El catedrático de Oxford que traficaba con las biblias más antiguas del mundo
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El asunto daría para un buen filme entre «Los crímenes de Oxford», «El código Da Vinci» e «Indiana Jones». El guión, a pesar de lo extraño de este «crossover», estaría completamente basado en hechos reales. Incluiría biblias antiguas en papiro, saqueos arqueológicos, despachos en Washington y en la reputada universidad de Oxford, conseguidores de arte, eminencias académicas y millonarios ilumianados. Si aquí no hay un «blockbuster», que baje Dios (por la parte que le toca) y lo vea. Todo podría comenzar por el retrato de David Green, hijo de un predicador sin muchos recursos que, a partir de una tienda de compraventa de artesanías y antigüedades fundada en los 70, Hobby Lobby, levantó un imperio. «Forbes» lo coloca en el número 70 de su lista de multimillonarios con 7,6 billones de dólares en patrimonio. Gran benefactor de las iglesias evangelistas de América, en 2017 inauguró su proyecto más ambicioso: el Museo de la Biblia en Washington D.C., erigido con 500 millones de dólares. Tiene 77 años y ya ni recuerda que fue barrendero, ganadero y descargador de cajas en su adolescencia. Es el emblema del sueño americano, pero también el reverso oscuro de las grandes fortunas. Su nombre y el de su empresa están asociados a negocios poco claros de venta de antigüedades bíblicas, a saqueos en el contexto volátil de la posguerra de Irak y en otros lugares del mundo que han dado como resultado un impresionante corpus de biblias y objetos bíblicos con los que, a través del Museo, pretende divulgar una idea del Libro muy basada en sus principios evangelistas. En este sentido, Green es considerado un fundamentalista, una especie de iluminado con una chequera sin fondo. Su influencia ha alcanzado el contexto académico. Ya se sabía de su sintonía «teológica» y trabajo común con el llamado «Indiana Jones de la Biblia», el doctor Scott Carroll, y otro expertos del campo de la Antigüedad. Pero sus tentáculos parecen haber llegado hasta el mismísimo corazón de la emblemática Universidad de Oxford. Fundido a negro y cambio de localización. Aquí entra en juego Dirk Obbink, profesor de Papirología y Literatura Griega. Una eminencia que está detrás de la venta ilegal de fragmentos de las Biblias más antiguas del mundo. Los hechos se remontan a 2010, pero en los últimos años se ha estrechado el cerco alrededor de las extrañas operaciones de Obbink que, como director del Proyecto de Papiros de Oxirrinco, un grupo de manuscritos descubiertos en un basurero en 1897 en Egipto datados entre los siglos I y VI, hizo y deshizo a su antojo, logrando traficar presuntamente con hasta 13 fragmentos de textos entre los que estarían un preciado primer capítulo del Evangelio de San Marcos. La Sociedad de Exploración de Egipto, entidad británica sin ánimo de lucro, gestionaba estos papiros custodiados en Oxford y ya en junio relegó a Obbink de su cargo en el Proyecto de Papiros de Oxirrinco «debido a preocupaciones sobre su supuesta participación en la comercialización de textos antiguos». Sus trapicheos empezaban a ser notorios en los círculos académicos. Algunos expertos alertaban de que «la venta de los manuscritos y el intento de encubrirlo eliminando registros es casi increíble». El Museo de la Biblia ha reconocido las ventas de Obbink a su institución, exculpándose sobre la ilegalidad, mientras el eminente profesor niega las acusaciones. Entre tanto, el prestigio de Oxford queda en entredicho por este robo de película.