Medina Azahara resucita a Triana: ¿por qué vuelve el rock andaluz?
Como símbolos de un movimiento y precursores intachables del rock andaluz, Medina Azahara les rinde homenaje en el nuevo álbum «Llegó el día»
En la música no hay nada excluyente. Su magia reside en esa arbitrariedad, en la posibilidad infinitamente abierta de mezclar sonidos, géneros, estilos y que, generalmente, el resultado ya no es que sea positivo, sino que llega a crear fenómenos y movimientos. En los años 60 y 70 en España, cuando los resquicios del franquismo se levantaban a duras penas para sobreponerse a una sociedad sedienta de cambio, el desapego estaba generalizado. La sociedad, por lo general, vivía ensimismada en un pasado interminable de normas y directrices, pérdida del rumbo vital que, cómo no, tan solo pudo salvarse a través de la música. Cada vez eran más los artistas que buscaban esas raíces y orígenes a través de sus instrumentos, que rescataban lo que en algún momento les hizo levantarse de la cuna. Un sentimiento bastante extrapolable a hoy, pues parece de tendencia social el volver atrás, el agarrarnos a lo que nos colocó en esta vida, para olvidar o, más bien, superar un sufrimiento reciente. Pues bien, en esos años donde la dictadura comenzaba a terminar y donde aún no había aflorado la Movida Madrileña, en cada rincón de España los músicos supieron exprimir sus raíces, surgiendo nuevas fórmulas artísticas. Y Andalucía brilló por su excelencia, por la cantidad de grupos que surgieron para reivindicar esa percepción del sur, siempre tan sometida a examen. Fueron los años de Smash, de un rock andaluz que se consolidó con un denominador común: la búsqueda de las raíces a través de la riqueza de una cultura milenaria y de la mezcla de lo eléctrico y el soniquete.
Si la psicodelia de Smash, liderados por Gualberto García y Manuel Molina, fue la pionera en este emergente género, a la vez que Flamenco destacó por lo andaluz de su glam rock, los que sin duda consolidaron sus bases y revolucionaron su sonido fueron Triana. Fueron –y siguen siendo– el símbolo indiscutible del rock andaluz, inspiradores de grupos como Alameda, Cai, Mezquita, Imán Califato Independiente o Veneno. Formada en 1974 por Jesús de la Rosa, Eduardo Rodríguez y Juan José Palacios, promovieron una innovación musical basada ya no en el flamenco, sino en lo flamenco. En la naturalidad del aire fresco, en el sentimiento del quejido y lo folclórico. Todo ello, por supuesto, acompañado de guitarras eléctricas, así como bajos, batería y, en definitiva, castañuelas impregnadas de rock.
Junto con Alameda, sin duda el grupo heredero del rock progresivo y tradicional de Triana fue Medina Azahara, banda que, desde 1979, aún hoy sigue conquistando escenarios y cosechando éxitos como «Todo tiene su fin» o «Necesito Respirar». Esta banda, formada en Córdoba, está compuesta por Manuel Martínez (voz), Manuel Ibáñez (teclados) y Paco Ventura (guitarra). Y se pronuncian como los ramificadores del rock andaluz hacia su lado más heavy y, ante todo, como bebedores del arte indiscutible del grupo de Jesús de la Rosa. «Hay muchas razones por las que Triana destacó en la música. En principio, por la base musical, que era muy apta para todos los públicos», explica Martínez a LA RAZÓN, «sus mensajes, sus letras, la forma de cantar, eran cosas completamente diferentes a lo que se escuchaba en aquel tiempo. Su legado va a perdurar durante muchos años, y ojalá que siglos». Y lo justifica: «La música en aquella época era más vanguardista, y que surgiera un grupo como Triana, con una idea fija de lo que era representar a su tierra, a Andalucía, fusionándola con lo que ellos escucharon durante toda la vida, fue su éxito».
El primer disco que lanzó Triana fue «El patio» (1975), «pero les costó dos años para que comenzaran a ser populares. Los músicos sí estábamos convencidos de que aquello era un trabajo bonito y que tendría su éxito». Y así fue, su popularidad se disparó a través de un aspecto mágico del que debe presumir la música del sur, así como suele puntualizar cuando un grupo es de calidad: su repercusión nació del boca a boca. A partir de ahí, lanzaron joyas como «Hijos del agobio» (1977) o «Un encuentro» (1980), incluyendo en este último álbum la icónica «Tu frialdad». «Todos los grupos bebimos de sus fuentes, de la música del sur, ellos nos abrieron las puertas para hacer discos, que era lo más complicado de aquel momento, y así poder llegar al público».
Un extenso patrimonio
Por ello, a modo de agradecimiento, pero ante todo de volver a sus inspiraciones, de rescatar las raíces que les sostienen firmes y en pie tras 42 años, Medina Azahara lanza «Llegó el día», el mayor homenaje discográfico a Triana. El álbum, ya a la venta, reúne las legendarias «Sr. Troncoso», «Quiero contarte», «Sé de un lugar» o «Una noche de amor desesperada», interpretadas por Ibáñez, Martínez y Velasco. «Llevábamos mucho tiempo dándole vueltas a este proyecto, pero fue durante la pandemia cuando nos dio por hacer una versión de “Llegó el día”, y a partir de ahí seguimos adelante», dice el cantante de Medina Azahara, a lo que Velasco añade que la selección del repertorio «fue súper complicada, porque es un patrimonio musical extenso. Sí teníamos claro que algunas no podían quedarse fuera del pastel, como “Sr. Troncoso” o “Tu frialdad”. Se ha hecho un trabajo cuidado, mimado y a la altura de Triana».
Rinden tributo al legado de un grupo «que supo dar en el punto exacto, que encontró esa fórmula entre comercialidad y flamenco, porque hubo otros grupos que habían empezado antes pero fueron más vanguardistas. Pero Triana supo llegar a todos». Algo que, no obstante, aunque hoy se mire como un fenómeno, en la época gozaba de pocos devotos tanto en la crítica como en parte del público, sectores aún obscecados con que lo andaluz tan solo residía en el cante jondo. «Es indudable que todo se cuestiona», afirma Martínez, «algunas veces Medina Azahara ha sido criticada por ser demasiado heavys, y otras por ser demasiado andaluces. Las etiquetas las pone cualquiera, muchas veces sin entrar en lo musical. Pero hay que vivir con eso. Por ejemplo, Smash fueron muy progresivos en aquel tiempo, e hicieron tan solo un tema popular, “El garrotín”, cantado por Manuel Molina. Era música más difícil para llegar. Pero Triana sí lo hizo, de una forma muy bonita, platónica, conseguía que te enamoraras de sus canciones».
Ahora, esa rompedora tradición del rock andaluz, continúa en manos de Medina Azahara, así como de otros grupos del sur, proclamadores de la fuerza y el talento de su tierra. Es el caso de Los Planetas, banda granadina que actúa desde 1993 y que apela más al indie rock, así como de Lagartija Nick: también de la ciudad de la Alhambra, este grupo se fundó en 1991 y hasta hoy continúan actuando al ritmo del rock más puro. Un género que, explica Ibáñez, «es muy de transmisión, de padres a hijos, es una enseñanza. Cuando un grupo de rock forma parte de tus vivencias, eso se suele transmitir, y ocurre bastante con el andaluz. Nosotros lo representamos claramente, en nuestros conciertos podemos ver al abuelo, al padre y al hijo, a tres generaciones disfrutando de la vida». Y, dice Velasco, que esta música de quiebros y riffs goza actualmente «de un momento musical idóneo. La gente está buscando este tipo de música con mensajes, con una tradición fuerte. Los jóvenes escuchan ahora canciones de usar y tirar, y por eso se buscan las canciones que pueden seguir formando parte de tu vida. Una música que te haga erizar la piel con un mensaje, una melodía».
Medina Azahara comienza una nueva aventura: se lanzan a la carretera sintiéndose más deudores y unidos que nunca a Triana. «En nuestros conciertos es palpable la diferencia de nuestra base musical con la de ellos», asegura Martínez, «pero, eso sí, el sentimiento que ponemos en las cosas viene de un movimiento, que surge cuando varios grupos intentan hacer una música propia y definida de una misma región».