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Óscar Casas: "Como actor voy a por todas"

Protagoniza de forma notable la primera película como director de Mario Casas
Oscar Casas, actor.
Oscar Casas, actor.Jesús G. FeriaLa Razón
La Razón
  • Javier Menéndez Flores

    Javier Menéndez Flores

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Pese a su juventud, 24 años, es un veterano de la interpretación, pues lleva en el tajo de la televisión y el cine desde los siete años. Junto a Candela González es el encargado de ponerle rostro y electricidad a «Mi soledad tiene alas», ópera prima como director de su hermano Mario, en donde Óscar da vida a Dan, un hijo de la ira y el desarraigo que encuentra en el grafiti la manera de volar.
Su personaje en «Mi soledad tiene alas» es muy extremo, viene de un entorno marginal y usted no. Pero es fácil deducir que se acercó a él a través de su condición de artista, por el lado de la sensibilidad.
Exactamente. Cuando yo leo el guion y veo a ese personaje de un barrio marginal, con una vida tremenda, y escrito de una manera tan naturalista, le dije a mi hermano que no lo podía hacer. Mis padres son muy humildes, pero mi vida no ha sido nada parecida a la de Dan e imaginé que tenía que interpretarlo un chaval de barrio de verdad. Pero Mario me explicó que quería huir de eso. Quería contar la sensibilidad artística que hay en barrios marginales del mundo entero. Porque el chaval de barrio no es sólo un macarra, también es sensible, pinta, sueña.
Solo que tiene déficit de abrazos y besos.
Claro. Porque está en una sociedad en la que eso no cabe.
La película, naturalista, recuerda a las de Eloy de la Iglesia y al primer Almodóvar, aunque al mismo tiempo tiene una fuerte carga poética. Su hermano ha creado personajes al límite pero los ha dotado de un superpoder, las emociones.
Totalmente, y esa era la apuesta. Y me alegra escucharte porque veo que aquello que tanto hablamos mi hermano y yo mientras la hacíamos, si se entendería, ha llegado. La apuesta de Mario era contar algo con actuaciones desde la verdad, pero elevarlo a superpoderes, sí. Contar emociones y explicar a estos personajes desde la ensoñación.
¿Había hecho grafiti alguna vez?
Nunca. Fue un curso acelerado. En Madrid me pusieron dos artistas maravillosos, y otro en Barcelona, y nos íbamos horas y horas a hacer grafitis. Y por las noches me escapaba para pintar. Ha sido una locura.
¿Lloró al ver la película?
Mucho. En varios momentos. Me volvía la emoción de lo que sentía al rodar cada escena. Y al final fue ya un lloro descontrolado. Estaba con mi hermano y cayó todo. Ha sido un regalo.
Su biografía indica que no tuvo tiempo de pensar en ser actor, que lo ha sido desde siempre. Pareciera que no lo decidió usted, aunque bendita imposición.
Cuando me vienen las inseguridades de actor, utilizo mucho el volver al niño y pensar en lo que sentía entonces. Y realmente era una felicidad plena. Mi madre me decía que si no llevaba bien los estudios no podía seguir en la peli o la serie que estuviera haciendo entonces, y sé que he sacado la ESO y todos los cursos gracias a la actuación. Porque no quería renunciar a ello. De pequeño era muy movido, no me concentraba, y era ponerme en un set y todo cambiaba, una liberación. Porque la interpretación es sólo eso, un juego.
¿Cuáles son sus mitos cinematográficos de todos los tiempos?
«Ciudad de Dios», «Peter Pan», la de personas reales, y «Big fish». Y actores, Leonardo DiCaprio y Javier Bardem. Con Bardem conecto, hay algo en sus actuaciones que me maravilla. Siento que le puedo tocar.
Quizá esté hablando ahora con un futuro Javier Bardem. ¿Tiene esa ambición?
Sí (rotundo).
¿Va a por todas?
Voy a por todas. Y ahora mi hermano, con esta película, me ha ayudado a entender hasta dónde se puede llegar a nivel emocional, y ya no hay vuelta atrás.
¿Su hermano Mario es uno de los mejores actores de España?
Sin duda. Hay gente a la que no le gustan las patatas fritas, y es bastante heavy… Para gustos, los colores. Pero mi hermano es un referente, mi maestro. Y gracias a Dios me lo han puesto en casa.
¿Sus logros son también suyos?
Al cien por cien. El día que ganó el Goya estábamos todos en casa, pegados, y no creíamos que se lo fuera a llevar. Y cuando dijeron su nombre nos pusimos a llorar, fue tan… Eso mi madre lo ha hecho muy bien. La alegría de cualquier hermano la disfrutamos todos.
Eso que dice es muy bonito, y denota que no hay rivalidad. Y el que Mario, en su debut como director, le dé el papel protagonista es de una generosidad absoluta. No se pone a sí mismo, sino a su hermano.
Es una carta de amor. Es precioso. Yo le decía a mi hermano: ojalá podamos hacer más pelis juntos. Porque lo vives por dos, no sólo por ti. La emoción está ahí todo el rato, en todo el viaje.
«Hundo en tu boca mi vida» (Miguel Hernández). ¿Alguna vez ha besado así?
Sí (rotundo). Y me han enseñado a besar así.