Idi Amin, «el carnicero de Kampala» que todos tomaban a broma
Exterminó tribus locales, mató a musulmanes y a cristianos e impulsó un régimen carcelario en Uganda
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La carne humana le resultaba salada, decía Idi Amin cuando lo acusaban de comerse los cadáveres de sus enemigos. Fue el «Carnicero de Kampala» o «el Hitler africano», el dictador de Uganda que asesinó a 300.000 personas, aunque él prefería que lo llamasen «El último rey de Escocia» o «Conquistador del Imperio Británico». Idi Amin fue uno de esos hombres que llegó al poder por la fuerza tras una desordenada descolonización de África. Nació hacia 1925, en una familia normal de religión musulmana. Para prosperar ingresó en el ejército colonial, los King’s African Rifles (KAR), en 1946. Aquel cuerpo luchó en la Segunda Guerra Mundial, y tras su finalización eran utilizados por el Gobierno británico para enfrentarse a las guerrillas.
Fue el momento en el que Idi Amin entró en los KAR. Con sus 190 centímetros de alto y 100 kilos de peso sobresalía del resto. Estuvo en la represión de otras etnias, como en la «Masacre de Chuka», en 1953, durante el levantamiento de Mau Mau, en Kenia. Algún estudioso dice que fue en los King’s African Rifles donde aprendió las técnicas de represión y aniquilación del enemigo. De hecho, fue uno de los dos primeros ugandeses en llegar a oficial.
El Reino Unido se retiró de Uganda en 1962, y ahí comenzó la lucha por el poder. Golpes de Estado, guerra civil, asaltos y asesinatos. Sus primeros pasos políticos los dio junto a Milton Obote, con quien dio un golpe en 1966 y, además, compartía el negocio del contrabando de oro. Idi Amin se hizo entonces el hombre fuerte del Ejército, y dio un golpe de Estado el 25 de enero de 1971.
Genocida nacionalista
La toma del poder fue sangrienta. Al igual que otros genocidas empezó por liquidar a la élite ugandesa, como políticos y religiosos. La comunidad asiática de comerciantes tuvo que huir del país. Obote se exilió en Tanzania, donde planificó su vuelta al poder. Amin adoptó un discurso nacionalista y anticolonialista, por lo que era capaz de repudiar el apartheid en Sudáfrica y aplaudir a la vez la política racial del nacionalsocialismo. Creó la Unidad de Seguridad Pública y la Oficina de Investigaciones de Estado, que se ocupaban de poner nombre a los «enemigos del Gobierno». Instaló una estructura carcelaria a la que eran enviados los presos políticos. Todos los genocidas tuvieron una cárcel modelo. En este caso fue la prisión de Makindye, donde se torturó hasta la muerte a miles de presos. En una ocasión metió a 32 ex oficiales en una habitación y se los dinamitó. John Kakonge, por ejemplo, que había sido ministro de Obote, murió a martillazos. A otros se les obligaba a comer sal. Los cadáveres eran tirados al Nilo.
Como cualquier otro genocida, tenía una anomalía sexual. Idi Amin tuvo seis esposas, otros dicen que nueve, a las que maltrataba. Asesinó a la cuarta, a la que desmembró. La última tenía 19 años y tenía novio cuando el dictador la conoció. El hombre desapareció. No hay datos exactos, pero se dice que tuvo hasta 45 hijos. Por supuesto, Idi Amin alardeaba de ser un gran amante. Mató a su ministro de Relaciones Exteriores, cuyo cuerpo apareció en el Nilo. Hasta ese momento Occidente le había dejado en paz, al igual que el mundo soviético, que le proporcionaba armas. No importaban las muertes. El 2 de octubre de 1975 obligó a 14 diplomáticos occidentales a arrodillarse y jurar lealtad.
Amin fue recibido por Isabel II de Inglaterra en Buckingham Palace, y por el papa Pablo VI. Arabia Saudí lo regó de millones por convertir Uganda al Islam, a pesar de que solo un 5% del país era musulman. Liquidó a los cristianos y a los judíos, y lo mismo hizo con las tribus acholi, langi y baganda. A pesar de esto, Amin era tomado como un personaje cómico en EE.UU. y Europa. Su fin fue la acogida en 1976 de terroristas palestinos y alemanes que secuestraron israelíes. Las tropas israelíes rescataron a sus compatriotas, 103 en 53 minutos. Aquello cambió la situación internacional de Idi Amin. El ejército de Tanzania y el Frente de Liberación Nacional de Uganda invadieron el país en 1979, e Amin se refugió en Libia, con Gadafi y en Irak con Sadam Hussein.Finalmente en Arabia Saudí, donde llevó una vida de millonario hasta su muerte en 2003.