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Crítica de "Bridget Jones: Locos por él": la viuda alegre ★

Dirección: Michael Morris. Guion: Helen Fielding, Dan Mazer y Abe Morgan. Intérpretes: Renée Zellwegger, Chiwetel Ejiofor, Leo Woodall, Hugh Grant. Reino Unido, 2025. Duración: 124 minutos. Comedia romántica.
Crítica de "Bridget Jones: Locos por él": la viuda alegre ★
Un fotograma de "Bridget Jones: Loca por él"Imdb
Sergi Sánchez
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

Barcelona Creada:

Última actualización:

Bridget Jones ya no es lo que era, aunque sigue siendo la misma. Un día fue la viva imagen de un cuerpo no tan normativo (o la fantasía que tiene Hollywood de él: Renée Zellwegger), de una mujer que se columpiaba en sus imperfecciones, incapaz de tener control sobre su propia vida, siempre a punto de desmoronarse. Su idea del feminismo parecía hacer equilibrios sobre su derecho a fracasar, aunque nada de lo que parecía hacer, sobre todo cuando había un hombre de por medio, tenía que ver con una reivindicación o un proceso de emancipación. 
Ahora, veinticuatro años después de la primera adaptación de la novela de Helen Fielding, Bridget Jones se ha quedado viuda y con dos hijos, pero se comporta como cuando era una soltera en busca de su príncipe azul, lo que, ya desde los primeros minutos de metraje, la presenta como una mujer más anacrónica que torpe. Acaso mucha de la culpa de lo odiosa que resulta Jones en pantalla sea de la lamentable composición de Zellwegger. 
Su interpretación, afectada e histriónica, es esencialmente técnica, y se apoya en un ritual de gestos -fruncir el ceño hasta que los ojos parezcan simples ranuras; retorcer los labios; caminar como de puntillas, en un tambaleo infantil- que caricaturizan al personaje hasta tal punto de que es imposible creerse su duelo, sus conversaciones con los muertos (obligada aparición de Colin Firth) o su soledad de madre deprimida e imperfecta.
“Bridget Jones, loca por ti” entiende un contexto en el que la comedia romántica ‘mainstream’ parece haber absorbido los ideales de igualdad y diversidad según un estricto código de buenas costumbres a través de las dos relaciones sentimentales que ayudan a nuestra heroína a resituarse en el mundo. En lo que respecta a su retrato de la madurez sexoafectiva, la película cae en sus propias trampas: por un lado, enamorarse de un joven sexy y encantador tiene fecha de caducidad, porque, en el universo ético de Jones, la diferencia de edad no perdona, y por otro, que un profesor de ciencias de raza negra que la ficción no duda en sexualizar se enamore de Bridget es su premio por sentar la cabeza. 
El filme es tan insólitamente reaccionario que de lo único que podemos estar seguros después de dos horas de metraje es de que a la protagonista le ponen los torsos musculados. Si no nos la tomamos en serio, si olvidamos que a Bridget Jones el feminismo se la trae al pairo y que el relato no le pone ni un solo obstáculo en el camino cuando decide reincorporarse al mundo laboral, y que apenas se topa con conflictos que resolver, ni siquiera podemos decir que la película funciona como comedia romántica. Si, por lo menos, en las anteriores entregas Jones se debatía entre el deseo simultáneo por dos hombres de carácter opuesto, aquí esa rivalidad no existe, porque el relato elimina uno para sustituirlo por otro, con lo que ni tan solo se producen dilemas o disyuntivas. Lo que queda, pues, es, esperemos, el blando cierre de una saga para el olvido.
Lo mejor: 
Hugh Grant parodiando su parodia de seductor inasequible al desaliento.
Lo peor: 
Lo fuera de contexto que se siente un personaje al que Zellwegger ha convertido en una montaña de molestos mohínes.