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Hugo Silva: “En el coqueteo lo rancio ya está pasado de moda”

El actor recupera en el film “Un novio para mi mujer”, las dotes infalibles de seductor (venido a menos) que parecen no haberle abandonado
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Las canas pincelan parte de su generoso cabello y casi la totalidad de su barba confiriéndole un aspecto de alguien que no solo acepta el paso del tiempo, sino que además parece sentirse cómodo sosteniéndole la mano. Está claro que Hugo Silva es portador de una ventaja estética que, en el caso del Cuervo Flores -personaje que el de San Blas interpreta en su última apuesta cinematográfica con “Un novio para mi mujer”, comedia dirigida por una incombustible Laura Mañá-, lejos de suponer el problema con el que podría encontrarse cualquier compañera de reparto que alcanzara los 45, parece irle que ni pintada. Silva interpreta aquí a un consolidado seductor retirado que ha sustituido el olor a Brumel por el de la brisa marina del barco donde vive cuya especialidad a la hora de romper matrimonios vuelve a requerirse después de un tiempo fuera del negocio por parte de Diego, dueño de una tienda de fotos que ya no sabe de dónde sacar las fuerzas suficientes como para dejar a su pareja (Belén Cuesta) sin sentirse condenadamente culpable.
¿Dirías que se encara de la misma manera un papel de seductor sobrepasados los cuarenta que cuando tienes veinte pocos?
Bueno yo creo que en este caso sí, pero porque hablamos de un seductor venido a menos. De hecho, eso fue lo que me gustó del personaje. Este tipo desmonta un poco la idea de seductor que siempre se ha tenido y de hecho es un concepto que ya no se ve de la misma forma que hace diez o quince años. Me gustó mucho el dibujo porque lo rancio en el coqueteo ya está pasado de moda. Me he dado cuenta con el tiempo de que lo más importante para un actor es que tu personaje encaje con la historia que se está contando.
Uno de los periodos vitales que pone de manifiesto la cinta es la temida crisis de los treinta y tantos. ¿También pasó Hugo Silva por ella?
Si te das cuenta en la peli todos los personajes arrancan de un momento de hastío y de crisis personal y yo pues sí, también he atravesado por circunstancias parecidas. No tanto crisis, pero sí el hecho de tomar conciencia de cosas que antes ni te planteabas y no lo hacías porque tu perspectiva era otra. Cuando tienes 30 años o veinte y algo miras al futuro con una mirada muy amplia, muy emocionante, muy desconocida… Es mucho más excitante todo. Y cuando pasa el tiempo, la expectativa es distinta y piensas en otras cosas. Hay gente (yo no) que empieza a hacer balance de las cosas que merecieron la pena, pero supongo que eso también ayuda a replantearse cosas. De todas formas, puede haber cierta crisis, por un lado, cuando alcanzas una determinada edad, pero por otro te relajas bastante. Hay objetivos sobre los que piensas “ya no es que no los vaya a conseguir, sino que a lo mejor me dan igual”.
Antonio de la Torre comentaba hace poco para este periódico exactamente eso con relación a la figura del actor: cómo el tiempo va rebajando progresivamente sus expectativas y acaba decantándose por la tranquilidad antes que por el éxito.
Mira hace unos años estaba muy rallado y quería trabajar en inglés. Hice muchas pruebas, me fui a Los Ángeles y llegó un momento en el que lo descarté porque me empezó a dar cierta pereza el hecho de tener que empezar una carrera desde cero en otro sitio. Y de repente estos dos últimos años, sin comerlo ni beberlo y quizás gracias a las plataformas y a la exposición internacional que tienen los trabajos que hacemos ahora…he trabajado en inglés. Cosa con la que ya no contaba. Lo que más aprecio ahora mismo es trabajar al lado de gente con la que me siento a gusto, disfrutar en el set y estar entretenido montando un personaje. Ya no pienso en términos de carrera.
¿Está cambiando el relato que se hace en el cine de las relaciones sentimentales?
Las relaciones en general y las personas pienso que están en otro punto. Un valor que tiene esta película precisamente es que empezamos con una pareja que está en crisis, pero tienen que reencontrarse, hacer un viaje cada uno para poder valorar desde otro punto de vista la relación, pero volviendo a la realidad actual, la gente joven hoy en día está usando fórmulas y códigos incluso con la sexualidad, mucho más laxos, con menos prejuicios. Y esto me parece algo bueno, hay que quitarse un poco toda esta culpa y toda esta herencia que te dice cómo tiene que ser una relación de pareja y ponerla en otro sitio, dar valor a los cambios. A mí me llama mucho la atención el tema de la sexualidad, que antes era una cosa que se daba por hecho y ahora no: ahora la gente investiga sin ningún prejuicio. La gente joven con la que yo me relaciono me tiene bastante alucinado y desconcertado en el buen sentido. Hay una naturalidad en la búsqueda tanto de las relaciones de pareja como la sexualidad propia que no tiene nada que ver con el punto de partida que tenía mi generación. Y creo que esto es algo bueno.
¿Qué historias tienes ganas de seguir contando?
Pues como decíamos al comienzo de la entrevista, cosas que me motiven. A mí la motivación ahora mismo me la da el guion, me la da la historia. El personaje tiene que encajar en esa base. Eso es lo único que miro, no me importa tanto de lo que se hable o el marco en el que esté. Ya no tengo esa fijación por querer hacer personajes que se alejen mucho de mí, ahora estoy mucho más relajado en ese sentido y lo que quiero es que la historia me divierta.