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Manel Loureiro: «Escribir un thriller es como montar un mecanismo de relojería de noche, a oscuras y con guantes»

El escritor y abogado publica «La ladrona de huesos», una novela llena de misterio, robos y espías en el Camino de Santiago
Manel Loureiro es escritor, abogado y presentador de televisión, autor del «best seller» «Apocalipsis Z. El principio del fin»
Planeta

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¿Qué ocurriría si alguien decide robar los grandes símbolos religiosos emocionales de Occidente? Esta es la idea perversa que subyace detrás de «La ladrona de huesos» (Planeta), la nueva novela de Manel Loureiro, un trepidante thriller de robos imposibles, reliquias y misterios en el Camino de Santiago. Laura, de 41 años, lucha por recuperar la memoria perdida tras un brutal atentado. Todo lo que le queda de su vida anterior es una fotografía con un mensaje entrecortado escrito por detrás. Junto a Carlos, su pareja, disfruta de Galicia cuando recibe una llamada misteriosa que hace temblar todo bajo sus pies. Al colgar descubre que Carlos ha desaparecido y ella es víctima de un chantaje: su interlocutor le pide que robe los huesos del Apóstol Santiago a cambio de la vida de Carlos. Tiene 7 días. «Escribir un thriller de suspense es como montar un mecanismo de relojería, cada pieza debe encajar milimétricamente para hacer que se muevan las demás sin dejar nada al azar. Cada mecanismo que actúa en un punto tiene un efecto multiplicador en otro. Es como si tuvieras que montar todo el mecanismo de noche, a oscuras y con guantes. Es complicado, pero cuando funciona, es extraordinario», asegura este abogado y escritor gallego que publica su novela más ambiciosa, «lo mejor que he escrito hasta ahora por esa complejidad de los mecanismos, he hecho cosas que antes no sabía y eso me gusta porque significa que me apasiona lo que hago».
«Un thriller debe tener un ritmo que obligue al lector a estar sentado al borde de la silla pasando páginas, debe mantener la tensión y el suspense durante toda la trama con misterios, giros… Pero, sobre todo, debe plantear desafíos al lector para que, inconscientemente, intente anticiparse al escritor y adivinar qué va a pasar. Se trata de que casi nada sea lo que aparenta, de jugar como un prestidigitador, con una mano te enseño una cosa y con la otra estoy desencadenando una serie de eventos a tu alrededor, no se trata de adivinar el truco de magia, sino de disfrutarlo», explica Loureiro. «Cuando empecé a escribir me di cuenta que quería hacer algo muy complicado, tenía muchos ingredientes y muy distintos, por un lado, el costumbrismo de Santiago, el entorno natural y bucólico gallego, y por otro quería plantear un robo imposible y una historia de espías ambientada en distintos países del mundo. ¿Cómo consigo meter todo en el mismo contenedor? Tenía dudas, pero para mi sorpresa, funciona y todo gira», indica satisfecho.

Capacidad de resistencia

«La ladrona de huesos» es una novela muy internacional, pero el Santiago de Compostela con sus peregrinos y su catedral son el eje central de la trama, donde Laura intentará resolver todos los misterios. «Galicia es un entorno que conozco muy bien, un escenario perfecto para el suspense por el clima, el paisaje, la gente, incluso la mentalidad un tanto opaca a veces, desconfiada, que permite contar ese tipo de historias. Quise incorporar la experiencia transformadora del Camino porque, más que un sitio, es una experiencia abierta a personas de todo el mundo y muy distinta para cada uno que lo hace, pero todos vuelven con una luz especial en los ojos, mezcla de cansancio, dolor de pies y mucha emoción, porque el Camino tiene ese factor transformador, que en el fondo es lo que sucede a la protagonista, que va a recuperar su pasado y a cambiar. Por primera vez va a ser ella quien tome las riendas de su vida», afirma Loureiro. Y pese a su aspecto frágil, «Laura esconde una gran fortaleza, es fría y metódica, pero emocionalmente frágil y emotiva, movida por el amor a los suyos. Resiliencia es la palabra que la define, la capacidad de resistir, de sobreponerse a las dificultades, es una superviviente nata», asegura.
Cuenta Loureiro que la idea de escribir sobre estos robos le surgió cuando de estudiante cruzaba la catedral como atajo para no empaparse con la lluvia. «Me llamaba la atención el grado de relajación y confianza en la seguridad de muchos templos cargados de tesoros artísticos de valor incalculable. Existe un enorme patrimonio de museos con enormes medidas de seguridad, pero hay catedrales y pequeñas iglesias del medio rural sometidas a un expolio continuo de obras de arte, piezas que fueron objeto de veneración y símbolo», concluye.