Crítica de «Bambi, una vida en el bosque»: Vuelve el trauma infantil ★★★

Hay pocas escenas que, de niños, nos hayan hecho llorar más desconsoladamente, pero que, de alguna manera también, nos hicieran conscientes de la mortalidad de nuestros propios cuerpos y de los de quienes queremos, un tema del que se suele hablar poco a los menores, como el instante en que a la madre de Bambi le roban la vida unos cazadores en el filme de Disney. Lo de la caza voy a dejarlo aparcado porque me enerva cuando algunos defensores dicen eso de que también los animales se matan entre ellos, aunque es obvio que lo hacen exclusivamente para alimentarse. Porque ellos no pueden ir al supermercado ni pedir un Glovo, a ver. Adaptación del libro homónimo escrito por Felix Salten, conoceremos por primera vez la historia de este tierno cervatillo con imágenes reales (sin embargo, en algunas escenas intuimos, y mucho, la ayuda digital) que comienza a conocer el mundo a través de sus experiencias de otros habitantes del bosque. Pero, como decía Rocío Jurado, el otoño llega aunque no quieras, y Bambi acaba huérfano de madre cuando en el camino de los dos se cruzan unos humanos con ganas de pegar tiros. Hay momentos muy bonitos (el de las luciérnagas o las escenas del bramido) y un protagonista, el maravilloso Bambi, que sigue manteniendo intacta su candidez e inocencia. Esta vez no lloré, pero de milagro.

Lo mejor: La fidelidad y el respeto con el que el director ha manejado la novela original

Lo peor: En algún que otro momento de la película la «ayuda» digital se nota un poco