle a todo, a la injusticia, al machismo, a quien discriminaba, a la necesidad de libertad de las mujeres, a la importancia del brillo de los ojos. Y es que ella siempre estaba guapa “porque el brillo de los ojos no se opera”, decía.
En un año de preparaciones para celebrar el centenario del nacimiento de la Faraona, ya existe una obra que pretende rendirle homenaje. Se llama, como no podría ser de otra forma, “Lola, el brillo de sus ojos” (Sevillapress), como guiño a la emocionante y empoderada forma de vivir de la jerezana. “En un tiempo en el que las mujeres no tenían libertad de movimientos ni de expresión, a Lola Flores se le permitieron muchas cosas, pero quizá fue porque nunca pidió permiso”, escribe su autora, la periodista Marina Bernal.
Rompió barreras, tanto musicalmente como en cuanto a las temáticas de las que hablaba o a las que cantaba. Pero si algo fue también histórico fue su desparpajo, su fuerte personalidad y capacidad de hacerse inmortal con cada frase que pronunciaba. Lola nos ha dejado numerosos recuerdos, desde la actuación que paró para buscar un pendiente que se le había caído, hasta la boda de su hija Lolita, donde dijo esa frase tan memorable: “Si me queréis, ¡irse!”.
No obstante, no todo fue fácil para la Faraona. Su éxito fue tan alto como el número de obstáculos que tuvo que esquivar. De hecho, ella proclamaba que “desde que empecé fue una lucha constante. En mi época era todo poquito a poquito. Teníamos que coger las maletas para ir por los pueblos. Mi madre cogía las pensiones con derecho a cocina. Pero también es muy hermoso porque piensas que todo te lo has ganado a pulso”. Y así fue. A Lola nadie ni nada le ayudó, más allá de su impecable voz, su ritmo, interpretación y presencia. “Si Federico García Lorca viviera, yo sería su musa”, decía, la que dejó para la historia musical y cultural de nuestro país inigualables interpretaciones de “A tu vera”, “Que me coma el tigre”, “Pena, penita, pena”, “Dime” o “La zarzamora”.

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